«El Alzamiento Nacional dirigido por los militares golpistas contra la República española contó con la ayuda necesaria de la jerarquía católica»
Familiares de tres sacerdotes vascos asesinados y condenados por Franco a comienzos del Alzamiento solicitan a la jueza Maria Servini de Cubria que incorpore sus testimonios a la querella 4591/10 que instruye. Con ellos ya suman 21 el número de religiosos vascos que se han personado en la causa argentina contra los crímenes del franquismo. Los denunciantes son la sobrina de José Sagarna (Zeanuri), el sobrino biznieto de José Ariztimuño, “Aitzol” (Hernani) y la sobrina de Francisco Errazti (Barakaldo).Los dos primeros, fusilados; el tercero, sentenciado a pena de muerte conmutada después de años de cárcel. VER TESTIMONIOS
Hicieron pública su adhesión a la querella este jueves pasado en la feria de Durango durante la presentación del libro de Anxo Ferreiros “Consejos de Guerra contra el Clero Vasco, 1936 a 1945” y se remitieron al testimonio colectivo y personal que 18 sacerdotes del grupo “Curas de Zamora” han interpuesto anteriormente en la Querella argentina 4591/10 estos días atrás en Buenos Aires.
La ayuda de la Jerarquía Católica
“El Alzamiento Nacional dirigida por los militares golpistas contra la República española y los Gobiernos Autónomos Vasco y Catalán contó con la ayuda necesaria de la jerarquía católica, razón por la cual no les fue difícil enmascararlo como “La Cruzada”, explican en su escrito dirigido a la jueza.
Olvido del clero republicano y nacionalista
Continúan: “Si hubo eclesiásticos fusilados de su lado, el Régimen bien se encargó y se encarga hoy de ensalzarlos, hasta canonizarlos solemnemente, como últimamente en Tarragona en número de 522, declarándolos el propio Papa Francisco ‘mártires de la fe’, en sintonía con los pronunciamientos más belicosos que evangélicos del Primado Gomá, intentando todavía hoy mantener el olvido sistemático respecto del clero fusilado y represaliado de la parte republicana y nacionalista.”
“Los golpistas se autoamnistiaron”
Explican a la jueza que durante la Transición “los golpistas y sus seguidores se auto amnistiaron, permitiendo, presionados por las demandas y grandes movilizaciones populares, excarcelar a unos 800 presos políticos, entre ellos, los sacerdotes que quedaban en la cárcel de Zamora. Esta operación la adornaron con la llamada “Ley 46/1977 de Amnistía”. Los herederos del franquismo se apropiaran de la Amnistía para sí y la convirtieran en la “Ley de punto final” para los crímenes cometidos en la guerra y posteriores cuarenta años de dictadura.”
“Coartada para la impunidad del franquismo”
Para los firmantes de esta nueva aportación esa Ley “le sirve aún hoy de coartada al poder judicial español en su defensa cerril de la impunidad del franquismo.” Lamentan que no se proclamase una Ley de Responsabilidades Políticas “por los crímenes de la guerra y por los cuarenta años de dictadura absolutamente golpista y criminal.”
Militares, policías, jueces se colaron incólumes
Como consecuencia piensan que “el aparato judicial, militar, policial y administrativo logró colarse incólume desde la dictadura a la democracia, y evidentemente, hoy se opone con uñas y dientes a la apertura de cualquier proceso de responsabilidades en el que estaría directamente implicado.”
El clero que respaldó el poder legítimo
Recuerdan como en julio de 1936, “el obispo Mateo Mujika de la diócesis de Gasteiz que integraba a las tres provincias vascongadas, pese a su tendencia no republicana, denuncia la ilegitimidad de la insurrección y el empleo de la fuerza. Por su actitud crítica es desterrado a Francia. Iniciada la contienda, un sector del clero vasco organiza el Cuerpo de Capellanes del Ejército de Euzkadi, que prestarán el servicio pastoral en las trincheras de los frentes y en los hospitales. La magnitud de la represión ejercida ofrece cifras trágicas. Unos 200 fueron encausados y juzgados en Consejos de Guerra. Diecisiete asesinados, de ellos varios todavía hoy sin aparecer.”
“Asesinados por defensores de la Santa Cruzada”
Siguen las dramáticas cifras: “Tres muertos en prisión, tres condenados a muerte (no ejecutados), quince sentenciados a cadena perpetua, varios condenados a penas entre un año y 20 años de prisión y unos 800 exiliados Todos estos sacerdotes del clero secular y regular pertenecían a la única diócesis vasca de Gasteiz.” Del resto del Estado, figura una lista de trece curas asesinados por los defensores de la “Santa Cruzada”.
“Los golpistas defensores de la fe”
“Los golpistas se presentan a sí mismos como los ‘defensores de la fe’ contra el contubernio ‘rojo-separatista-masónico’. No en balde les respaldaba buena parte de la Jerarquía eclesial. Durante la guerra y después en el largo desierto franquista, la religión fue manipulada con la etiqueta de ‘nacional-catolicismo’, situándose una mayoría de la Jerarquía eclesiástica enteramente de parte de Franco, quien paseaba bajo palio. “
Obispos perseguidos
Seis obispos adoptaron un comportamiento diferente, dicen: “Fueron Mateo Mujika, Vidal i Barraquer, Segura, Torres, Irastorza y Guitar, quienes por este motivo padecieron exilio y persecución. En cuanto al Vaticano, al inicio de la contienda, Pío XI, ya enfermo, se muestra ambiguo y expectante, aunque hace una protesta por el fusilamiento de los curas vascos e incluso reparte algún donativo a los muchos emigrados vascos en Francia. Pero en junio de 1937, reconoce al régimen de Franco. A los dos años es elegido Pío XII y desde entonces el apoyo al régimen de la Cruzada será pleno y total.
No piden la canonización
“No se nos ocurre pedir para los sacerdotes vascos fusilados honores de canonización, aunque fuera de destacar su ejemplarísima conducta civil y sacerdotal en todos los aspectos, incluso en los que ejercieron de capellanes en el frente. Fueron asesinados sencillamente porque no apoyaron el golpe militar y por sus convicciones sociales y políticas en favor de la cultura autóctona, del euskera, de la doctrina social católica, de los sindicatos vascos, etc. Los golpistas se ensañan con estos curas…”
Legalizar el terror
Los testimonios resaltan que “en la guerra los golpistas fueron especialmente eficaces en la represión con la instauración de un aparato judicial, fiel y servil, que cumplía la formalidad de los procesos, y que sirvió para legalizar el terror, depurar y amedrentar a los no colaboradores con la nueva España. Las principales y reiterativas imputaciones que se hacían en los Consejos de Guerra contra estos curas eran: ser nacionalistas, ejercer el ministerio pastoral en vascuence y auxiliar a la rebelión, cuando en realidad eran quienes defendían al régimen legítimamente constituido.”
El silencio de la jerarquía eclesiástica
Critican también a la jerarquía eclesiástica, “que no ha reconocido su colaboración con el golpe y la dictadura franquistas, ni rectifica nada y sigue silenciando olímpicamente las víctimas del otro bando”. Y recuerdan las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal, Rouco Varela que “sigue con el afán de implantar la ley de la amnesia, cuando dice: A veces es necesario olvidar y realizar una sana y auténtica purificación de la memoria.”