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Con la mano sobre la Biblia

Para los gobiernos del Partido Popular de la ciudad de Jaén la aconfesionalidad no existe.

El artículo 16.3 de nuestra Constitución establece que: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. Dicho así, sobre todo por la última parte, lo que se recoge es la predominancia de la Iglesia Católica sobre otras confesiones, materializada en la inclusión del adoctrinamiento católico o catequesis en el horario lectivo del sistema público de educación, o en la casilla de la Renta. Esto ya es incompatible con la anunciada aconfesionalidad del Estado. Nadie entendería que en la Renta apareciera una casilla para la financiación del Real Madrid o que un ministro prometiera su cargo posando su mano sobre los estatutos de su club de pádel. Por tanto, parece poco comprensible que en este país la aconfesionalidad quede al arbitrio del administrador de turno. La Constitución Española ampara la práctica de cualquier religión, como ampara la práctica de cualquier deporte “sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley” (artículo 16.1).  De este modo, cualquier español o española tiene derecho a educar a sus hijos en los valores del cristianismo, como tiene todo el derecho del mundo a apuntarlos  a judo.

Para los gobiernos del Partido Popular de la ciudad de Jaén la aconfesionalidad no existe, la ciudad no pertenece al Estado español o yo en mi cortijo hago lo que quiero. Ya en tiempos de Sánchez de Alcázar se dedicó el Parque del Bulevar a Juan Pablo II, conocidos sus méritos por el mejor vivir de la mayor parte de los mortales. Pero será el Excmo. y Rvdmo. señor José Enrique Fernández de Moya, alcalde de Jaén por la gracia de Dios, el más estricto incumplidor de la Constitución en lo referente a la aconfesionalidad estatal. Comienza su legislatura otorgando la Medalla de Oro a la Virgen de la Cabeza y nombrándola hija adoptiva de la ciudad, aunque la madre de Dios no tuvo lugar para venir a nuestra ciudad a recoger el galardón, por lo que tratándose de quién es la corporación municipal se trasladó al Cerro del Cabezo para la entrega. Decía entonces el alcalde que "es motivo de orgullo y satisfacción este reconocimiento que se produce a la Patrona de la Diócesis de la provincia por parte de la capital". También hemos visto invadido el espacio público, es decir, el de todos los jiennenses, con la celebración de macroprocesiones y magnas catequesis apoyadas, incluso económicamente, por el Ayuntamiento de Jaén.

monolito Virgen Cabeza polideportivo Jaén

Más recientemente, nuestro alcalde, porque es el alcalde de todos, ha inaugurado un monolito en honor a la Virgen de la Cabeza en las instalaciones deportivas de La Salobreja, para que nuestros deportistas puedan encomendarse a ella antes de un partido o rezarle un rosario tras una carrera en la que han batido su marca personal. Ah no, que la razón es que estas instalaciones son el punto de partida de la peregrinación anual al Cerro del Cabezo. Bueno, eso y que la “devoción y fervor popular queda representado con este monumento que simboliza el cariño y la fe especial que sentimos los jiennenses por la Virgen de la Cabeza", dando por hecho que todos los jiennenses somos miembros de la misma secta, como queda confirmado cuando declara en un artículo publicado por Ideal el pasado 26 de abril, que defiende “la libertad religiosa en plenitud, la laicidad en los términos que establece la Constitución, pero nuestras creencias religiosas y católicas son las que son”. La negrita es mía.

Todos estos hitos de la vuelta al nacionalcatolicismo han sido puntualmente denunciados por Jaén Laico/Europa Laica.

Los miembros del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Jaén tienen derecho, por supuesto, a tener las creencias religiosas que quieran, a ir a misa de ocho cada día o a recitar el Jesusito de mi vida cada noche antes de acostarse. Pero en la medida en que son representantes de los ciudadanos y ciudadanas de Jaén, no tienen derecho a gobernar sobre la base de esas creencias, a ir como tales tras un trono en una procesión, a promover homenajes y monumentos a vírgenes, santos y papas, a asistir en razón de su cargo a los que promuevan entidades privadas, a permitir que se siga dando catequesis en la escuela pública que pagamos todos, incluso los no creyentes, que también los hay, y a todo aquello que se sigue haciendo en contra de la aconfesionalidad constitucional. Quizá esto es lo que podemos esperar de aquellos que han jurado su cargo en presencia de un crucifijo y con la mano sobre la biblia.

Matías Gámez Martínez

Jaén, ciudad laica

jurando cargo con biblia y crucifijo

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