El líder del PSOE asegura que el PSC aún puede «dar la sorpresa» el 28-N
José Luis Rodríguez Zapatero escogió el laicismo y las críticas veladas a la curia vaticana para poner a prueba ayer su nivel de popularidad entre el electorado socialista catalán. El líder del PSOE apoyó al presidente de la Generalitat y líder del PSC, José Montilla, en un mitin en Viladecans, en pleno cinturón rojo de Barcelona. Y respondió a las críticas del líder del PP, Mariano Rajoy, y de Convergència i Unió por no haber asistido a la misa del papa Benedicto XVI en Barcelona el domingo de la semana pasada. "¿Pero qué quiere Rajoy, que hagamos las leyes que quiere el Papa? No, haremos las leyes que quieren el Parlamento y los ciudadanos de este país, para todos y con igualdad", dijo.
Zapatero logró con estas palabras la ovación de las 2.000 personas que asistieron al mitin, y recordó que España ha vivido "décadas y décadas" en las que se han tenido que aceptar "las leyes, los códigos de conducta y una determinada forma de ver la vida y la religión". La situación ha cambiado, dijo, porque la mayoría de ciudadanos no quiere imposiciones morales.
Son ideas que Zapatero prefirió guardarse para sí mismo la semana pasada, cuando el Papa visitó Santiago de Compostela y Barcelona. El presidente apenas coincidió con el Pontífice entonces porque decidió aprovechar el fin de semana para visitar a las tropas españolas en Afganistán. Solo coincidió con Benedicto XVI durante una audiencia de diez minutos en el aeropuerto de Barcelona antes de la ceremonia de despedida del Papa. Según fuentes de La Moncloa, Zapatero ya le recordó entonces al Pontífice que la Constitución garantiza la libertad de culto en España. A las críticas de Benedicto XVI sobre el "laicismo agresivo", Zapatero replicó que la distancia entre Iglesia y Estado en España también es fruto de la aconfesionalidad que dicta la Constitución.
Entre los que ayer aplaudieron a Zapatero desde primera fila estaba José Montilla, que sí acudió a la misa papal celebrada en el templo de la Sagrada Familia. Zapatero logró otro aplauso con su defensa del matrimonio homosexual, pero evitó cualquier referencia a su decisión de apear de la agenda de esta legislatura la Ley de Libertad Religiosa que, entre otras cosas, debía servir para reforzar la neutralidad de los poderes públicos ante las diferentes confesiones y retirar los crucifijos de lugares públicos como las escuelas. En tiempos de crisis esta ley ya no es una prioridad, considera el Gobierno.
Como ya hizo el sábado el ministro de Interior, vicepresidente y portavoz del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, el presidente también defendió las reformas emprendidas para afrontar la crisis, argumentando que se hacen para salvar el sistema e hizo bandera de las leyes de la Dependencia e Igualdad. En cambio, no hizo ninguna referencia al Estatuto catalán ni a la intención de defenderlo, como hizo Rubalcaba el sábado.
Zapatero sí cargó contra la derecha, personalizada en el Partido Popular, en dos capítulos. Primero responsabilizó de la actual tasa de paro a su modelo económico, "basado en el ladrillo"; y después le reprochó sus ataques a Cataluña. Hasta el punto de exigir a Rajoy que se comprometa a no volverlos a hacer. Y al líder de Convergència, Artur Mas, que no pacte con él.
Precisamente hablando de Mas inició Montilla su intervención. Le recordó a Zapatero que, bajo su apariencia moderada, su adversario representa la derecha que admira a David Cameron, el premier británico: "Mas ya no disimula y prefiere a Rajoy de presidente. Entre Rajoy y tú prefieren al líder de la catalanofobia", le espetó, al tiempo que criticó de nuevo el "hueso independentista" que asegura que tiene Mas bajo otras dos capas de piel: una estatutaria y otra soberanista.
Zapatero cerró el mitin de Viladecans piropeando a Montilla -"cada día te veo más presidente"- y aseguró que la remontada es posible. "Podemos dar la sorpresa", proclamó.
Recalificaciones
Mitin en Viladecans. El habitáculo sería amplio si se tratara del living-room de Falete, pero resulta un tanto canijo para la visita de un presi de Gobierno. Parece que ha costado llenar la sala, que ahora está copada por el usuario de mítines electorales del PSC, un ser entrado en años que ha visto cosas que nunca jamás podrías imaginar, autobuses ardiendo más allá de Orión, yendo a un mitin del PSC en el cinturón, etcétera. Se trata de una masa con carnet, comúnmente con algún tipo de relación profesional con el partido. Y muy difícil de intelectualizar. Quien la intelectualiza, y además intelectualiza casos como el de la anterior cap de districte de Ciutat Vella, lidera el PSC. Vaya, empieza la cosa. Habla Montilla. Montilla está ganando luminosidad. Es decir, está perdiendo esa cara neutra de alcalde del cinturón que por defecto profesional fabrican en su rostro los alcaldes del cinturón para no ser recordados. Gracias a esa cara, por ejemplo, el ex alcalde de Santa Coloma puede ir a por tabaco sin que los niños le tiren piedras. Montilla expone sus logros. Que son obras públicas. El PSC se parece al MOPU en que lo arregla todo con hormigón. Aun así, el discurso de Montilla es sumamente eléctrico. Si se compara con el de ZP, que hoy no ha venido fino. Momento glorioso: esboza la derecha a través del anterior modelo económico de "recalificación y construcción (sic)". Momento el que se produce un silencio en la sala. No alude a la razón de Estado, palabros con los que explica en jornada laboral sus ulteriores políticas. Léon Blum fue, por cierto, el primer estadista de izquierdas que formuló la razón de Estado. Cuando acabó de explicarlo, estaba llorando. Hoy, el Estado no hace llorar a las izquierdas salvo cuando lo pierden. Finaliza el mitin. Salimos. Contemplamos un barrio de reciente edificación. Vacío. El anterior modelo ese. Que le quiten lo bailao.
GUILLEM MARTÍNEZ