En la primera edición del show enarbolaron banderas y pancartas para asegurar que la familia es la unión en matrimonio de un hombre y una mujer y sin ella el futuro de la humanidad está en peligro. Para promocionar la tercera edición del espectáculo “bautizado” como misa de la Familia los monseñores se han lanzado de nuevo a la arena mediática y para ello no han dudado en “calentar motores” utilizando dos de sus tácticas más habituales, la amenaza y la falacia.
Nada que objetar a que amenacen a sus fieles con el fuego eterno si no asisten al evento previsto porque estarían “pecando por omisión” pero de ninguna manera se puede permitir que manipulen y falseen la realidad sobre la violencia de género en beneficio de sus intereses.
Entre los paladines de su encarnizada defensa de un modelo de sociedad obsoleto y ultraconservador merece especial relevancia el obispo que no tuvo reparos a la hora de oficiar una misa presidida por la bandera franquista, en un acto que podría calificarse de fascismo en estado puro, el mismo prelado que estos últimos días volvió a hacer gala de su fundamentalismo al asegurar que "las parejas de hecho ganan en violencia doméstica a los matrimonios, tanto en cifras absolutas como relativas”.
Declaraciones encaminadas a la defensa del único modelo de familia válido para una iglesia, la católica, empeñada en ignorar que la familia es una estructura social, probablemente la más compleja de todas, sujeta a cambios en los diferentes contextos sociales y que la “familia nuclear” es una más entre los diversos tipos de familia que existen.
Considera Juan Antonio Reig Plá, presidente de la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y obispo de Alcalá de Henares, que “Los matrimonios canónicamente constituidos tienen menos casos de violencia doméstica que aquellos que son parejas de hecho o personas que viven inestablemente”. Si es un hecho empírico que el estado civil de las víctimas no incide en los factores determinantes de la violencia de género, vincular la violencia machista a la pérdida de la familia tradicional es una falacia por parte de quienes defienden aquello de “hasta que la muerte os separe…”.