Las autoridades sanitarias tienen dificultades para controlar el brote, puesto que algunas de las sectas religiosas cristianas apostólicas del país impiden que los niños sean vacunados.
Se calcula que, de los más de 12 millones de habitantes de Zimbabue, un millón pertenecen a sectas apostólicas, de las que la mayoría se opone a la vacunación, el uso de medicamentos y la cirugía y otras intervenciones médicas y utiliza remedios religiosos, como la oración y aplicaciones de agua bendita.
El gobernador del Área Central de Zimbabue, Jason Machaya, dijo a los periodistas que el sarampión, una enfermedad muy contagiosa, ha acabado con la vida de casi 50 niños en las dos últimas semanas en los distritos rurales de Gowke Norte y Gowke Sur.
Como resultado, en algunas zonas de Zimbabue efectivos de la Policía colaboran con las autoridades sanitarias para obligar a los padres que pertenecen a sectas religiosas reacias a la vacunación a que acudan con sus hijos a los centros sanitarios.
Según funcionarios del Gobierno, para luchar contra epidemias como ésta se deben modificar ciertas leyes sanitarias locales para evitar el contagio masivo de enfermedades, como sucedió durante 2008 y 2009, cuando más de 4.000 zimbabuenses murieron a causa del cólera.
"Tenemos que contar con el apoyo de leyes que den autoridad a nuestros trabajadores sanitarios para que, cuando surja un brote, puedan ayudar a la población sin problemas", dijo hoy al diario gubernamental "The Herald" la directora del Departamento de Control de Epidemias del Ministerio de Salud, Portia Manangazira.
Por su parte, las agencias de ayuda humanitaria, entre las que se encuentra Médicos Sin Fronteras (MSF), han iniciado una campaña de vacunación en el distrito depauperado de Buhera, en el este de Zimbabue, donde más de 20 menores han muerto de sarampión.
Las autoridades sanitarias han denunciado además que los continuos cortes de luz en Zimbabue suponen una dificultad añadida en su lucha contra las epidemias, puesto que muchos centros médicos no consiguen mantener las vacunas a las bajas temperaturas requeridas para que se conserven activas.