Los jesuitas o los Sagrados Corazones consideran que la postura de la jerarquía eclesiástica no contribuye al diálogo entre la Iglesia y el Estado
La postura de la jerarquía eclesiástica española en apoyo de la manifestación contra el proyecto de ley de matrimonio entre parejas del mismo sexo ha avivado la división entre los católicos españoles y ha reafirmado dos concepciones distintas sobre la expresión de la fe, según distintas fuentes.
La llamada de los obispos y de la propia Conferencia Episcopal a participar en la manifestación, "tras otras campañas contra los proyectos legislativos del Ejecutivo, pone de manifiesto y aviva la profunda discrepancia de la Iglesia católica de base con sus pastores", han manifestado dichas fuentes, que abarcan desde párrocos a teólogos y movimientos progresistas de Iglesia.
Desde congregaciones e institutos religiosos, como los jesuitas o los Sagrados Corazones, se han elevado también voces discrepantes con la postura de la jerarquía por entender que no contribuye al necesario diálogo entre la Iglesia católica y el Estado, ni responde al papel que le corresponde dentro de un Estado laico y democrático.
El editorial Católicos a la calle del último número de la revista de los Sagrados Corazones Reinado Social, que coincide en el tiempo con la nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal hecha pública el jueves, con un apoyo explícito a la manifestación del 18-J, no deja lugar a dudas: "¿Alguien puede probar que la Iglesia española esté perseguida?", pregunta la revista. Para este órgano de expresión de la citada congregación religiosa "es peligroso dar gato político por liebre religiosa; o sea, so capa de manifestación católica, de desagravio a la Iglesia católica perseguida, arrimar el ascua de la fe a la sardina de la política partidista pura y dura".
En la medida en que se haga, añade el editorial, "eso se llama en castellano engañar y manipular", y se pregunta también si "están las cosas tan mal como para organizar cruzadas, exacerbar ánimos o más bien para buscar puntos de encuentro".
Advierte, asimismo, "del riesgo de convertir en sima la brecha cada vez más profunda dentro de la comunidad católica, con este tipo de manifestaciones. Mientras nos alejamos felizmente de las dos Españas, constatamos con preocupación el riesgo, si no de dos Iglesias, sí el de una polarización peligrosa de posiciones dentro de la Iglesia".
El pasado 9 de mayo, los colectivos y teólogos que integran la "Red Europea Iglesia por la libertad", reunidos en Madrid con motivo de su XV Asamblea Anual, hicieron público un documento enmarcado bajo el título "Otro mundo es posible con una Iglesia sin discriminación de género", en el que reafirman "la solidaridad con la lucha de la comunidad gay y lesbiana por el pleno reconocimiento de sus derechos humanos, incluso el derecho al matrimonio".
En el mismo documento, la Red muestra su apoyo a los colectivos "de víctimas de abuso sexual cometido por miembros del clero católico" y aboga por que "el Vaticano revise su posición sobre el uso del preservativo como medio en la lucha contra el sida".
Pero no sólo se han producido desencuentros en el ámbito católico: también en el de los evangélicos y protestantes, y en el del judaísmo, el debate sobre el matrimonio homosexual ha suscitado declaraciones encontradas.