La misma paz lleves que tranquilidad dejas.
Pocas veces habrá sido tan unánime el suspiro de alivio como en esta ocasión. En pocas ocasiones la dimisión de un ministro ha concitado más acuerdos y aportado mayor tranquilidad.
Probablemente nunca sabremos la verdad, seguro que nos costará conocer la realidad de los acontecimientos, las versiones que circularán a partir de ahora serán completa y absolutamente dispares, tendremos que valernos de nuestro instinto para evaluar los acontecimientos que estamos viviendo.
Los hechos cronológicos podemos establecerlos de la siguiente forma:
El ala dura del PP – con la ayuda de los obispos – busca pescar en el vivero de votos vinculado a la ortodoxia eclesiástica católica. Para hacerse con ese puñado de papeletas ofrece en su programa electoral la modificación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo aprobada durante el gobierno de Zapatero.
Que fuera una de las propuestas del programa electoral descoloca a algunos representantes elegidos, ello nos da idea del grado de compromiso ético de partidos y diputados; o bien no se leen los programas, pues a no pocos políticos del PP les resultó sorprendente la iniciativa reformadora de la ley de interrupción del embarazo o, si los leen, no tienen ninguna intención de cumplirlos, de ahí su extrañeza cuando aparece en el horizonte una disposición que les marca la ruta para el cumplimiento de sus promesas electorales.
Sea como fuere, el caso es que el proyecto de ley de protección de derechos del concebido no nacido, como la enuncia el ministro de justicia, es estudiado por el ejecutivo y se decide informar al grupo parlamentario.
Se realizan las consultas a los colegios profesionales, a los juristas para buscar posibles deficiencias en el proyecto de ley y mal que bien, a pesar de contar con la oposición de una gran mayoría de formaciones sociales, la futura ley – que empieza a conocerse como ley Gallardón – va tomando forma.
Para ser sinceros la incipiente norma tiene en contra a todos los colectivos excepto a los que siguen pensando que sus creencias religiosas son las únicas y verdaderas e intentan imponerlas a los demás, por disparatadas que sean.
Fueron posicionándose eminentes personalidades del PP, a favor los pertenecientes y simpatizantes de: OPUS Dei, Legionarios de Cristo, Kikos,…y etcéteras de parecidas tendencias. Discrepando de la reforma se posicionan Villalobos, Cifuentes y otras figuras del partido. Pero sobre todo estaban en contra las encuestas de opinión entre los y las votantes del PP. Esto sí que era argumento de peso.
El definitivo golpe de gracia al proyecto se lo proporcionó el resultado de las elecciones europeas. El escaso margen en la escuálida victoria, la perdida efectiva de votos, unido a la aparición del fenómeno Podemos invitó a la reflexión de los gurús del partido del gobierno.
Algo había que hacer. A la vuelta de la esquina se vislumbran las municipales y autonómicas, y un poquito más allá las generales.
¿Merece la pena el desgaste electoral que representa la reforma?
Una vez sopesados pros y contras, se culmina que ni es tan urgente, ni tan importante, ni tan demandado. Unos cuantos votos de ultra católicos es un precio pequeño en comparación a la sangría que puede producirse si se lleva la ley al congreso de los diputados para su tramitación. Con las dudas se va demorando la decisión – estrategia Rajoy – hasta que el mismo Mariano manda la propuesta de Gallardón al limbo de los concebidos y no nacidos ¡Vaya parece un aborto usando la ley de plazos!
Naturalmente alguien va a tener que pagar el pato del traspié. Es impensable que se pueda pasar de puntillas por un asunto que ha tenido tanta trascendencia mediática sin que el desliz provoque victimas.
En esta ocasión la paciencia de Rajoy obtiene sus frutos. Gallardón, un ser henchido de soberbia y pagado de su ego, mordió el anzuelo. Aceptó el caramelo envenenado que le ofrecía Rajoy, sin reparar que era el pago al que Mariano estaba obligado desde el día que fue señalado por el dedo de Aznar. El presidente de Gobierno cumplió con su parte del trato cuando nombró a Gallardón ministro para dejar libre el camino de Ana Botella hacia la alcaldía de Madrid. En realidad ofreció a Alberto un ministerio en el que enterrar sus aspiraciones políticas. Rajoy no ha olvidado la delicada situación en la que le colocaron los enfrentamientos Esperanza versus Gallardón.
El cometido teórico para Gallardón era modernizar la justicia, la realidad es que pasará a la historia de la democracia como el ministro que eliminó de la sociedad el concepto de justicia universal con sus tasas. La justicia dejo de ser ciega para mirar la cartera de los litigantes.
Se le recordará como el ministro que regaló a los Registradores las herramientas pagadas con el dinero de todos y al servicio de los compas de su jefe. Privatización de los medios de producción, socialización de los costes de implantación. El más puro estilo de política neoliberal; pagamos todos se benefician unos pocos.
La guinda de su labor al frente del ministerio ha sido la reforma de la ley del aborto. El fracaso que ha supuesto su labor le ha dejado a los pies de los caballos. Sin apoyos en el gobierno, enfrentado a pesos pesados de la dirección del partido, a una parte importante del grupo parlamentario y desvanecido su afán de alcanzar mayores glorias políticas, ha presentado su dimisión al presidente del Gobierno y sin muchos reparos le ha sido aceptada. El yerno de Utrera Molina (ex ministro franquista) ha dimitido.
El político de quien su propio padre llegó a decir ¨si pensáis que yo soy de derechas es porque no conocéis a mi hijo Alberto¨, ha puesto fin – no sabemos si definitivamente – a sus aspiraciones de suceder a Mariano Rajoy en la presidencia del PP.
La historia no ha terminado. Finiquitado el asunto Gallardón, ahora tendremos que estar atentos a los próximos movimientos del entorno de Rajoy para conocer cuál va a ser el retiro político de Aguirre una vez descabezado el grupo mediático que la apoya en contra del Presidente. Todo está relacionado.
No podemos perdernos los siguientes capítulos: ¨La resistencia de Esperanza¨ y ¨La venganza de D. Alberto¨.
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