Marruecos exige un certificado de conversión al islam para poder adoptar en su país y los futuros padres acaban firmando
Una cuestión que la administración española no ha puesto nunca en evidencia es que algunos países islámicos exigen, para poder adoptar una criatura, la manifestación formal de apostasía del catolicismo o cualquier otra religión, y la conversión al Islam por parte de los dos esposos.
No deja de ser sorprendente que precisamente un gobierno como el que actualmente tiene España, que ha manifestado una fijación negativa con todo lo que sea el hecho religioso católico, y que se reclama militante del laicismo, asuma que pueda imponerse esta cuestión, que vulnera los más elementales principios de conciencia y de libertad, sin abrir la boca, sin advertir para nada a los posibles adoptantes lo que les va a suceder.
Muchos padres, una vez han conocido al niño, son incapaces de rechazarlo por el motivo aludido y acaban firmando el papel. Otros consideran que la religión no les importa para nada y también lo firman.
¿Alguien se imagina que algún país introdujera esta misma cláusula en relación al cristianismo? El llanto y crujir de dientes de nuestra pequeña progresía llegaría hasta Katmandú. Y que nadie piense que esto sucede en países de un gran radicalismo islámico, más o menos lejanos, ni mucho menos.
Es fácil constatar como el país más próximo a nosotros geográfica y culturalmente, Marruecos, exige una serie de documentos, trece en total, de los que diez se obtienen en España y sólo tres en Marruecos. Y estos establecen literalmente:
Solicitud de Kafala (acogida permanente)
Certificado de residencia en Marruecos durante el proceso
Certificado de conversión al Islam (de cada uno de los esposos).
Más claro el agua.
Obligada información
La cuestión es si estos mecanismos pueden ser asumidos en el marco de un estado de derecho que, como tal, debe garantizar la libertad de sus ciudadanos y, por consiguiente, una información pertinente previa en aquellos casos que puede verse vulnerada.
Pero el problema no es solo del Gobierno, también la sociedad española, y en especial la pequeña progresía y sus medios de comunicación, deben reflexionar sobre si son asumibles este tipo de imposiciones: la apostasía necesaria para los bautizados y su ulterior conversión al Islam. Y, en todo caso, se hace necesaria la difusión de estos datos para que todos sepamos a qué atenernos.