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Los obispos rebajan sus críticas al Gobierno en la misa por las familias

Los organizadores admiten que la asistencia ha caído a la mitad en un año

Quien asistiera ayer a la plaza de Colón de Madrid a escuchar de nuevo un ataque frontal a las políticas del Gobierno del PSOE, sin duda tuvo que salir decepcionado. La misa por la familia organizada por el Arzobispado de Madrid y los movimientos eclesiales congregó a menos gente que el año pasado. Los organizadores cifraron la asistencia en 2007 en dos millones, y ayer en un millón. Según los cálculos de este periódico, hace un año asistieron 158.000 personas, lo que, aplicando la misma proporción, arrojaría menos de 100.000 éste.

El tono fue mucho menos beligerante, centrándose en la defensa de la familia cristiana y el rechazo del aborto: "Estremece el hecho y el número de los que son sacrificados por la sobrecogedora crueldad del aborto, una de las lacras más terribles de nuestro tiempo tan orgulloso de sí mismo y de su progreso. Ellos son los nuevos Santos Inocentes". A estas palabras del cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Antonio María Rouco Varela, siguió un caluroso aplauso. Rouco, acompañado por otros 36 obispos (hay unos 115 en España), fue el encargado de dirigir una misa que comenzó con problemas técnicos -la conexión con el Vaticano se cortó justo cuando el Papa saludó a las familias concentradas en Madrid-. Los asistentes parecían haber interiorizado las palabras pronunciadas los últimos días del obispo auxiliar de Madrid, César Franco: "No queremos molestar a nadie". Minutos antes de la misa, que comenzó a mediodía, dos jóvenes de 20 años, Antonio y Lucas, aseguraban que no estaban allí contra nadie, sino para decir "que la familia es el centro de la sociedad", aunque matizaban: "El matrimonio es entre un hombre y una mujer, no reconocemos ningún otro tipo de familia".

"¡Viva el Papa!"

También se celebraron concentraciones eucarísticas similares en Barcelona, Sevilla y Bilbao, pero en Madrid se reunieron grupos llegados en autobús desde muchos lugares, como Jerez, Toledo o Ávila. Entre banderas españolas y vaticanas, entre las sillas plegables, los hombres y mujeres luchando por conectar el flash de la cámara o los abuelos con nietos agarrados a su consola, el tono callado de una misa se apoderó de los asistentes y sólo se rompió en contadas ocasiones para aplaudir o gritar: "¡Viva el Papa!".

A diferencia del acto lleno de discursos del año pasado, el mensaje central lo lanzó ayer Rouco Varela con su homilía. "La cultura del relativismo egoísta, del interés y de la competencia de todos contra todos, y la cultura de la muerte son muy poderosas", dijo. Y defendió el "modelo de la verdadera familia, cuya actualidad no pasa nunca", y a unos niños que "necesitan del amor de un padre y de una madre para poder ser engendrados, traídos al mundo, criados y educados". Finalmente, en diferido, se escuchó a Benedicto XVI dirigirse a los asistentes para pedirles que no dejen que se desvirtúe "el amor, la apertura a la vida y los lazos incomparables" que unen sus hogares.

Algunas personas empezaron a retirarse tras el sermón -la temperatura era de unos 8 grados-, pero la mayoría aguantó hasta el final, cerca de las dos de la tarde. Si Esteban Corrales (64 años) explicaba su asistencia porque es "muy creyente y practicante", un matrimonio a su lado decía haber acudido, simplemente, a convocatoria de su obispo. "El año pasado fue más bonito", comentaban dos señoras mientras se alejaban de la plaza de Colón.

Concentraciones antiabortistas

Si la crítica al aborto fue ayer uno de los principales mensajes del presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, en el día de los Santos Inocentes pequeños grupos antiabortistas se concentraron frente a clínicas de interrupción del embarazo de distintas ciudades. En la mayoría de ellas, la convocatoria era a las doce, pero en Madrid, frente a clínica Dator, unas 50 personas lo adelantaron a las diez para poder asistir después a la misa de las familias que se celebró en la plaza de Colón.

Durante la concentración, poco antes de las once, la Policía detuvo a dos de los manifestantes que intentaron atravesar el cordón que media docena de agentes había formado a la puerta de la clínica. Frente a una lona negra cubierta de cruces blancas, el resto protestaba contra el aborto, que equiparan con la muerte de niños, y se quejaba de la actual normativa -hoy en proceso de reforma- porque consideran que ha aumentado el número de interrupciones voluntarias del embarazo.

A las once, uno de los manifestantes dio por concluida la concentración de protesta, y les invitó a desplazarse para asistir al encuentro de las familias cristianas.

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