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Juan Manuel Cofiño. Foto: RTVE

Al presidente de la Junta General del Principado de Asturias · por Luis Fernández

Texto a partir del enviado esta semana a La Nueva España, aún por publicar, sobre la prevista presencia de Juan Cofiño en la misa de la festividad de la Virgen de Covadonga en la basílica

El presidente de la Junta General del Principado, Juan Cofiño, ha confirmado su asistencia a la misa organizada por el Arzobispado con motivo de la festividad de la Virgen de Covadonga y justifica su presencia afirmando: «El arzobispo me ha invitado y considero que mi posición institucional requiere la presencia en Covadonga«.

Llama la atención esta postura actual por su contraposición con lo escrito por el mismo Cofiño, en carta enviada al arzobispo, al rechazar la invitación a asistir en 2024, haciendo referencia a la intervención de Sanz Montes ante sus seguidores en la misa en Covadonga de 2023, donde argumentaba:

«Escuché con atención su discurso, excelencia, y cuando abandonaba la Basílica me hice el propósito de no acudir más a la cita hasta tanto en cuanto no se produjera una rectificación por su parte –ni siquiera es preciso explicita– para despolitizar el acto»

«Me va a permitir Su Excelencia que le recuerde que el ejercicio de la libertad de opinión por parte de personas que ostentamos responsabilidades públicas debe someterse al filtro de la prudencia, la proporción y el sentido común»

«No puedo admitir ni validar con mi presencia el tono peyorativo (rayano en el desprecio) que empleó para desacreditar a las mujeres que luchan a diario por su derecho a ser protagonistas de su propia vida, y el reproche furibundo exhibido frente a aquellas personas sensibilizadas con la problemática ecologista y el medio ambiente”

Contraposición que abre un cierto debate en la prensa.

Curiosamente ambas posturas -asistir/no asistir- parten del mismo grave error: la equiparación que Juan Cofiño realiza de las responsabilidades públicas de un representante del poder del Estado y el líder local de una determinada confesión religiosa.

Como responsable de una determinada comunidad religiosa que lo acepta como tal, y en sus celebraciones, Sanz Montes está amparado por la Constitución para defender las ideas que quiera (y que le acepten sus adeptos) siempre que no vulnere las leyes. Él sólo representa a sus fieles seguidores y ellos son los que le autorizan a (y justifican con su presencia) sus afirmaciones. No tiene ninguna responsabilidad pública superior a la de cualquier otro ciudadano. Se dirige a sus seguidores como lo hace un rapero en su concierto a un público amplio que admite sus afirmaciones (o al menos las consiente).

Caso totalmente aparte es el del presidente de la Junta del Principado. Él si es un cargo público. Representa a toda la ciudadanía de la autonomía y por ello tiene limitadas sus actuaciones como tal (no a nivel personal como Juan Cofiño).

Por eso, allá por el año 1982 el Tribunal Constitucional (sentencia 24/1982 de 13 de mayo) afirmaba:

“el principio de libertad religiosa reconoce el derecho de los ciudadanos a actuar en este campo con plena inmunidad de coacción del Estado y de cualesquiera grupos sociales, de manera que el Estado se prohíbe a sí mismo cualquier concurrencia, junto a los ciudadanos, en calidad de sujeto de actos o de actitudes de signo religioso”

Es decir que el presidente de la Junta del Principado NO debe de asistir a la celebración cristiana de la virgen de Covadonga, no porque le resulten intolerables “el tono peyorativo (rayano en el desprecio) que empleó para desacreditar a las mujeres que luchan a diario por su derecho a ser protagonistas de su propia vida, y el reproche furibundo exhibido frente a aquellas personas sensibilizadas con la problemática ecologista y el medio ambiente” sino porque ¡se lo prohíbe la Constitución! El Tribunal que la interpreta es muy claro: no cabe la presencia de un representante de un poder público, como tal, en un acto confesional. Cofiño como presidente de la Junta del Principado no puede participar como sujeto en actos religiosos aunque profese (como ocurre con Barbón) la creencia del convocante.

La misma sentencia deja claro que como representante del Estado debe un absoluto respeto a las opiniones de otros ciudadanos que no vulneren la ley por peyorativas y furibundas que sean. Otra cosa es que como ciudadano e incluso como católico discrepe de las declaraciones del ciudadano Sanz Montes, pero para ejercer esa crítica tiene que hacerlo como persona (o como católico si prefiere), de forma ajena a su cargo y nunca desde éste.

El grave error al fundamentar su conducta en 2024 le lleva a un nuevo error en 2025 cuando afirma que acudirá a la misa de la festividad de la Virgen en Covadonga y defiende acudir «por institucionalidad», es decir, que considera necesaria su concurrencia, junto a los ciudadanos, en calidad de sujeto de actos o de actitudes de signo religioso por razones de su cargo. Y lo justifica por su deseo de establecer unas relaciones de diálogo entre el Estado, al que representa, y una determinada comunidad religiosa. Y para ello tiene que vulnerar la interpretación que de la Constitución Española realiza de su máximo intérprete.

Señor presidente de la Junta General: respete a toda la ciudadanía asturiana y la Constitución Española. No participe como representante del Estado en un acto confesional.

Luis Fernández Gonzalez
Presidente de Asturias Laica

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