Se vende libremente en farmacias de la isla como anticonceptivo, pero el obispo de Menorca afirma «Es una autentica técnica abortiva y no simplemente anticonceptiva»
COMENTARIO: Es evidente que médicos y farmacéuticos tienen que cumplir con su deber, y hay que exigírselo a todos y cada uno. Sobre la píldora en cuestión, tanto lo que diga cualquier cura, obispo, papa, o la doctrina de la Iglesia, como la postura moral de cada médico y farmacéutico, es irrelevante de cara al deber de estos profesionales con los ciudadanos para quienes trabajan.
La diócesis de Menorca expresó ayer su preocupación por el auge que ha registrado en la Isla el consumo de la píldora del día después desde que se vende libremente en las farmacias. Tomando como referencia la nota elaborada en su día por la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida sobre este medicamento, instó a «todos los profesionales de la medicina y la farmacia» a ejercer la objeción de conciencia y no dispensarlo.
Frente a los médicos que sostienen que se trata de un método anticonceptivo de emergencia inocuo para la mujer, la Iglesia rebate que esta píldora es «un preparado de hormonas» que al llegar al torrente sanguíneo impide que el embrión eventualmente concebido se adhiera al útero. Si ha habido una concepción, explican, el embrión no logra implantarse por lo que es expulsado.
En un escrito que se publica íntegramente en El Diari, el Obispado de Menorca recuerda que, según la doctrina de la Iglesia, «desde el momento en que el óvulo es fecundado se inaugura una nueva vida», motivo por el que aseguran que «la difusión, la prescripción y el uso de la píldora del día después es moralmente reprobable por tratarse de un aborto provocado».
Las farmacias y los centros de salud de Menorca dispensaron el pasado año un total de 1.590 píldoras postcoitales, el doble que hace cinco años. Esta evolución lleva a los responsables de la Iglesia menorquina a dirigirse a los profesionales sanitarios para que desde su trabajo «defiendan al más débil e indefenso», al tiempo que abogan por «una verdadera educación afectiva y sexual» que evite llegar a estas prácticas.
Éste es el comunicado:
El Obispado de Menorca considera que la información publicada ayer en el MENORCA «Es Diari» sobre la venta de esta píldora puede tener como efecto una traslación sin más desde el ámbito estadístico al campo moral.
Algunos fieles, por otra parte, después de leer el periódico, se han dirigido a este Obispado para formular algunas preguntas de carácter doctrinal sobre este tema.
Por este motivo, consideramos conveniente la publicación de la nota de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida, emitida el día 12 de diciembre del año 2000, de manera que los lectores interesados puedan conocer de primera mano el criterio de la Iglesia Católica en este punto.
1. La llamada píldora del día siguiente es un preparado de hormonas que se ha de tomar dentro de las 72 horas siguientes a aquella relación sexual susceptible de dar lugar a un embarazo. Cuando el preparado llega al torrente sanguíneo, las altas dosis de hormonas trastornan el delicado equilibrio hormonal necesario para que la mucosa uterina acoja al embrión eventualmente concebido. Sucede así que, si ha habido una concepción, el embrión no logra implantarse en el endometrio modificado por el fármaco. El resultado es la expulsión y la pérdida del embrión.
2. La píldora del día después es, por tanto, una autentica técnica abortiva y no simplemente anticonceptiva, como se ha afirmado repetidamente. En efecto, «desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre… La genética moderna otorga una preciosa confirmación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: una persona, un individuo con sus características bien determinadas. Con la fecundación se inicia la aventura de una vida humana»[1].
Una vez más hemos de afirmar que «la vida humana ya concebida ha de ser salvaguardada con extremados cuidados; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables»[2].
Y como ya señalamos a propósito de la RU-486 «el aborto con píldora es también un crimen»[3], pues se trata de la eliminación de un ser humano inocente.
3. La difusión, la prescripción y el uso de la píldora del día siguiente son, por tanto, prácticas moralmente reprobables por tratarse de un aborto provocado. De ello son también responsables todos aquellos que cooperan con tal procedimiento. En consecuencia, si se lleva a efecto su comercialización, exhortamos a todos los profesionales de la medicina y de la farmacia a ejercer su derecho de objeción de conciencia, que testimonie con fuerza el valor inalienable de la vida humana, defendiendo la más débil e indefensa, como es el caso del embrión humano, víctima inocente de una cultura y de una política incapaz de sostener adecuadamente la dignidad de la persona y la vida humana.
4. Con el fin de evitar estas prácticas, exhortamos a promover una verdadera educación afectivo-sexual que ayude a los adolescentes y jóvenes a vivir la sexualidad de forma responsable. Educación que lleve a la persona a reconocer su propia dignidad y la del otro, y a respetar las leyes morales, para hacer posible una maduración que le capacite para la donación de sí misma en el matrimonio.
Es tiempo de que nuestra sociedad, más allá de las propagandas engañosas del sexo libre y del sexo seguro, empiece a hablar y a educar en el sexo responsable, al igual que pedimos a los jóvenes responsabilidad en la bebida, en las drogas y en el tráfico rodado.
A los padres, primeros responsables de la educación de sus hijos, a los colegios religiosos e instituciones eclesiales, y a todos los implicados en tareas educativas, les invitamos a educar en la verdad y el sentido de la sexualidad y del amor humano. Se trata de una tarea especialmente necesaria y urgente en nuestra sociedad permisiva. Está en juego la dignidad del hombre y la misma vida humana.
[1] Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium Vitae, 60. Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración sobre el aborto procurado (18 de noviembre de 1974), 12-13. AAS 66 (1974).
[2] Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 51.
[3] Conferencia Episcopal Española, Declaración de la Comisión permanente, El aborto con píldora es también un crimen, 17 de junio de 1998.
En la imagen, un farmacéutico muestra una píldora poscoital.
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