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Aquella República que no pudo ilustrarnos · por Antonio Martínez Lara

Tengo ante mí un libro titulado “Aquel mar que nunca vimos”, regalo de mi hija sabedora de mis querencias. Es obra de un médico y ciudadano sensible, llamado José Antonio Abella, que llegara a ejercer su benéfica profesión durante bastantes años por pueblos de Burgos y Segovia. De la localidad burgalesa de Buñuelos de Bureba, supo años después de su marcha, de la entrañable influencia dejada allí durante la guerra por el maestro Antonio Benaiges. Impactado por el mensaje de la obra, vida y muerte de aquel docente, dedicó buena parte de su vida a investigar y difundir la biografía del importante personaje. Lo leí con tanto interés como había intuido mi hija. Fue tal la impresión, que retomé profundizando, las evocaciones republicanas de otros tiempos. De alguna manera me identifiqué con el alumnado que no pudo ver el mar y tantas cosas como Antonio Benaiges había sugerido con su fascinante entusiasmo. La muerte de aquel maestro, y de tantos otros colegas significados también con aquella iluminadora República, me acercó de una manera especial a esa sensación de pérdida. Pérdida que señala el título de este escrito.

Impactado yo también, acepté la lectura y los viajes indagatorios de Abella en el tiempo y por esa Castilla de Delibes con pocos brotes nuevos visibles. Viví como propias las entrevistas que el médico hacía a aquellos antiguos alumnos, ahora ya maduros, reviviendo aquella frustración del mar prometido y de cuantas ilusiones perdieron con aquella tragedia. Ilusiones que perdieron aquellos niños y se nos negaron a quienes llegamos después a un tiempo tan negro y tan distinto de lo que pudo ser, y no fue. Aquel tiempo de los treinta, como el que se contiene hoy en las páginas entremezcladas en este cuidado libro, con la vida nueva y rebosante del aprendizaje feliz que tanto deseamos y tan tarde descubrimos. Páginas con los textos de aquella lejana escuela que habían reproducido los propios escolares en la imprenta de clase. Allí los “textos libres”, “cartas a corresponsales” y los demás recursos. Cuánta satisfacción al leer escritos y cartas como. había sugerido el admirado Celestín Freinet con la misma ingenuidad y sentido. Pero cuánto se nos había alejado del apasionado ambiente de aquella sociedad tan influida por su plan de Maestros Profesionales para su formación inicial.. Aquel magisterio tan perseguido, como al bueno de Benaiges, por la sublevación franquista que trajo la dictadura con tanta muerte y tanto atraso cultural. Son inolvidables las pérdidas de poetas como Lorca, y el exilio de Machado y tantos intelectuales seguidores de Ramón y Cajal o de otras ramas, fruto de la Institución Libre de Enseñanza.

La rigurosa investigación de Abella ahondó en la vida del maestro de Bañuelos acudiendo a Montroig, su pueblo catalán y destino del prometido viaje al mar. Rastreó en Briviesca, cabecera de la comarca a la que pertenecía Bañuelos, donde había sido presidente de la Casa del Pueblo. Quizá por ese hecho, por algún discurso a favor de la República y por su labor docente en ella y en su escuela, pueden estar los pretextos de su asesinato, en los primeros meses del levantamiento militar. En la búsqueda de los restos del esforzado maestro siguió Abella su indagación, sobre el conjunto del alumnado disperso en gran parte por España y hasta en América. El escritor mantuvo la búsqueda dentro de la Asociación de Memoria Democrática de aquella comarca. Fruto de dicha labor es la recuperación de la escuela de Bañuelos para instituir en la misma, además del merecido recuerdo para Antoni Benaiges, un centro de investigación pedagógica a favor de la obra de la avanzada tarea docente de uno de los muchos maestros y maestras que fueron perseguidos.

Como persona demócrata y, de manera especial, como uno de tantos otros maestros y maestras del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular y similares, he lamentado no haber gozado de aquella temprana influencia. Cuando pudimos seguir los pasos de la escuela nueva, lo hicimos con algunas limitaciones por las prohibiciones residuales de la dictadura. Sin embargo, la gran nostalgia de aquel tiempo. Casi todas las generaciones posteriores hemos carecido de la formación inicial de la que gozó Benaiges y los colegas de su tiempo. Gozo que de la escuela se extendía a las personas mayores tratando de combatir el gran analfabetismo de entonces en ateneos y centros obreros. Esa es la ilustración que tan en falta echábamos tantas personas que tuvimos noticias tardía de todo aquello, En el caso de maestras y maestros con mayores inquietudes se fundaron los llamados Movimientos de Renovación Pedagógica, en los que recuperamos aquel oculto legado, Legado de Freinet y otras innovaciones del aprendizaje que han tenido desigual acogida en el sistema escolar. En la formación inicial suena lejano el plan de la República y las nuevas generaciones no han relevado a la que buscó con cariño aquella interrumpida ilustración.

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