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¿Argumentos o argucias?

En defensa de la conocida como ley trans se suelen manejar estos argumentos:

  1. Los derechos de las personas trans son derechos humanos.
    Y sí, como es bien sabido, todos los humanos tenemos derecho a no ser humillados o agredidos en nuestra integridad o dignidad y tenemos derecho a sentir lo que sea que sintamos (incluso tenemos derecho a sentir odio, si bien nadie tiene derecho a plasmar ese odio en acciones lesivas contra el ser odiado). Así, un señor con barba hasta la cintura y que presume de genitales masculinos tiene derecho, por supuesto, sentirse mujer, pero ¿tiene derecho a que la ley lo reconozca como tal? Esa es la cuestión que se debate. Quienes hablan de derechos sin aclarar de qué derechos hablan, actúan torticeramente. Cuando Errejón, por ejemplo, defiende la ley trans diciendo: “Las personas trans exigen vivir libres y sin miedo” ¿está insinuando que quienes nos oponemos a ella deseamos que esas personas vivan sometidas y atemorizadas?
    Nosotras respetamos los deseos de cada cual a sentir y sentirse como tenga a bien, pero no aceptamos la exigencia de que sus deseos sean leyes. Un símil, para que se entienda: el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos afirma que todos tenemos derecho a nuestras propias creencias, a tener una religión o a no tener ninguna… Quien crea que la Virgen se apareció en Fátima a tres pastorcitos tiene derecho a vivir libre y sin miedo, pero no tiene derecho a que su creencia se convierta en ley ni a acusar a quienes no creemos de atemorizar o agredir a los creyentes.
  2. Las personas trans no deben ser patologizadas
     Suena tremebundo eso de patologizar… Inmediatamente imaginamos maléficos doctores y sádicos psiquiatras torturando a pobres seres indefensos… Y no. Solo pedimos que, antes de que un varón se convierta legalmente en mujer, esa persona sea examinada y asesorada a fin de descartar trastornos psíquicos, médicos o intenciones torticeras. Es más, pensamos que quienes padecen dificultades de identidad de género deberían ser los primeros en exigirlo. Entendemos que pidan ser atendidos por especialistas debidamente cualificados (algo que hacemos extensible también para personas que padecen otros problemas) pero no entendemos que exijan prescindir de ellos. Creemos que quien va a ser operado y/o medicado de por vida, ha de requerir el aval de los especialistas.
    Claro que también algunos exigen autodeclarse mujeres sin tener que hormonarse ni operarse. Es decir, sin necesidad de cambiar nada de su masculinidad. Nosotras nos oponemos. Vuelvo a aclarar: no nos oponemos a que cada cual se sienta como tenga a bien, nos oponemos a que la ley sancione sus sentimientos sin condición alguna. ¿Por qué? Pues porque 1. Las mujeres seguimos estando oprimidas. Consideramos inadmisible que se tome nuestro sometimiento como simple palabra de quita y pon. Nos oponemos a que nuestra opresión social y estructural pase a ser calificada de “gusto individual”. 2. Además, si cualquiera puede declararse mujer –u hombre- ¿qué sentido tiene luchar contra las imposiciones genéricas? “¿No te gusta lo que conlleva ser mujer? Pues declárate hombre o invéntate otro género”. Y para entender bien el alcance de este asunto basta con hacer un paralelismo con la posibilidad de -mientras exista racismo- “autodeclararse negro”. 3. No queremos que cualquiera invada nuestros espacios ni ocupe nuestros lugares. Cuesta creer que personas con responsabilidades políticas justifiquen tal arbitrariedad con el argumento de que “Eso ocurrirá muy rara vez” ¿Y por qué hemos de que aceptar que ocurra, aunque la posibilidad sea infrecuente?
    Alguien con todos los “atributos de su masculinidad” intactos quiere entrar en las zonas reservadas para mujeres. Pues nosotras no queremos que entre ¿por qué ha de primar su deseo sobre el nuestro? Otros quieren competir. Pues que compitan con los hombres o que organicen una tercera categoría… Y así sucesivamente. Resumen: no aceptamos que sus pretensiones primen sobre las nuestras.
    Es decir: ningún colectivo puede exigir derechos que perjudiquen a los de la mitad de la población, precisamente la más desprotegida.
    No voy a entrar en lo relativo a menores de edad porque este artículo se alargaría demasiado, pero me escandaliza la descabellada y alocada frivolidad con la que algunas personas lo encaran. Leí (escrito por una diputada, nada menos) que, si un menor dice que se siente niña, pues santa palabra porque “los niños nunca mienten”. O sea, si un niño dice que quiere casarse con su mamá, como no podemos pensar que “miente” ¿preparamos la boda? En España no se permite que ningún menor (ni mayor) de edad puede hormonarse por su propia cuenta. Ni puede, antes de los 16 años, implantarse mamas de silicona o amputarse las que tiene sin permiso de sus tutores legales. Con la ley trans, todas las precauciones legales pasan a ser agua de borrajas.
  3. Nos argumentan ¿por qué no os opusisteis a las leyes similares que se fueron aprobando en diversas comunidades? (con ese os me refiero a las feministas, no a los partidos; los partidos, allá ellos).
    Pues sencillamente porque fueron aprobadas con nocturnidad y alevosía. No nos enteramos de lo que estaba pasando. Y porque la estatal es la que realmente puede sancionar el cambio de registro civil.
    Y porque el feminismo andaba focalizado y luchando por la agenda de las mujeres, esa que ahora está totalmente paralizada.

Concluyendo, preguntamos:

  • ¿De verdad hemos de creer que el padecimiento de los trans está provocado por el hecho de que deban consultar -antes de la transición, no durante toda su vida- con especialistas?
  • ¿De verdad culpan de las agresiones que sufren los trans a quienes nos oponemos a la ley? ¿antes no sufrían ataques? ¿Hemos de pensar que los machistas fascistoides los agreden porque se han leído nuestras sesudas reflexiones sobre el patriarcado, las estructuras genéricas opresoras, la agenda feminista, etc.? ¿de verdad esperan que nos creamos también eso?
  • ¿De qué manera y cómo va a impedir la ley trans tales agresiones? Nos gustaría que nos lo explicaran… Acaso los violentos, antes de atacar, preguntarán: “¿Tú pudiste autodeclararte? ¿sí? Pues vale, a ti no te agredimos”.
  • ¿Cómo se justificará que la Sanidad Pública cubra la medicación y las operaciones sin diagnóstico médico? Si no se hace cargo de los implantes dentarios ¿se hará cargo de los implantes de mama? ¿de los de todo el mundo o solo de los transexuales?
  • Se requiere evaluación psicológica para adoptar, test psicotécnico para renovarse el carné de conducir, permiso de adultos responsables para que un menor viaje, papeleos sin fin para que tu “nacionalidad sentida” sea sancionada por la ley, etc. etc. Parece que, para lo único que basta con la autodeclaración es para ser mujer…

Y terminamos preguntando: ¿de verdad debemos creer que los medios que masivamente están jaleando esta campaña se sienten profundamente conmovidos por los trans? Pues qué curioso que los crueles padecimientos de otros muchos colectivos no les inmuten…

¿De verdad alguien piensa que detrás de una campaña con tan sofisticados trucos propagandísticos no hay dinero a espuertas?

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