El Presidente sabe que el domingo en la misa de Luján habrá un duro mensaje contra el Gobierno por la ley que impulsa en el Congreso; prefiere no antagonizar y encomendó a sus funcionarios a no hablar sobre el tema
Con una misa en Luján, la Iglesia emitirá este domingo un mensaje en contra del aborto que el Gobierno no responderá: como estrategia política, definió evitar la confrontación y en paralelo fortalecer la “agenda positiva” con la cúpula eclesiástica en los temas que hacen a la asistencia social.
“Cero pelea, nada de confrontación”, fue el mensaje que emitió el presidente Alberto Fernández a sus allegados para que distribuyan en todo el Gobierno ante la inminente muestra pública que dará la Iglesia en la Basílica de Luján este domingo.
Según confiaron a Infobae al menos cuatro fuentes oficiales cercanas al Jefe de Estado, la decisión de Alberto Fernández es seguir adelante con el proyecto de ley de despenalización del aborto que presentaría la semana que viene en el Congreso. Esta iniciativa estará acompañada por otra iniciativa que apunta a fomentar una ayuda financiera a las madres que quieren tener hijos pero que se encuentran en situación de vulnerabilidad.
El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Oscar Ojea, dará la homilía del domingo donde se espera que reitere un duro mensaje contra el aborto y haga un fuerte llamado de movilización por “las dos vidas”. Es el mismo tono del documento que la Comisión Episcopal entregó al Presidente en diciembre pasado cuando lo visitó en la Casa Rosada.
En el Gobierno saben que habrá “sectores extremistas de los pro vida que tratarán de agredir a Alberto”, según dijo ayer un secretario de Estado. Ante esta eventual situación, la Casa Rosada mantendrá su postura de llevar el debate al Congreso con el proyecto de ley que anunció el Presidente para eludir así la discusión mediática.
No está previsto tampoco que antes de girar el tema al Congreso el Gobierno envíe una copia del proyecto de ley de aborto a las autoridades eclesiásticas. Para la Casa Rosada, el Presidente ya fijó su postura ante la Conferencia Episcopal y el mismo papa Francisco durante la visita que hizo al Vaticano en enero pasado.
Como contrapartida a este clima de tensión que hay con la Iglesia, el Gobierno apuesta a seguir adelante con la “agenda positiva” que tiene con los obispos en lo que atañe a la ayuda social en barrios humildes.
Tanto el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, como el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, mantienen un permanente contacto con Ojea y con autoridades de Cáritas y de la Pastoral Social para desplegar el trabajo de asistencia social en las villas que hoy son un pilar para la política del Gobierno.
Esta misma línea de trabajo social lo está desplegando el Gobierno con otros credos que también se oponen al aborto. Ayer, Arroyo y Oliveri firmaron un convenio nacional con distintas iglesias del país para garantizar la ayuda en barrios vulnerables y asistir en lo que hace a la entrega de alimentos.
El presidente de la Comisión Episcopal monseñor Oscar Ojea dará la homilia en Luján (Foto: Adrián Escandar)
Desde la Iglesia aseguran que la misa del domingo en Luján “no será un marcha sino una jornada de oración por la vida”, un eufemismo para expresar también que no quieren generar un clima de confrontación dura con el Gobierno a pesar de sus firmes diferencias con el tema del aborto. Se esperan más movilizaciones de la Iglesia en los próximos meses. El 22 de marzo habrá una nueva jornada de oración a nivel nacional y ya hay previsto algún acto frente al Congreso cuando se lleve el debate del proyecto de ley que promueve el Presidente.
Por su parte, en la Casa Rosada sostienen que Alberto Fernández quiere mantener un contacto con el Papa Francisco a pesar de la ley del aborto.
En este sentido, no descartan un mensaje presidencial de felicitaciones al Papa el próximo 19 de marzo, que es cuando se cumplirán siete años de la asunción de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice en el Vaticano. En tal caso, el mensaje de salutación de Fernández se enmarcará en la misma estrategia de no confrontación y dialoguismo permanente que quiere desplegar el jefe de Estado con la Iglesia más allá de sus diferencias por el aborto.