Los fieles ortodoxos penetraron en la sala de exposiciones, regaron con pintura los objetos expuestos, destruyeron varios de ellos y dejaron constancia de su actitud con pintadas y maldiciones. Sin embargo, el proceso por gamberrismo abierto contra ellos fue sobreseído pocos meses después.
Los autores de los destrozos no sólo no fueron castigados por su vandálica actitud, sino que convencieron a los diputados de la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso) de que debían actuar contra el museo, que lleva el nombre del físico y premio Nobel Andréi Sájarov.
El Parlamento pidió entonces a la fiscalía que interviniera y esta institución abrió un proceso penal contra los responsables del museo. Pidió tres años de cárcel para su director, Yuri Samodúrov, y dos para las artistas Liudmila Vasilóvskaya y Anna Mijalchuk, por participar en la organización de la muestra.
El resultado de un proceso que ha despertado pasiones encontradas fue la sentencia de ayer, más leve de lo que pretendía el fiscal, pero fiel reflejo del clima de intolerancia creciente de las instituciones oficiales ante la libertad de creación. Samodurov y Vasilóvskaya fueron considerados culpables de infringir el artículo 282 del Código Penal de la Federación Rusa (fomento de la hostilidad contra la religión) y condenados a multas de 100.000 rublos (algo menos de 2.800 euros). La tercera encausada fue absuelta del cargo de "odio a la religión" que reclamaba el fiscal. El tribunal consideró que la muestra "tenía un carácter ofensivo para los sentimientos religiosos".
"El proceso contra nosotros es político", señaló Samodúrov, cuyas actividades en el campo de los derechos humanos fueron consideradas como un atenuante por el juez.
En la exposición participaron 40 artistas de vanguardia que se expresaban sobre la religión en general, pero que se centraron sobre todo en imágenes de la cultura cristiana. Entre los objetos que más exacerbaron a los fieles ortodoxos figuraba un cartel en el que se ve a Cristo junto a un anuncio de Coca-Cola y un letrero donde puede leerse "Ésta es mi sangre", en inglés, así como un icono de Cristo, con un agujero en la cara para que los visitantes pudieran mostrar su rostro a través de él, a modo de escenario de fotógrafo callejero. A esto se añadía una imagen de Jesús crucificado, acompañada por una estrella de cinco puntas, una cruz gamada y una cita del Evangelio; o un happening durante el cual un icono fue destrozado con un hacha. El proceso contra los responsables del museo Sájarov ha provocado enconadas polémicas sobre la libertad de creación y la tolerancia, así como sobre la procedencia de emplear la vía penal. La Iglesia ortodoxa rusa, a través de su sección de relaciones exteriores, ha manifestado que exposiciones como la del Museo Sájarov intentan presentar a los "cristianos ortodoxos como extremistas". La institución religiosa, mayoritaria en Rusia, es partidaria de controlar las imágenes sagradas para que no aparezcan descontextualizadas ni se utilicen en etiquetas o anuncios. También señala que la ley debe utilizarse "para excluir totalmente de la vida del país las ofensas a los sentimientos y símbolos religiosos".
Entre quienes se han solidarizado con el Museo Sájarov hay personajes como el ex presidente checo Vaclav Havel. La exposición puede verse en la web www.sakharov-center.ru.