A las 12:29 de este jueves, apenas 2 horas después de que la Cámara de Diputados diera media sanción al proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) difundió el comunicado de prensa titulado “Vale toda vida” y firmado por la máxima autoridad eclesiástica nacional.
La Comisión Ejecutiva de la Comisión Episcopal de Laicos y Familia (Celaf) de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) expresó a través de ese comunicado su balance de la jornada parlamentaria en la que su campaña oscurantista y medieval resultó vencida por el reclamo multitudinario de un derecho elemental para la mitad de la población: el aborto legal, seguro y gratuito.
La Celaf-CEA se mostró dolorida por la decisión de la Cámara de Diputados de la Nación de aprobar el proyecto de despenalización del aborto. Y prometió “seguir luchando por la dignidad de toda vida humana”.
Buscando revestir su posición ideológica-política con fundamentos socio-económicos, la jerarquía católica afirma que, pese a que el aborto termines siendo legal, “la situación de las mujeres frente a un embarazo no esperado, la exposición a la pobreza, a la marginalidad social y la violencia de género, siguen sin tener respuesta. Simplemente se ha sumado otro trauma”.
La CEA expresa su esperanza de que la Cámara de Senadores pueda ser “el lugar donde se elaboren proyectos alternativos” al que obtuvo media sanción este jueves.
¿Mea culpa?
La máxima autoridad de la Iglesia argentina, además de acusar recibo de la derrota intenta mostrarse reflexiva y comprensiva de lo sucedido. “Como Pastores, este último tiempo nos ha servido para reconocer debilidades en nuestra tarea pastoral”, dice la CEA en su comunicado. Y afirma que como Iglesia se ven obligados ahora a responder a problemáticas como “la educación sexual integral” en sus escuelas y colegios o como “el reconocimiento más pleno de la común dignidad de la mujer y el varón”.
Incluso, dicen, deberían acompañar institucionalmente a “las mujeres que se ven expuestas al aborto o que han sido atravesadas por dicho trauma”.
Caraduras. La mismísima conducción bergogliana de la Iglesia católica que hace doce años se opuso rabiosamente a la promulgación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) ahora se posa sobre la prácticamente nula implementación real de esa norma, para proponerla como “alternativa” a la legalización del aborto.
Como sea, el mea culpa parece más un intento de la Conferencia Episcopal por no seguir perdiendo legitimidad social que una verdadera demostración de haber avanzado al menos una parte del puñado de siglos que lleva de atraso.
“Con humildad y coraje, nos proponemos seguir trabajando en el servicio y el cuidado de la vida”, termina diciendo el comunicado. Como era de suponer, no existe en el texto ni un viso de repudio a las apretadas, escraches y hasta amenazas de muerte proferidas por sus fieles autodenominados “provida” contra quienes se manifestaron a favor del proyecto de legalización del aborto.
Tampoco expresaron, al menos por ahora, la intención de iniciarle juicios penales por apología del filicidio a los 129 diputados y diputadas que dieron su voto positivo. Pero, sabiendo de las mil mañas de las sotanas, semejante bizarrada no debería descartarse.