El 13 de octubre de 1909 fue fusilado el anarquista, y fundador de la Escuela Moderna, Francisco Ferrer Guardia, víctima de la oligarquía de la época y de la Iglesia, que cargó sobre él la culpa de haber dirigido la revuelta popular de la Semana Trágica, en Barcelona.
Ferrer Guardia nació en el seno de una familia campesina catalana, en 1859. Desde su juventud se inclinó por el republicanismo federal, llegando a ingresar en la masonería. En 1886 participó activamente en un pronunciamiento republicano que fracasó, por lo que se vio obligado a exiliarse en Francia, permaneciendo en París hasta 1901.
Durante su estancia en Francia la situación sociopolítica de España cambió de manera considerable, especialmente en Cataluña, como consecuencia del Desastre del 98. Los sentimientos anarquistas y anticlericales se radicalizaron, al igual que el republicanismo, por gran parte de la población. El antimilitarismo alcanzó un gran rechazo debido a un sistema injusto de reclutamiento para defender los intereses oligárquicos en la Guerra de Marruecos. En este caldo de cultivo no era de extrañar que republicanismo y obrerismo se uniesen en manifestaciones frecuentes contra el clero y oligarcas. Concebidas por los anarquistas, aparecieron las escuelas laicas como instrumentos de liberación del proletariado.
La idea de la creación de una Escuela Moderna, independiente del Estado y del clero, dirigida contra la autoridad y las visiones religiosas, y adaptada al nuevo mensaje revolucionario, que librepensadores y anarquistas difundían entre los nuevos grupos sociales, aparecidos con la industrialización y el crecimiento urbano, Ferrer Guardia la maduró durante su exilio parisino y su idea se centraba en una pedagogía racionalista y gracias a un legado testamentario de una alumna francesa, pudo regresar a España y poner en marcha su proyecto, en el que colaboraron diversos librepensadores y algunos anarquistas.
Con la fortuna heredada en Francia, no sólo puso en marcha su proyecto educativo, sino que financió al republicanismo radical de Alejandro Lerroux; algunas publicaciones anarquistas; diferentes centros obreros e incluso el montaje para que Mateo Morral, que daba clase en su Escuela, atentase contra Alfonso XIII el día de su boda, en 1906, causando una carnicería, pese a que la pareja real salió ilesa. El atentado contra el rey supuso el cierre de la Escuela y aunque Ferrer fue acusado de complicidad en el incidente, fue declarado inocente, pero a partir de ese momento se le consideró un hombre peligroso por el sistema oligárquico y caciquil.
Todo el malestar acumulado contra el sistema estalló en protesta casi unánime, cuando se produjo un reclutamiento de reservistas para enviar a la guerra de Marruecos y que degeneró en la Semana Trágica, extendiéndose del 26 de julio al 2 de agosto de 1909, con un saldo de 80 edificios religiosos incendiados; 104 personas muertas, guardias heridos; 2.000 detenidos, de los que fueron condenados 600, de ellos 57 a cadena perpetua y 17 a pena de muerte, aunque sólo se ejecutó a 5, entre ellos a Ferrer Guardia que al ser fusilado en los fosos del castillo de Montjuich gritó: ¡Viva la Escuela Moderna! .
Ferrer Guardia, ni tan siquiera participó en los sucesos de la Semana Trágica, fue la cabeza de turco que pagaba por el desafío revolucionario al Estado y a la Iglesia. Su ejecución fue protestada en Bélgica, Francia, Italia y Reino Unido, mientras que su Escuela Moderna se extendió, en los años siguientes, por diferentes localidades españolas y se le reconocieron las virtudes de una pedagogía basada en la razón y la ciencia; una educación libre, racional, laica e igualitaria; como una alternativa al control y monopolio que de la enseñanza hacía la Iglesia.
La idea de una Escuela Libre, era demasiado para la España de 1909. Ni tan siquiera la II República lo pudo lograr y un siglo después del fusilamiento de Ferrer Guardia, aún podemos ver que gran parte de la enseñanza está en manos de centros privados y concertados, muchos de titularidad eclesiástica, y en los centros públicos el Estado laico, que consagra la actual Constitución, oferta la enseñanza de la asignatura de religión católica, que aunque en regresión, es elegida por un elevado número de alumnos.
Jesús Emiliano Rodríguez Calleja es profesor de Secundaria.