La Iglesia Católica, en otras palabras, prefiere que el gobierno cierre y millones de personas que dependen de la asistencia del mismo pasen hambre o pierdan su acceso a la salud, con tal de que Obama se vea obligado a retirar las leyes que les molesta
Una semana antes del cierre (shutdown) del gobierno estadounidense, la Conferencia Episcopal, es decir los obispos católicos de dicho país, hacían lobby para promover el cierre.
¿Por qué les podía interesar a los obispos que el gobierno tuviera que parar todo menos sus funciones básicas? Resulta que los obispos católicos están mal con Obama, porque el presidente promulgó una regulación que obliga a todas las instituciones a ofrecer, como parte de su seguro médico para empleados, la provisión de servicios de salud sexual y reproductiva. El último acto del lobby católico fue presionar a legisladores republicanos ultraconservadores para exigir que incluyeran, dentro de las medidas a tomar por el gobierno para evitar el shutdown, un proyecto redactado a instancias de la Conferencia Episcopal, que les daría el derecho a las instituciones católicas de ser eximidas del deber de ofrecer anticonceptivos (entre otras cosas) a sus empleados.
Que la Iglesia Católica haga lobby es habitual y no está mal. Lo que sale de lo habitual es que la Iglesia ofrezca al ala más dura de los conservadores un argumento más para negarse a aprobar el presupuesto, a sabiendas de que un shutdown impactaría de lleno en la salud pública y la asistencia social. Estos legisladores no son sólo conservadores en cuanto a su oposición al aborto o la anticoncepción; son también fanáticos promotores de la destrucción del estado como proveedor de salud y asistencia económica para los que menos tienen.
Como dice un comentarista:
Una cosa es pedir ser exceptuado de una ley que uno no quiere seguir, mientras el resto de la nación continúa funcionando. Otra cosa totalmente distinta es exigir que el gobierno deje de funcionar porque a uno le disgusta cómo funciona la ley. En este sentido, la táctica de los obispos es idéntica a la del senador Ted Cruz (…). Excepto que, a diferencia de Ted Cruz, los obispos hablan de parte de una iglesia que proclama que el gobierno tiene la responsabilidad de “proteger la vida y la dignidad humana, ocuparse de la gente pobre y vulnerable en el país y el extranjero y promover el bien común universal”. A causa del cierre del gobierno, madres y niños corren riesgo de perder sus franquicias del WIC (programa de nutrición para mujeres, bebés y niños). Muchos de los programas Head Start han cortado sus servicios educativos para niños de bajos ingresos, y se ha cortado el flujo de fondos federales a muchos programas contra la violencia doméstica.
La Iglesia Católica, en otras palabras, prefiere que el gobierno cierre y millones de personas que dependen de la asistencia del mismo pasen hambre o pierdan su acceso a la salud, con tal de que Obama se vea obligado a retirar las leyes que les molestan a los obispos.
Y eso no es todo. Si el gobierno de Estados Unidos no sale del shutdown pronto, arriesga caer en default de su deuda, lo cual traería una recesión severísima. Los obispos no se han preocupado por esto: sólo le han dado a los promotores del shutdown un argumento más para mantener cerrado el gobierno.
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