Adebolajo y Adebowale, de origen nigeriano, mataron al militar, de 25 años, en plena calle el pasado mayo
Los doce miembros del jurado apenas han necesitado 90 minutos de deliberaciones para declarar hoy culpables a los dos acusados de asesinar a machetazos y en plena luz del día en un barrio londinense al soldado británico Lee Rigby, de 25 años y padre de un niño. Michael Adebolajo y Michael Adebowale, ambos británicos de origen nigeriano, justificaron su acción del pasado 22 de mayo como una defensa del Islam. Los condenados conocerán la sentencia que les impondrá el juez en una vista posterior.
Entre los sollozos de los familiares de la víctima presentes en la sala del tribunal penal de Old Bailey, el jurado determinó asimismo que los dos hombres no son culpables del intento de asesinato de un agente que acudió a detenerles. Su abogado defensor había alegado que Adebolajo y Adebowale —de 29 y 22 años, respectivamente— se abalanzaron sobre los policías para que éstos les dispararan, culminando así su operación de “guerra santa” en nombre de Alá.
A lo largo de dos semanas de juicio, el fiscal ha desgranado cómo los procesado atropellaron a Rigby, un soldado que había servido seis meses en Afganistán y que aquel día iba vestido de civil, con un coche que iba a más de 50 kilómetros por hora. Una vez abatido, intentaron decapitarlo con cuchillos de cocina. Numerosos testigos que presenciaron el suceso en el barrio de Woolwich (sudeste de Londres) han prestado declaración durante un proceso en el que volvió a mostrarse un vídeo ya conocido por el público: la grabación por el teléfono móvil de un transeúntes del momento en que Adebolajo, las manos manchadas de sangre, confiesa su crimen como venganza por la muerte de musulmanes en acciones militares occidentales.
El acusado era un joven cristiano nacido en el sur de la capital (Lambeth), aparentemente bien integrado en la sociedad británica hasta que en 2003 se convirtió a la religión musulmana y se radicalizó. Tanto él como su compañero Michael Adebowale habían sido identificados por las fuerzas antiterroristas, pero no fueron considerados peligrosos y por tanto no se les sometió a vigilancia. El día en que perpetraron el brutal asesinato su víctima, miembro del segundo batallón del Regimiento de Fusileros británicos, regresaba al cuartel de Woolwich, donde había sido destinado después de servir en Afganistán, Alemania y Chipre. La mujer de Rigby y su familia estaban presentes esta mañana en el tribunal cuando el jurado emitió su sentencia. Tras escucharla, Abebolajo ha besado un ejemplar del Corán y lo ha esgrimido al aire con gesto retador.
Retratos de la policía británica de Adebalojo y Adebowale. / AFP
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