Javier Lambán ha pedido al Papa la rehabilitación de este papa aragonés, muerto en 1423.
Siempre que se menciona Peñíscola y su castillo se recuerda que el edificio es conocido también como Castillo del papa Luna (en la foto). Efectivamente, este pontífice convirtió el castillo en su sede.
De su figura han hablado hace unos días el papa Francisco y el presidente de Aragón, Javier Lambán. En 2023 se celebra el 600 aniversario de la muerte del papa Luna y el Gobierno aragonés quiere reivindicar la rehabilitación de este papa aragonés.
«Su imagen no obedece a la realidad. Reflejando una petición que anteriormente habían hecho los obispos aragoneses, he venido a pedirle que rehabilite la figura de este papa, que además fue el artífice del Compromiso de Caspe, que es el embrión de la unión de España entre Isabel y Fernando», dijo Lambán tras su encuentro.
Quién fue el Papa Luna
Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor nació en Illueca (Zaragoza) el 25 de noviembre de 1328. Era el segundo hijo de los Luna, uno de los principales linajes aragoneses, emparentado con arzobispos y reyes.
Empezó la carrera militar, como era usanza para los segundones de las casas importantes, y luego, siguiendo otra tradición, tuvo que formarse como clérigo. Estudió leyes en la Universidad de Montpellier, en la que más tarde fue profesor de Derecho Canónico.
Fue nombrado cardenal por el papa Gregorio XI en los turbulentos años de la sede de Aviñón. Esta ciudad francesa fue residencia de los papas desde 1309, cuando la ciudad se encontraba bajo el gobierno de los reyes de Sicilia pertenecientes a la Casa de Anjou.
Aviñón y el Gran Cisma de Occidente
Siete fueron los papas que residieron en Aviñón desde aquel año y hasta 1377: Clemente V, Juan XXII, Benedicto XII, Clemente VI, Inocencio VI, Urbano V y Gregorio XI. A este período en que los papas establecieron su residencia en la ciudad francesa se le conoce como Papado de Aviñón.
Pedro Martínez de Luna acompañó al papa Gregorio XI cuando este volvió a Roma. En 1378 se inició el Gran Cisma de Occidente que no se resolvió hasta 1417. En Roma se eligió papa a Urbano VI.
Pero un antipapa (la palabra se refiere a que no había sido elegido canónicamente), Clemente VII, decide volver a Aviñón aun después de que los papas regresaran a Roma en 1377. Allí pasó durante todo su pontificado desde 1378.
La tenaz resistencia que mantuvo el papa Luna contra sus enemigos es el origen de la expresión «mantenerse en sus trece»
A la muerte de Clemente VII, en 1394, Pedro de Luna fue elegido pontífice por 20 votos de 21 y tomó el nombre de Benedicto XIII. Pero Francia se opuso. El nuevo papa de Aviñón había mostrado no ser tan manejable como sus antecesores y era súbdito de la Corona de Aragón, es decir, menos leal a la monarquía francesa.
En 1398 los franceses terminaron por retirar su apoyo político y financiero a la sede papal de Aviñón. Tras un bloqueo militar de los franceses, Benedicto XIII huyó. Pero ya no lo reconocían tampoco Portugal y Navarra; sólo Castilla, Sicilia, Escocia y, claro, Aragón. 17 cardenales abandonaron la obediencia a Aviñón, quedando únicamente cinco cardenales leales a Benedicto XIII.
Tres papas a la vez
Se presionó a Benedicto XIII para que renunciara, a lo que el pontífice se negó alegando un daño irreparable a la Iglesia. La tenaz lucha que mantuvo el papa Luna contra sus enemigos es el origen de la popular expresión «mantenerse en sus trece».
Cuentan que en sus últimos años repetía: «Papa sum et XIII» (Papa soy y el decimotercero)
Llegó a haber tres papas a la vez: Juan XXIII, Gregorio XII y él. Benedicto adujo que su papado era el válido dado que él era el único papa que había sido elegido cardenal antes de que se produjese el Cisma de Occidente. Hubo conversaciones con Gregorio XII para renunciar de manera conjunta, pero no fructificaron.
Finalmente, triunfaron las tesis que defendían que el concilio era superior al papa. Benedicto XIII se negó a renunciar y fue condenado en el concilio de Constanza de 1415 como hereje y antipapa. Gregorio XII renunció y un concilio designó a Martín V como pontífice único. Benedicto y el antipapa Juan XXIII fueron depuestos.
El antipapa gozaba de la protección de Alfonso V de Aragón, pero eso apenas tenía influencia en el resto de Europa. Así que Benedicto XIII huyó hacia el Reino de Aragón. Fijó su residencia en el Castillo de Peñíscola, antigua fortaleza de la Orden del Templo. Cuentan que en aquellos sus últimos años repetía: «Papa sum et XIII» (Papa soy y el decimotercero). Murió en esa fortalza en 1423, a los 96 años de edad.