Han existido personajes que la Humanidad, en premio a sus deméritos, ha condenado al olvido eterno. Alguno, sin embargo, desde el segundo foso del octavo círculo del infierno dantesco, grita. Cada vez que Bono grita los franquistas recuperan el aliento. El los piensa y ellos se reproducen. Por eso, se dice, que las misteriosas apariciones de Bono, retirado, como San Jerónimo, a una caverna, forman parte de una estrategia clerical: contribuir en todo lo posible a que el PSOE acabe desapareciendo, como ocurre con los socialistas y comunistas en otros países como Italia y Francia, para, sobre sus cenizas, reorganizar la Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA, y, si no se pudiera, organizar el Partido Nacional Católico Capitalista. PNCC.
Sería una garantía para que acabe desapareciendo el PSOE que Bono se presentara en su nombre como salvador de la patria. Con Leguina e Ibarra podrían formar un movimiento triádico cuya síntesis será el caos. Bono es el mejor candidato del clero, el mejor candidato de la Banca, el mejor candidato de la monarquía y el mejor candidato de la extrema derecha.
Ha jurado, como Tejero, por sus “cataplines”, que es donde residen las esencias del buen patriota, que castrará a los catalanes para impedir que se reproduzcan y que les pondrá un bozal para que sólo se les entienda cuando hablen en español. Además ha decidido cambiar el nombre de Cataluña por el de “Nueva España”. Bono es ese tipo de personajes que aparecen en la Historia sin que nadie los haya invitado. Al igual que un tal Luis Napoleón, son inesperados fantasmas del pasado, que emergen desde los siniestros fondos del lumpemproletariado social, económico e intelectual. Si es que ahí hay algo de inteligencia.
Y sin embargo, de puntillas sobre sus propios tacones, empiezan a sentirse imprescindibles para cambiar el rumbo de una Historia que evolucionaba en dirección al progreso. El, tan providencial para la Iglesia católica como lo fueron Mussolini, Hitler y Franco, salvará a los españoles de sus propias perversiones. En nombre de la Cruz. Y de España, Una, Grande y Libre…de progresistas pero llena de curas. Y dirigida por eunucos.
Y henos aquí ante un personaje intelectualmente sin contenido, si no es recurriendo a la lectura de la doctrina cristiana y a los Hechos de los Apóstoles, y tan políticamente inútil para una sociedad en progreso, a la que odia desde que le bautizaron. Tan católico como Franco, tan monárquico como los carlistas y tan nacionalista como Hitler, Bono es un patético esperpento engendrado en las cavernas del nacionalcatolicismo y en los faldones del clero que por un error del espacio/tiempo apareció, entre redobles de tambores nazarenos, en un portal de Belén, estratégicamente colocado en la catedral de Toledo. A los pies del Primado de las Españas. Olía a incienso. Y sigue apestando.
Con estas luces se nos presenta como el mejor candidato del clero, como el mejor candidato a Capitán general de los ejércitos y de las divisiones del papa, como el mejor candidato del monarca, como el mejor candidato de la oligarquía financiera, con la que comparte, junto con Iglesia, una especie de Trinidad, dispuesta a proteger los intereses del Capital y de Dios contra todos los progresistas, ateos, hedonistas y pervertidos que se atrevan a ponérsele en frente. Una Trinidad contra el pueblo, ese enemigo que se atreve a pensar por sí mismo.
Creían, los librepensadores y pervertidos, que la España carlista, rancia, clerical y franquista había sido enterrada por el olvido e indiferencia de los españoles, pero he aquí que Bono, esta especie de Capitán Trueno salido de una novela de Cervantes, como el Quijote, se ha propuesto conducirnos a todos hasta el cielo. Aunque sea a porrazos.
Se dice de él, como buen católico, franquista, falangista y capitalista, virtudes de las que presume en público porque de ellas se siente orgulloso, que ha jurado ante el Altar de sus Mayores y ante la virgen del Pilar, que España debe recuperar sus mejores esencias. Y para descubrirlas, ha descendido, hasta los calabozos de la Inquisición, en los que ya están instalando luz eléctrica para ponerlos en funcionamiento, cuando conquiste el Poder.
En esos calabozos, dicen sus panegiristas y hagiógrafos, ha encontrado los fundamentos morales del ser de España. Empolvados, eso sí, pero intactos como virus que permanecen dispuestos a invadir, si no los ordenadores, las conciencias de los españoles que, aunque Bono no lo entienda, no quieren saber nada de su modelo ideal de España. Carcomida y rancia.
En esas cavernas inquisitoriales ha desempolvado un ejemplar inédito del Concilio de Trento. Momento en el que se le iluminó el rostro porque en tan ilustre papiro están escritas, a sangre y fuego, las señas de identidad del buen cristiano, que es la única manera de ser español. Ha proclamado que, por el bien de todos, y porque dios le ha elegido para cumplir esta divina misión, que cuando gane las elecciones volverá a prohibir el divorcio, meterá a las mujeres en la cocina y las obligará, como Mussolini y Hitler, a ser madres. Y de vez en cuando y si la patria lo requiere, harán de putas del Estado y de la Iglesia como esclavas. Que así también se santifican las madres.
Ha jurado que castrará a todos los homosexuales; que prohibirá el placer sexual a todos los casados; que los jóvenes llevarán cinturón de castidad desde que nacen hasta que se mueran y sólo se les permitirá quitárselo, en presencia de una pareja de curas y otra pareja de la guardia civil, cuando tenga que aparearse con mujer a fin de fecundarla divinamente, como a la virgen María, para producir mano de obra barata para el Estado y para engendrar fieles cristianos que engrandezcan la Iglesia.
El aborto será prohibido y las abortistas colgadas de picas; los anticonceptivos serán quemados en presencia de los españoles como advertencia de lo que les ocurrirá, si tienen el valor de usarlos; los cerebros serán succionados para impedir el arte dubitandi; la prensa, la radio y la televisión sólo pondrán música de salmos y retransmitirán procesiones. De vez en cuando también retransmitirán corridas de todos para los señoritos del pueblo y los caciques de provincia.
La enseñanza, cuyas clases se iniciarán cantando “Volverán banderas victoriosas”, tendrá como asignaturas obligatorias la Biblia, Camino, la Imitación de Cristo, la doctrina cristiana y los sermones de Rouco Varela. Y en clases de formación política, además de leerse las encíclicas papales se leerán el Mein Kamp de Hitler, el ensayo de Donoso Cortés sobre el catolicismo, “El genio del cristianismo” de Chateaubriand, “Los elementos del arte del Estado, de Haller, “Del papa” de Maistre…y al final de cada día cantarán el “Cara al Sol”.
Bono saluda a Ratzinger en la visita papal a Barcelona en 2010
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