La Iglesia y la clase política, de derechas e izquierdas, dan por hecho que el pueblo español es católico. Por lo que tratan de atraerse sus simpatías asistiendo a las procesiones, presidiéndolas, vistiéndose de lagarteranas, corriendo como locos y locas al Rocío, educando a sus hijos en colegios católicos, sentándose en los bancos de las Iglesias y sentando un cura en su mesa. Y lo cierto es que, existe una contradicción entre la superestructura y la infraestructura y entre el consciente y subconscientes freudianos. Por lo que psicoanalizando la realidad a través de la encuesta, lo que parece ser, resulta que no es. Y es que las apariencias engañan.
Esta doblez la muestran las encuestas. Todas las del CIS presentan, constantemente, los mismos datos, cuando se refieren a simpatías ideológicas y preocupaciones sociales como feminismo, aborto, asistencia a actos religiosos, valores, violencia contra la mujer…Que nunca aparecen como preocupaciones principales para la existencia. De manera directa, porque indirectamente sí que se reflejan esas simpatías o antipatías cuando se valora a los ministros. Dime cómo valoras a un determinado ministro y te diré lo que te gusta.
Y lo cierto es que no tendríamos que consultar las encuestas para comprobar que España ha dejado de ser católica. Al menos en un 75% de la población. Como mínimo, según las encuestas. No es necesario porque la sociedad, desde la caída de la Dictadura franquista, a la que estuvo vinculada la Iglesia como Madre y Protectora de Franco, transcurre en la práctica como si la doctrina cristiana no existiera. Y si esto es así podríamos llegar a la misma conclusión que Freud en su ensayo “El porvenir de una ilusión”, que las religiones ya han dejado de cumplir su función social represiva porque los ciudadanos viven de espaldas a sus doctrinas. O expresado en términos freudianos, porque viven su sexualidad con gozo y no como si fuera una perversión divina.
Una persona es o no es católica si cumple con la doctrina cristiana. Si se dice católica pero no cumple, nunca en su vida diaria, con esa doctrina, su catolicismo se reduce a puro folklore popular y populista. A las fiestas religiosas, a las procesiones relevantes, sólo las de Semana santa, algunas veces a las bodas y otras, inevitablemente a la muerte, al bautizo y a la comunión. Toda creencia se reduce a folklore. Y nada más. Si alguien piensa, como los políticos, que los ciudadanos votan bajo influencia clerical o bajo criterios morales religiosos, es que viven en un convento.
La vida real de los ciudadanos, incluso de los que se confiesan católicos fervientes, transcurre haciendo todo lo contrario de lo que dicen los valores cristianos. La doctrina cristiana y el derecho canónico consideran el matrimonio como un sacramento, como indivisible y casto porque en él se tiene que practicar la castidad conyugal que consiste, según esta doctrina en: “ privarse de todo placer carnal deliberado en actos, miradas, palabras, pensamientos deseos…indispensable para salvarse, por ley divina, natural y positiva…Por ley divina porque es la única salvaguarda eficaz de la dignidad humana, manteniendo la razón y la voluntad sobre los instintos animales y sobre la tiranía del placer carnal”. Sólo se justifica, nunca el placer, pero si el coito biológico animal para engendrar hijos. Fuera de esta biológica función está prohibido porque “la castidad es imprescindible para salvarse”.
En el Catecismo, en las encíclicas papales, como la “Castii connubi” de Pío XI, o la “Humane vitae” de Pablo VI, sobre el matrimonio, contra el control de la natalidad y contra los anticonceptivos, en el Derecho canónico, en la Doctrina cristiana o en el documento del Pontificio consejo para la familia titulado: “Sexualidad humana: verdad y significado, orientaciones educativas en la familia”, 8 de diciembre de 1995, se proponen todas estas ideas represivas de la sexualidad y contra el divorcio.
En este último documento, que he citado, resulta divertido leer que hablan de educación sexual, cuando de lo que están hablando, sin confusión, es de educación contra la sexualidad. Que no es lo mismo porque lo que proponen es que nunca se tengan relaciones sexuales. Su actitud sexofóbica llega a la conclusión patológica antifreudiana de que: la razón de ser del placer sexual no es otra que impedir que sea satisfecho porque, como es una prueba purificadora, si lo impedimos, salvamos nuestra alma. No debería extrañarnos esta conducta y doctrina patológica porque ellos hacen voto de castidad. Que es lo mismo que una castración mental. Gracias a la cual se consideran más perfectos que los seres humanos. Que somos nosotros.
A cuento de qué digo esto? Porque estoy tratando psicoanalizar la última encuesta del CIS de enero de 2014, para extraer de ella lo que se siente pero que no se dice. Y es Freud quien dijo, algo así como que el placer es el motor de la vida en cada individuo. Las encuestas, como los seres humanos, y porque está hecha por seres humanos, tiene consciente y subconsciente. Todo católico está obligado a cumplir su doctrina. Y sin embargo ocurre todo lo contrario. Porque su vida en lugar de estar sacralizada está completamente secularizada. El consciente clerical entra en contradicción con el subconsciente secularizado.
No se pueden divorciar, pero se divorcian cuando quieren. Cada año lo hacen unos 100.000 matrimonios. No pueden tener relaciones sexuales por placer y las tienen. No pueden utilizar anticonceptivos pero los utilizan. Antes, durante y después. No pueden abortar y abortan. No pueden masturbarse y se masturban. De día, por la tarde y por la noche. Solos y en compañía. Están obligados a tener diez o doce hijos pero no los tienen. No pueden ser lesbianas pero las hay. No pueden ser homosexuales, pero los hay. No pueden mostrar el cuerpo desnudo ni en público ni en privado y los enseñan en público y en privado. Ya ni si quiera es necesario ir a las playas, los puedes ver semidesnudos por las calles. El bikini, tanga, short y vaqueros están prohibidos por la doctrina, pero se venden por millones. Y las niñas y los niños, de todas las edades, se pasean sin complejos con ellos puestos, por doquier. La mujer debe estar discriminada y ser desigualmente tratada y despreciada y sin embargo practicamos la igualdad de género y la coeducación. A pesar de estar condenada por la encíclica “Divini illius magistri”. Estamos obligados a pensar como nos dice el clero y sin embargo cada cual tiene su propia libertad de conciencia. Ve, hace, se viste y se acuesta con quien le da la gana y como le da la gana. A pesar de las clericales leyes de Wert y las represivas de Gallardón. Y así les va en las encuestas. ¿No será que Freud tenía razón?
La encuesta del CIS nos muestra dos caras. Una que se refiere a las preocupaciones que afectan a la existencia biológica porque la amenazan. Estas son las que aparecen visiblemente en primera plana como el paro, la situación económica, la sanidad y la educación. Estos son los problemas más votados y en los que se fija la atención del analista y lector. Pero en el subconsciente de la encuesta existen otras preocupaciones vitales que tienen una identidad moral e ideológica. Estas se refieran a las siguientes preguntas. A la pregunta ¿Cómo se define Ud. en materia religiosa: católico/a, creyente de otra religión, no creyente o ateo/a? la respuesta es que el 71.5 se siente católico; a la pregunta,Cuando se habla de política se utilizan normalmente las expresiones izquierda y derecha. ¿En qué casilla se colocaría Ud.? La respuesta es que de la casilla cinco a la una votan el 57%. Esto es, la mayoría es de centro izquierda. El resto es de centro derecha. Pero lo importante es que un sector centrista se inclina hacia la izquierda no hacia la derecha.
La pregunta, ¿Cómo se definiría Ud. en política según la siguiente clasificación? Conservador/a 11,8, Demócrata cristiano/a 4,7, Liberal 12,7, Progresista 9,3, Socialdemócrata 4,6, Socialista 12,6, Comunista 2,2, Nacionalista 3,1, Feminista 1,4, Ecologista 3,8, el 50% confirman que son de centro izquierda y sólo el 16% de derechas. Pero en esta respuesta hay otro dato aún más interesante: que sólo el 4,7 % votarían a un partido que se presentara como católico.
Esta respuesta se repite constantemente en todas las encuestas desde que se vienen haciendo. Pero eso ya lo sabíamos porque, en la transición, el partido democratacristiano fracasó rotundamente. Ni las derechas católicas los votaron. Prefirieron siempre, los españoles, identificar su voto con los partidos que no dieran tufo a católicos. Aunque luego digan que lo son, en su vida privada. Pues este detalle no lo han pillado los partidos de izquierdas. Y si no que se lo pregunte a Bono y a miles de socialistas. Tan católicos ellos.
Tan interesante como esta posición ideológica es la siguiente. A la pregunta ¿Con qué frecuencia asiste Ud. a misa u otros oficios religiosos, sin contar las ocasiones relacionadas con ceremonias de tipo social, por ejemplo, bodas, comuniones o funerales? La respuesta es que casi el 80% no van nunca a misa o van, muy pocos, un 10% alguna vez al año. No olvidemos que la misa es el acto más trascendental y doctrinalmente relevante en la vida de todo cristiano y en la mitología cristiana. Toda ella gira en torno al sacrificio. Si hubieran preguntado a los jóvenes entre los 12 y los 18 años, lo más probable es que el 96% hubieran dicho que no van nunca. Lo más probable y lo más coherente en cualquier ciudad de más de 50.000 habitantes. ¿Cómo se corresponde esta realidad práctica con la declaración pública de definirse como católicos? Sólo podemos entenderlo porque estamos bajo la cultura católica y ésta se reduce a puro folklore. Habría que añadir otro dato: la debilidad ideológica de las izquierdas que no luchan contra la ideología clerical. Es la práctica de los ciudadanos y las leyes que se han impuesto, como el divorcio, la que lucha cada día contra esos valores católicos.
Y termino con un detalle que nos lleva directamente a las preocupaciones morales y sus identidades reales por parte de los ciudadanos españoles. Esas que, decía, no aparecen en la primera página, porque están en el subconsciente de los ciudadanos y de la encuesta. A la pregunta, “A continuación voy a leerle la lista de los ministros y ministras que forman el Gobierno. Dígame, por favor, para cada uno/a de ellos/as si lo/a conoce y cómo lo/a valoraría…” Wert, ministro de educación, es el menos valorado, 1.42%, seguido de la ministra de asuntos sociales y de los ministros de economía, para a continuación, seguir Gallardón, justicia, como uno de los menos valorados con el 2.05%.
Pero hay un detalle que no nos debería pasar desapercibido y que resalta aún más el desprecio de los ciudadanos hacia el ministro de justicia Gallardón y es que si vamos a la casilla en la que se pregunta ¿Y cuál es el problema que a Ud., personalmente, le afecta más? La administración de Justicia sólo preocupa al 1% de los ciudadanos. Según esto la Justicia está entre las mejor valoradas, pero, paradójicamente, su ministro entre los peores. Aquí hay una contradicción.
Como en el caso de Wert, el de Gallardón pone a flote el subconsciente de los ciudadanos que rechazan la política clerical reaccionaria que estos ministros están personalizando en su posición: contra el aborto, contra la igualdad de género y contra la coeducación, contra el feminismo, contra los homosexuales, contra la libertad sexual a partir de los 13 años, contra la libertad de conciencia mediante la imposición de la doctrina cristiana en la educación…etc.etc. De manera que podemos decir que si bien la preocupación por sobrevivir indica un primer nivel de preferencia económica, la defensa de las libertades individuales y morales frente a la política clerical de este gobierno y sus ministros se encuentra al mismo nivel como preocupación moral. O lo que es lo mismo, que la mayoría de los ciudadanos en sus vidas privadas ignoran, cuando no desprecian, completamente, la doctrina cristiana y a la Iglesia. Porque España ha dejado de ser católica.
Esto no significa que deje de importarnos la posición de dominio que tiene la Iglesia en la enseñanza, como en tiempos del nacionalcatolicismo. Hay que luchar contra esa posición, al margen de que los alumnos pasen de la religión y su vida diaria no tenga nada que ver con ella. La presencia clerical es una amenaza para las libertades porque no dejan de predicar una doctrina enemiga de las mismas. Y porque la libertad de conciencia, que es un derecho individual, está amenazada por la imposición de clases de religión. El clero no tiene otra posición de dominio, hoy, que su presencia en la enseñanza. Si se la expulsa de ella, sería aún más grave que la desamortización, sería su derrota definitiva. Y esa lucha es necesaria porque la Iglesia es el mayor enemigo de la felicidad y de las libertades individuales. No reconoce derechos, sólo deberes. Rechaza los placeres, exalta el sufrimiento y el sacrificio. Jesucristo, en la cruz, es su modelo. La existencia de las religiones monoteístas siempre será una amenaza real contra las libertades.
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