«¿Es posible seguir llamando ‘prensa’, y además, ‘católica’, a los medios integrados en tal Cofradía de Silencios?»
Al término “tertulia”, sobre todo a las así llamadas y “celebradas” en TV. y otros medios, le sobran casi todas sus sílabas. No son “tertulia”, o “reunión de personas que se juntan para comunicarse mediante palabras que expresan ideas”. Son otra cosa. Todo o casi todo. Pero no tertulia.
La condición de “personas” no se hace presente, ni respeta conforme a los cánones establecidos. Tampoco las “palabras” y menos las “ideas”, con referencias al tema o temas propuestos sobre los que girarán las reflexiones y aportaciones desde las perspectivas distintas. El título de espectáculo, griterío, guirigay, alboroto, lío o follón parece ser el más adecuado y el que conecta con mayor y más divertido número de oyentes o televidentes.
Como entre amigos también se puede ejercer, y se ejerce, de tertulianos, con idéntico, sano y santo provecho, satisfacción e hidalguía, en una de nuestras penúltimas sesiones “plenarias” se suscitó el tema de la Iglesia – noticia, a apropósito de la consuetudinaria frecuenta con que aparece en la mayoría de los medios. Reflexionando acerca de la gravedad, notoriedad y hasta escándalo que algunas de las informaciones “religiosas” alcanzaron los niveles más altos, se llegó con unanimidad a la conclusión de colocar en los titulares de primera página de los penúltimos días la protagonizada por un cura -¡otro más!- pero en este caso, del Opus.
Con nombres y apellidos correspondientes –Manuel Cociña y Abella-, se trata de un supernumerario de la “Obra de Dios” por antonomasia, cercano en su día al “mismísimo” fundador, varias veces inserto en ternas episcopales, y en sus más fervorosos tiempos rector- director del Colegio Mayor “Almonte” de Sevilla. De sus viles “hazañas” corporales y “espirituales” –experto en masajes-, ya juzgadas, reconocidas y sancionadas judicialmente, hay triste constancia, con plenas garantías, pruebas y sentencias.
De entre las opiniones aportadas por los contertulios en relación con el tema, pongo el acento en estas:
“Está hoy la Iglesia tan sobrada de estas noticias como para que también el “Opus” –“Obra de Dios”- contribuya a engrosar tan nauseabundo caudal de miserias”. “Y que no se diga que los profesionales de la información disfrutan con su publicación y sus comentarios: ellos- nosotros- somos los primeros en lamentarlo y llorarlo, dado que la profesión es la profesión y la Verdad se escribe en cristiano con las letras mayúsculas de Jesús, si está constatada con argumentos y pruebas”.
“No obstante, si es de tanta gravedad tal noticia, lo es más –mucho más-, que precisamente los medios “oficiales” u oficiosos de la Iglesia, sigan empeñados en no difundirlas ni comentarlas. Ni la TRECE, ni “Vida Nueva” -¡quién te ha visto y quién te ve¡-, ni “Alfa y Omega”, ni publicaciones y otros medios de comunicación nacionales y diocesanos, que se creen afines a la institución eclesiástica, se han atrevido a romper el silencio ominoso al que se han sometido, y que en parte, y de alguna manera, hasta pudiera interpretarse, por el pueblo fiel o infiel, como cómplice…” “¿Es posible seguir llamando ”prensa”, y además, “católica”, a los medios integrados en tal Cofradía de Silencios?” “¿Puede este silencio ser considerado y hasta indulgenciado, de “religioso”? ¿Se lo preguntamos a las víctimas de tales desmanes, a sus familiares, a “Sus Señorías” y a nuestra propia conciencia?.
En la multitud de publicaciones y medios con que cuenta la “Obra”, el caso “Cociña” jamás ha sido citado, y menos reparadoramente. Para el mismo, y otros similares, el silencio ha sido, y sigue siendo, armazón y coraza, con que pretenden defender la honra y prez de la institución hasta su penúltimas consecuencias, “contra los ataques de quienes manejan tan ignominiosos infundios…”.
Entre los profesionales del ramo de la información el “no saben, no contestan”, y los “comunicados oficiales” del “Opus”, es lenguaje común. De “ruedas de prensa”, nada de nada, o solo con invitación especial e indulgencia para amigos y amigas. Las “preguntas de tú a tú” no tienen cabida. Tampoco la tienen las que puedan relacionar de alguna manera al “Opus” con la economía, las empresas, la política, las visitas masivas de los papas eméritos o no, las beatificaciones y canonizaciones, la docencia, la influencia en la sociedad y, por supuesto, las relacionadas con la Iglesia y el nombramiento tan mayoritario de sus obispos, temas de relevancia, de interés y de información general.
“No vamos a decir nada”, como respuesta estereotipada, no es mensaje evangélico, aunque sea normal en el lenguaje itinerante del “Camino” a seguir como única opción celestial. Hoy se sabe, o se sabrá, todo. No es posible caminar con los ojos cerrados, ni por convicción, y menos por imposición. El misterio dejó de ser lujo y defensa de ideas y de personas, en unos tiempos en los que ni siquiera el sigilo llamado sacramental deja de estar cuestionado por muchos, y muchas, teólogos y teólogas. De los masones y de sus adeptos, se sabe hoy oficialmente tanto o más, y con la anuencia de sus responsables, que de los numerarios o supernumerarios del “Opus”.
Por ahora, y si Dios no lo remedia, nos conformaremos con seguir acudiendo a RD para recorrer los caminos de los casos “Cociña” y asimilados,-que hay más-, con veracidad, fidelidad y por amor a la Iglesia.
Antonio Aradillas
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