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Acusaciones religiosas con mala fe

Muy a menudo, y creo que la experiencia personal de los ateos combativos lo corrobora, incluso en gente del ámbito académico, se relaciona ateísmo con dogmatismo. De hecho, esto quizás a un nivel más coloquial, se quiere ver el ateísmo como una nueva religión. “Religión atea” o “ateísmo dogmático” es, ni más ni menos, un oxímoron. En cambio, “fundamentalismo religoso” parece más bien un pleonasmo.

Parecen acusaciones interesadas, esas de dogmatismo y relativistas morales a los ateos, que tal vez tengan algún sentido como argumento ad hominem (es decir, obviamente, habrá ateos que puedan ser algo de eso), por parte de religiosos y teístas. Es posible que su propia lógica dogmática y teológica les lleve a pensar que, necesariamente, los ateos queremos inaugurar una nueva religión. Estas afirmaciones, con el transfondo de un supuesto “relativismo moral” que da mucho juego retórico, realizadas con asiduidad por los papas y demás representantes religiosos, contienen una considerable dosis de ignorancia y/o mala fe (y no tratamos de hacer un chiste). Ha sido todo un debate en la historia el de la moral, asociada o no a la religión. Mi conclusión es que el absolutismo, la verdad con mayúsculas, el que precisamente ha permitido a los creyentes realizar cualquier acto depravado en su nombre.

Sí, queda muy bien a priori frases del tipo “el ser humano necesita creer en algo”, “algo tiene que haber”, pero si profundizamos un poquito nada significan más que las defensas de las creencias propias. Son oscuras “frases” que desconocemos a qué aluden exactamente, ya que todos, creyentes y no creyentes, estaremos de acuerdo en que “algo hay” y en que “todos creemos en algo”, aunque procuramos que no sea nada fantástico, ni muchos menos una verdad absoluta, que no deja fisura alguna para dudar Tampoco, y esto ya es una opinión personal debido a mi propia naturaleza antiautoritaria, la creencia en un “ser supremo” que mantenga al ser humano arrodillado y atado a muy cuestionables tradiciones. A día de hoy, seguir hablando de “relativismo moral” en los ateos es un despropósito interesado o ingenuo. Desconozco el grado de creencias en los criminales de a pie, pero jamás se ha analizado que sus actos tengan que ver con alguna ausencia de fe religiosa; en cambio, no pocas veces, son fundamentalistas religiosos los que realizan los crímenes más repugnantes (y no hablo solo de musulmanes).

La inmoralidad más grande, en cualquier caso, es cómo está estructurado el mundo todavía en el siglo XXI, con una inmensa cantidad de gente sumida en la necesidad y en la desesperación. Los líderes políticos, y cualquier persona con nicho de poder en las actuales estructuras sociopolíticas y económicas, de los cuales apenas existen oficialmente algún “ateo”, y ni siquiera “agnóstico”, tienen la responsabilidad moral de este mundo en que vivimos. No sé si en el pasado la religión ha asegurado moralidad alguna (es todo un debate), lo que sé es que a día de hoy seguir repitiendo como papagayos que es así, mientras que se vincula ateísmo con los males presentes en la sociedad es simplemente un mal chiste.

No, no hay evidencia alguna (y a esto los religiosos parecen atender poco) sobre la asociación entre ateísmo y ausencia de moral, tampoco sobre una actitud dogmática. No recuerdo que ningún ateo se haya convertido en terrorista por su naturaleza nihilista o por la angustia existencial de observar el abismo de la nada. El teísmo, por mucho líder progre que coloquen en lo alto de la jerarquía, ni por mucho adorno retórico que quiera hacer, está basado en verdades ancestrales reveladas de carácter ancestral. El pensamiento religioso, por su propia naturaleza, no puede aceptar crítica racional alguna; es más, podemos escuchar muy a menudo que se nos acusa a los ateos y librepensadores de una excesiva racionalidad. Esta, la cual observamos como algo positivo, consideramos que puede y debe ir acompañada de una permanente búsqueda de lo correcto. Sí, las cosas no son tan sencillas, pero son ya un poquito más complejas de como pretende el pensamiento teológico.

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