En un mundo globalizado, en que los criterios de producción, de benéficos y de competición son la lógica de los mercados, son los considerados las bases del progreso. En Europa, en las naciones más avanzadas para poder continuar su desarrollo industrial y comercial se ha necesitado más mano de obra, produciendo el primer movimiento emigratoria de ciudadanos procedentes de otros países de Europa, donde precariedad y paro eran la realidades sociales de estos Estados, vieron con buenos la emigración hacia esos países más desarrollado que al mismo tiempo aliviaban su problemas internos. Estos primeros emigrantes, procedentes de países de los continentes europeos y educados en la cultura occidental, aunque a veces recibidos con recelos, eran personas que se integraban fácilmente en las naciones de acogida.
La segunda etapa emigratoria es mucho más compleja y hasta cierto punto caótica. Los llegados, muchos procedían de países lejanos y de civilizaciones distintas a la nuestra, por lo que resultaba difícil la adaptación a nuestros valores y a nuestra forma de vida. Las razones de llegada diversas, unas veces razones humanitarias, razones políticas, de guerras, pero también la huida de la miseria y del hambre. La confrontación de grupos, de orígenes tan diversos y arraigados a sus tradiciones y creencias, con los ciudadanos de las naciones europeas produjeron el llamado “Choque de civilizaciones”
Europa, que hasta entonces, la mayoría que llegaban de fuera eran considerados personas en busca de trabajo y mejores condiciones de vida, no imaginaron los problemas que surgirían de la confrontación de culturas y de religiones. Hasta el punto que los ciudadanos europeos consideraban que no se á todavía por venir)trataba de emigración, sino de una invasión peligrosa a los valores fundamentales de las culturas nacionales.
Los políticos, que tampoco estaban preparados a esos fenómenos multiculturales se perdían en debates en los congresos sin encontrar soluciones. Unos minimizaban las realidades y otros proponían medidas extremas. La ciudadanía contemplaba la incapacidad de sus políticos a dominar una situación, para los ciudadanos inconfortable, y que las sesiones se seguían las unas a las otras en discusiones interminables. La ciudadanía desamparada por la inacción efectiva de sus políticos, comenzaron a sostener las tesis y propuestas del populismo, como el mejor remedio a sus males. Y si analizamos los resultados de las votaciones europeas constatamos que los partidos de las fobias son los que mejor han sido votados.
Partiendo del principio que los hombres son los responsables de las culturas, de los hombres también depende que las culturas cambien, se modifiquen y se adapten a las evoluciones propias de los tiempos y los lugares.
Las mentalidades es lo más profundo del interior del hombre, lo más difícil a hacer evolucionar sobre todo cuando se desarrollaron en un contexto tradicional y poco abierto a lo que pueda venir de fuera. Las mentalidades, que tienen sus orígenes lejanos y que tradiciones y creencias que se transmiten religiosamente de una generaciones a otra son la identidad de una sociedad humana a una cultura, una forma de vida y a unos valores. Las mentalidades, por comportar en un conjunto social, los mismos mecanismos mentales, automáticos e inconscientes son casi imposible cambiarlas. El más eficaz medio de adaptar esas mentalidades al nuevo ambiente cultural es la educación y la escuela, sobre todo cuanto se trata de niños.
La UNESCO, que es la Institución Mundial que se ocupa de civilizaciones y culturas, ha definido la cultura de la manera siguiente:
La cultura en su sentido lo más extenso, está considerado como el conjunto de marcas distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Englobando, entre otros las letras y las artes, los modos de vida, los derechos fundamentes de ser humano, les sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. 6/07/1982.
La Unesco al referirse que la cultura es un conjunto de marcas distintivas nos hace remarcar que en el mundo las culturas son diversas sin más criterios que el de la diferencia. Las marcas que más influencias las diferencias y las que se confrontan con otras culturas son las formas de vida, el sistema de valores y de las creencias. Son estas las que determinan los comportamientos sociales y las causas de fricción en la ciudadanía y en la harmonía en la convivencia.
Las niñas con el fular islámico se presentan conforme a lo que su cultura les exige y a la educación recibida de sus padres. Como no han conocido otra cosa, el velo para ellas es natural y adecuado. No tienen como niñas intención de provocar ni de exaltar su religión y costumbres. Viven bajo la presión de la autoridad del padre o del hombre y deben obediencia ciega a la autoridad masculina de la familia. Sus valores a esta edad inculcados nunca representaron problemas para ellas. Si nacieron en cultura islámica tampoco son responsables, siguen la trayectoria del destino como la siguen todos los hombres, en esto no son diferentes a nosotros.
Los nacidos durante la Dictadura de Franco, estábamos obligados a ser educados en la cultura del Nacional Catolicismo. Obligación del bautismo, lo antes posible para estar seguros que en caso de muerte no fuéramos al limbo. Más tarde y todavía muy jovencitos, obligación de recibir la primera la primera comunión, Y, cuando se calculaba que los niños comenzaban a pecar se les conducía a la confesión para contarle al cura las faltas infantiles y recibir la justa penitencia. Y a la edad del despertar de la sexualidad, el confesor era entonces el padre espiritual de confianza al que debíamos contarle todo sin tener vergüenza de los detalles… todo quedaba en el secreto de la confesión. Como signo de buena educación besábamos las manos de los curas. En los colegios religiosos, lo mismo cantábamos el cara al sol que los himnos a María y a todos los santos. Este era el velo católico simbólico que cubrían las cabezas.
Los mismos principios de imposición como el velo islámico a las niñas. La misma cultura de todos los países donde no existe la democracia. Donde religión y política, juntas pueden doblegar a los pueblos a los intereses de Dios y de la patria…
No existe razón para excluir de la escuela a estas niñas por llevar el velo islámico. Demasiados jóvenes para acusarlas de ser agentes de propaganda de exaltación de su religión. No les demos las mismas responsabilidades que a la de los adultos, los que si pueden aprovecharse de estas niñas para significar lo que ellas todavía no comprenden. Si un niño se presenta al colegio con una gran cruz sobre el pecho, siempre hay un adulto detrás.
El fular islámico, no es solo un símbolo religioso, sino también una marca distintiva a una cultura vestimentaria de un pueblo. Criterio de importancia para no centrarse únicamente en el símbolo religioso. El velo islámico no perturba, ni es un problema para las otras niñas del grupo escolar. A los perturba y molesta son a ciertas autoridades de centros de enseñanza y ciertos padres que son los que perciben los problemas. Es el miedo (imaginario) que sienten ciertas personas a que los niños de nuestra cultura sean contaminados al contacto con las niñas del velo islámico.
Como laico, defiendo a estas niñas de la exclusión de la escuela por no ser ellas el símbolo de una religión, sino el de la sumisión a una cultura, como los españoles lo fuimos, durante siglos, a la cultura católica. Mejor acogerlas y educarlas en los valores democráticos, en la educación ciudadana (que está todavía por venir) para prepararlas a que cuando sean adultas pueden entonces escoger sus convicciones y sus creencias que les serán respetadas en una sociedad democrática donde desean vivir. Por otra parte, consideremos que estas exclusiones conciernen solo las mujeres, en contradicción con la cultura democrática en que hombres y mujeres son considerados iguales.
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