Amparo Martí fue una intensa socialista en la Cataluña de los primeros decenios del siglo XX hasta la Segunda República. Miembro de la Agrupación Socialista de Barcelona escribió intensamente en casi todas las publicaciones del socialismo catalán y español, además de ser una infatigable oradora en mítines y conferencias sobre socialismo y cooperativismo, otra de sus grandes preocupaciones. En 1913 estuvo en la fundación de la Agrupación Femenina Socialista de Barcelona, y en tiempos de la República se destacaría por su trabajo a través de la Agrupación Femenina de Propaganda Cooperatista.
En La Internacional, órgano de la Federación Socialista Catalana, publicó un trabajo a primeros de julio de 1909 criticando el trabajo en los conventos.
El artículo comenzaba intentado dejar claro que los socialistas no estaban en contra de la religión, que era una cuestión que incumbía al ámbito privado de las personas. En cuestiones de creencias cada uno era muy libre de profesar las que estimase oportunas, o de no profesar ninguna.
El objetivo del socialismo era otro, y tenía que ver con luchar contra el orden social existente. Este era el contexto de del trabajo se centraba en tratar de la explotación que ejercía la Iglesia.
En el pasado, la Iglesia buscaba “monopolizar” las conciencias, y este esfuerzo u objetivo se veía recompensado con donativos y legados. Pero en el presente a la Iglesia ya no le valían las bulas, dispensas, indulgencias, etc., teniendo que adaptarse a la vida moderna, como hacía la burguesía atea, emprender negocios lucrativos, y comprendiendo que no había mejor opción que vivir a costa del trabajo ajeno. Por eso se montaban infraestructuras modernas para llegar a los conventos y monasterios, se levantaban fábricas en los viejos muros de estas instituciones, se instalaban el alumbrado eléctrico y modernas máquinas, además de admitir obreros para dedicarse a distintas producciones. De ese modo, los conventos y monasterios se convertían en “compañías explotadoras”.
En España estas “fábricas-conventos” se multiplicaban haciendo una dura competencia a las industrias porque éstas no contaban con los medios de aquellos, provocando que se bajasen los salarios de los trabajadores para abaratar costes.
Martí hizo especial mención del trabajo femenino en este ámbito religioso. Hacía tiempo que las monjas acaparaban varios ramos de producción, una cuestión que fue muy tratada por las sindicalistas socialistas de la industria textil. Este tipo de industria controlada por las monjas estaba produciendo grandes beneficios a los patronos porque conseguían productos realizados a muy bajo precio. Y eso era debido a que las trabajadoras eran las alumnas pobres y las mujeres recogidas por caridad, que no eran remuneradas por su trabajo, ya que solamente se les pagaba con alimentación.
Así pues, el mal que generaban los conventos era muy grande. En primer lugar, por la ruinosa competencia que generaban hacia las trabajadoras a domicilio, que tenían que dedicar más horas y esfuerzo, provocando enfermedades, cuando no suicidios o la salida en la prostitución.
Amparo Martí terminó su trabajo con un verdadero alegato contra el trabajo en los conventos.
Hemos trabajado con el número 35 de La Internacional. Podemos consultar el trabajo de este autor, “La explotación de las costureras en el Madrid de los años veinte”, “Mujer y socialismo: el mitin de las obreras de la aguja de abril de 1929”, y “Mujer y socialismo: el segundo mitin de las obreras de la aguja en abril de 1929”, en El Obrero del mes de agosto de 2018. También es fundamental el trabajo de Marta Del Moral Vargas, Acción colectiva femenina en Madrid. (1909-1931), 2012, es una tesis muy interesante sobre la lucha de las mujeres en el Madrid de los primeros decenios del siglo XX. Por su parte, sobre Amparo Martí podemos acudir al Diccionario Biográfico del Socialismo Español.
Eduardo Montagut. Doctor en Historia