Prepara un plan director que lee el edificio exclusivamente en clave de templo católico y está a punto de inaugurar un centro de interpretación en el Palacio Episcopal para acabar con el “reduccionismo islámico”.
Desde 1236, tras la conquista cristiana de Córdoba, los obispos católicos han administrado ininterrumpidamente la gran Mezquita de Al Andalus. Nunca desde entonces se han sentido cómodos en un edificio concebido para la liturgia del islam, sus eternos rivales monoteístas. En todos estos siglos, han ido modificando paulatinamente el oratorio omeya para disfrazarlo de templo católico. Embovedaron los artesonados califales, encalaron las dovelas bicolores, abrieron lucernarios en el techo, colonizaron de capillas los muros, plagaron de ornamentos barrocos el bosque de columnas y hasta taparon el fabuloso Mihrab de Al Hakam II con el retablo de San Pedro.