Pero se sigue dejando ganar en lo que se refiere a la Religión, según diversos colectivos defensores de una escuela laica.
Laura y Claudia llegaban tarde todos los días al colegio. “Eso no es bueno ni malo –afirma el profesor– porque estas dos palabras están prohibidas. Trabajamos con precios…”. “¡Y recompensas!”, gritan los alumnos. Recompensas: están más tiempo en casa, duermen más, desayunan tranquilamente, pueden hacer los deberes que no hayan hecho el día anterior… Precios: están menos tiempo en clase, les puede reñir el maestro, les pueden poner un negativo, pueden estar más atrasados que sus compañeros, no charlan con sus amigos en la fila…
Es viernes, después del recreo, la última hora y media de la semana, y los alumnos de 5º de Primaria del colegio Félix Rodríguez de la Fuente, en Los Palacios (Sevilla), intervienen como si acabaran de desayunar un bisonte. Están en clase de Educación para la Ciudadanía. La asignatura, desterrada del sistema educativo por la Lomce, sobrevive aún en las aulas andaluzas con nulas muestras del adoctrinamiento del que la acusa la ultraderecha a pesar, incluso, de las sentencias judiciales en contra de la objeción. “Lo que todos veíamos es que Laura y Claudia llegaban tarde, como cuando un barco se topa con un iceberg y sólo percibe la punta. Pero si nos ponemos las gafas y buceamos veremos el iceberg completo. Y eso es lo que han hecho ellas, que tras explorar los precios y las recompensas, han elegido ser puntuales”, explica el profesor, Manuel Deco, con un dibujo en la pizarra. “¡Ayer fuimos las primeras de la fila!”, interrumpe orgullosa Laura. Ella, Claudia y el resto de compañeros no saben qué significa la palabra adoctrinamiento. Todos dan Religión. Todos han hecho la comunión. Todos suelen ir a misa.
“Quiero ser domadora de leones, ser igual de guapa que ahora, ver un leopardo, vivir cerca del mar e ir otra vez a la romería de San Isidro”, lee Gabriela de un pequeño mural que ha elaborado con lo que el profesor denomina la visión. “La visión es lo que quieres conseguir”, dice Nerea. “Algo que nos proponemos para el futuro”, añade Gonzalo. “Para nosotros y para mejorar nuestro alrededor”, matiza Antonio, que cursa ya 6º y ha acudido con toda la clase para mostrar a los de 5º los avances logrados. “En el primer trimestre empecé suspendiendo dos, en el segundo me esforcé y no suspendí ninguna, y en el tercero me esforcé mucho más y saqué mejores notas”, cuenta Antonio. “En el primero saqué un insuficiente en Lengua, en el segundo aprobé y en el tercero saqué un sobresaliente”, relata Cameron. Gonzalo convirtió sus notables en cinco sobresalientes.
Según Manuel Deco, que dirige también el centro, los resultados académicos han mejorado exponencialmente desde que se imparte Ciudadanía. El método, basado en la inteligencia emocional, consiste en otorgar herramientas a los niños para poder enfrentarse a cualquier situación, en enseñarles a ser responsables en oposición a la culpa, en transmitirles los valores del esfuerzo, la honestidad y la honradez sin renunciar tampoco a la diversión, en hacerles ver que la vida no se resume en ganar o perder, sino que existe una posibilidad en la que todos pueden ganar. “Creamos no una clase, sino un equipo, en el que todos lo viven y todos se lo creen. Y todo esto no es incompatible con la religión. Puede que muchos de esos valores sean incluso católicos. Las cosas no son cuadriculadas, se pueden salir de los márgenes y razonar para conseguir los objetivos. Si quitan esta materia es una forma de privar a los niños de esa apertura de mente, lo que en muchos casos termina en fracaso escolar”, insiste el profesor, que ve muy complicado incorporar estos conocimientos en las demás materias: “Lo que no tiene asignado un horario, al final no se da”.
El método es más efectivo porque se extiende a los padres en diversas sesiones, que ayudan a que lo que se aprende en clase se aplique también en casa. “Un día vinieron tres de vuestras madres a decirme que os habían picado pulgas en el patio porque no se había fumigado”, recuerda el profesor. “¿Maestro, y ellas qué saben si se ha fumigado o no, o si están en el colegio?”, cuestionan los alumnos. “O si son picaduras de mosquitos, ¿no?”, reflexiona el profesor, que utiliza este ejemplo para que entiendan las diferencias entre las interpretaciones y los hechos, entre los juicios y los prejuicios. “Maestro, eso pasa cuando yo no encuentro el estuche. Puedo haberlo olvidado en algún sitio o no haberlo traído… Hay muchas interpretaciones y una sola verdad”, afirma Carlos. “Y muchas veces ni la conocemos”, concluye el profesor.
La religión sigue ganando
El Gobierno andaluz, de momento, le está ganando la batalla a la Ley Wert con Educación para la Ciudadanía, por la que ha apostado desde su creación de manera rotunda. Pero se sigue dejando ganar en lo que se refiere a la Religión, según diversos colectivos defensores de una escuela laica. El consejero de Educación, Luciano Alonso (PSOE), anunció el pasado julio que reduciría esta materia, con carácter evaluable, al tiempo mínimo que establecía la nueva ley: 45 minutos. Pero las clases comenzaron con otras instrucciones: el horario mínimo para la Religión (católica) se quedaba en hora y media a la semana, lo que genera, según han denunciado algunos profesores a La Marea, una situación surrealista: el horario mínimo que la Consejería ha establecido para la alternativa a Religión no es hora y media, sino 45 minutos. ¿Qué hacen esos niños durante los otros 45 minutos? Santiago Fernández afirma que ni siquiera tienen contenidos ni información para impartirla: “Lo que se está haciendo en muchos casos es dar lo mismo que en Ciudadanía”. Él, por ejemplo, ha hablado en los últimos días a sus alumnos de las migraciones, las fronteras y, sobre todo, de los muertos en el Estrecho.
Olga Solano, miembro de Marea Verde y del sindicato Ustea, incide en que uno de los principales problemas de querer seguir manteniendo Religión es precisamente que la alternativa se queda vacía de contenido: “Volvemos a una enseñanza de hace más de 40 años”. Según Francisco Mora, presidente de la Confederación Andaluza de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado por la Educación Pública (Codapa), al final, la Religión genera una situación de desigualdad: “Si quieren mantener la Religión, que lo hagan, pero fuera del horario lectivo, porque estamos hablando de dinero público. Las medias tintas no contentan a nadie y no entendemos por qué cuando se ha tenido la oportunidad de reducir el horario no se ha hecho”, lamenta. Hay padres que ni siquiera han bautizado a sus hijos y optan por Religión para evitar que se queden “en un aula sin hacer nada”.
La Consejería defiende que la decisión es transitoria: “Están prorrogados los planes actuales mientras se funciona con las instrucciones que posibilita este curso de transición. Para enero estarán los decretos de enseñanza”. Pero esta explicación no convence a los colectivos. Andalucía Laica denuncia la sumisión de los políticos de izquierdas (en Andalucía gobiernan PSOE e IU) a la Iglesia: “La provisionalidad no impide que se pudiera haber hecho. Ellos sabían perfectamente lo que decía la Lomce y tenían tiempo más que suficiente para haber dejado la religión en los 45 minutos”, afirma el coordinador, Manuel Navarro. La diputada de IU en el Parlamento andaluz responsable de Educación, Marina Segura, asegura que no conoce casos en los que niños que hayan elegido la alternativa tengan 45 minutos en el aire: “Hemos pedido al consejero que aclare esta situación, aunque nosotros insistimos en que la religión quede fuera de las escuelas”. La Consejería no ha respondido a este periódico sobre esta cuestión a pesar de los múltiples intentos.
Los sindicatos denuncian, en general, un “nulo” margen negociador por parte de Educación: “Se está generando inseguridad en los centros, que han hecho los horarios como han podido”, explica el secretario general de la Federación de Enseñanza de CCOO-A, José Blanco. El secretario de Comunicación de UGT-A, Samuel Izquierdo, lo resume así: “Con la Iglesia hemos topado”. Por su parte, Andalucía Laica cree que se trata de un “enroque político”: “Aún existen símbolos religiosos, los obispos siguen yendo a las escuelas… y la Consejería culpa de ello a los consejos escolares”. Lo dice el Estatuto andaluz: la enseñanza pública, conforme al carácter aconfesional del Estado, será laica. Pero no se cumple.
Reportaje publicado en el número de noviembre de La Marea, que puedes adquirir en quioscos y en su tienda virtual
El profesor Manuel Deco Chamorro, impartiendo clase de ciudadanía en el CEIP Félix Rodríguez de la Fuente. LAURA LEÓN
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