La versión del Opus que presenta la famosa novela y su versión cinematográfica es, sin duda, una caricatura pero de alguna manera recoge los tres elementos esenciales de la condición del numerario opusdeista.
- La mortificación corporal, símbolo de la más importante, la mental, esa sumisión del juicio, esa transformación del adulto en niño robot, en que consiste la observancia en la Obra.
- La obediencia al superior hasta la inmoralidad y la delincuencia, el fin justifica los medios.
- El apetito por la intriga más que por la santificación del trabajo ordinario. La operación Banco Popular, el cerco a la Monarquía española, la financiación del anticomunismo polaco, etc, ejemplifican la trama de la novela. El propio Escrivá dio ejemplo al respecto.
Cuenta el historiador Paul Preston: “Durante una estancia en Roma en marzo de 1950, don Juan de Borbón recibió la visita del padre Josemaría Escrivá de Balaguer. Por entonces, el fundador del Opus Dei residía en Italia mientras se esforzaba por lograr pleno reconocimiento del Vaticano para su organización. Escrivá reprochó duramente a don Juan que mantuviera a su hijo en Portugal, diciéndole que estaba mal aconsejado y mal informado sobre la verdadera situación española, y recomendándole que enviara otra vez a España al Príncipe, donde recibiría la debida educación patriótica. Las notas de Escrivá sobre su conversación fueron diligentemente remitidas a Franco. Es probable que en este encuentro se plantara la semilla de la posterior participación del Opus Dei en la formación de Juan Carlos” (Juan Carlos. El Rey de un pueblo. De Bolsillo, España 2004, pags. 82 y 83).
Más adelante Preston escribe: “En 1951 se incorporó al claustro de profesores del Príncipe Angel López Amo, un joven del Opus Dei profesor de Historia del Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela. Este sería uno de los primeros frutos de la entrevista de don Juan y monseñor Escrivá en Roma. Fue prácticamente el comienzo de la fuerte influencia del Opus Dei en la formación del Príncipe” (ibidem pag. 86). Federico Suárez Verdeguer, su capellán, recientemente fallecido y Laura Hurtado de Mendoza, secretaria de la Reina desde antes de serlo hasta su reciente jubilación, son los miembros del Opus Dei que han permanecido más tiempo en la Casa Real.
Pero la crítica de hoy contra el Opus no tiene tanto que ver con su afán por acceder al poder político y económico, más propio de otras épocas (Véase mi “La Evolución del Opus Dei”, Actas del Congreso de Sociología de La Coruña, 1999) cuanto con sus graves problemas internos y entre ellos, su agresividad en el proselitismo de menores, el control sectario sobre la vida de los numerarios, la confusión entre gobierno y dirección espiritual, la actitud negativa con los cada vez más frecuentes abandonos y el progresivo deterioro de la salud mental de sus miembros.
Porque un subproducto del carácter sectario del Opus Dei es el incremento de las enfermedades mentales entre sus miembros solteros y su intento de solución mediante las técnicas de control psicológico que se practican desde hace años en un recinto cerrado de la Clínica Universitaria de Navarra. (“La Cuarta Planta” Revista 'El Siglo' Nº 605, del 31 de mayo al 6 de junio de 2004).
Más que el ataque a los dogmas de la Iglesia, el trozo del Código de Vinci que más preocupa a los dirigentes del Opus es la supuesta entrevista que el Papa tiene con el superior general de la Obra donde le previene de la posible prohibición de la organización por esos motivos.
Precisamente en otoño de 2005, un grupo de ex miembros de diez países dirigieron una carta denuncia al Vaticano documentando todos esos aspectos con testimonios de su propia experiencia (Véase: www.opuslibros.org). De acuerdo a esa documentación parece que el Opus ha ido perdiendo su perfil religioso y se ha transformado en una secta cuya principal actividad interna es el control del comportamiento de sus socios numerarios.
La citada página web, que desde 2002 transcribe los documentos que el Opus no publica y recoge testimonios de antiguos miembros, se ha convertido, junto a páginas similares mantenidas en Estados Unidos y Brasil, en un modo de contrarrestar el secretismo con el que el Opus Dei gestiona su información. Este secretismo alcanza a sus propios miembros a los que mantiene ignorantes de extremos tan importantes como la transformación del status del numerario laico, antes espina dorsal de la institución y hoy apenas un cooperador “ad hoc”, de acuerdo a la naturaleza básicamente clerical que adoptó el Opus cuando se convirtió en Prelatura. Escrivá buscaba la independencia del control de los obispos y terminó alojando su organización en un molde, la Prelatura personal, cuyo carácter básicamente clerical fue ratificado por el actual Pontífice.