(Ver acuerdo entre la Comunidad de Madrid y el Arzobispado madrileño en el fichero adjunto al documento https://laicismo.org/PHP/p_documento.php?id=5168)
¿Puede una mujer decidir por sí sola si está o no preparada para tener un hijo? Evidentemente la respuesta a las tres preguntas es un rotundo y sonoro: No.
Y sin embargo, hasta ahora ,y aún hoy, en muchos lugares de España semejantes decisiones estaban en manos de gentes sin preparación, como médicos, psicólogos e, incluso, los propios pacientes. Afortunadamente, Esperanza, nueva luz del (y nunca mejor dicho) Partido Popular, se ha erigido en guía espiritual para conducir al descarriado rebaño por la única senda posible, la de la fe.
Se ha acabado en Madrid el mal entendido libre albedrío de los hospitales públicos, que se habían convertido en estos últimos treinta años de democracia , en poco menos que templos de culto al Maligno. Mientras en el resto de España los enfermos deberán hacer el más esencial de los tránsitos, el que nos lleva de la vida a la muerte, como vulgares drogadictos, los madrileños podremos vivirla de forma plena, con dolor, en algunos casos con mucho dolor, pero con la misma dignidad que demostró Jesucristo en la cruz.
Nunca se ha escrito la historia con renglones más rectos, que cuando la Iglesia ha abrazado a la ciencia. Desde Galileo a Darwin, pasando por Servet y por tantos otros científicos descarriados, cuando la Iglesia se ha metido a hacer ciencia es cuando la llama de la sabiduría ha ardido con más vigor. Cierto que en muchos casos con un cierto olor a carne quemada, pero siempre mirando por nuestro bien más preciado, el alma. Si Dios hubiera querido que la muerte fuera un paso indoloro, así lo habría hecho. Pero no, así como está escrito que la madre ha de sufrir en el parto, todos hemos de llorar con dolor nuestros pecados cuando nos encaminemos en pos del Creador.
Roguemos a Dios que siga iluminando a Esperanza por la senda del bien y, ya de paso, que le consiga la firma de seiscientos compromisarios antes del próximo Congreso del partido. Amén.