¿Será mucho pedir a los que nos gobernaron antes y nos pueden gobernar después, a los que nos gobiernan hoy y a los que nos gobernarán mañana, que sean ellos los primeros en acatar la Constitución y, por ende, a respetar a todos los ciud
En nombre de todos los ciudadanos -¡se supone!-, las autoridades del Estado han decidido honrar a las víctimas del fatídico accidente ferroviario ocurrido en Galicia y han elegido el formato más idóneo en consideración a la pluralidad ideológica existente en un país cuya Constitución establece en su artículo 16.3 que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”: un funeral católico oficiado por un arzobispo -¡acierto pleno!-.
El oficiante del acto, que vestía exóticas prendas y coronaba su cabeza con un puntiagudo sombrero del que pendían dos anchas cintas que caían sobre su espalda, se dirigió a los asistentes haciendo caso omiso de que, según sus creencias, el templo es la casa de Dios en la que todos son iguales ante sus ojos, con el siguiente saludo inicial: Altezas, Infanta, Presidente del Gobierno de España, Presidente del Gobierno de Galicia, Alcalde la Ciudad, Autoridades, Sr. Secretario General de la Conferencia Episcopal en representación del Cardenal Antonio María Rouco, Sres. Arzobispos y Obispos, Miembros del Cabildo Metropolitano, sacerdotes, miembros de Vida Consagrada y laicos.
A los laicos nos mencionó también; en último lugar, pero al menos lo hizo -¡todo un detalle!-, aunque, a fuer de sinceros, muy pronto se olvidó de nosotros y como si todos los allí presentes comulgásemos con sus ideas aseguró en plural y con rotundidad que “vivimos en la certeza de la Palabra de Dios. Y Cristo nos dice: Yo soy la resurrección y la vida, todo el que cree y vive en mi no morirá para siempre”.
Pero, en el supuesto caso de que estas palabras no hubiesen sido suficientes para marcar el territorio en un acto que se suponía de Estado, el mitrado -que así se denomina a los que llevan el tocado descrito anteriormente y que dicho sea de paso no pueden llevar las mujeres por la discriminación a la que son sometidas en la Iglesia Católica a pesar del artículo 14 de la Constitución; el que se refiere a la no discriminación por sexo- el mitrado, y repito el sujeto de la oración por la extensión del paréntesis, prosiguió su intervención ajeno a la presencia de aquellos laicos a los que se había referido en la entrada de su homilía y afirmó que “la fe en Jesucristo Resucitado nos sostiene en nuestra peregrinación terrena y nos reafirma en la convicción de que la última palabra la tiene Dios y es siempre una palabra de vida”.
No obstante, si aún se podía albergar alguna duda de que se estaba “oficiando” un acto de Estado -dirigido a ciudadanos plurales- el arzobispo terminó su plática solicitando “al Santo Apóstol Santiago y a nuestra madre la Virgen María que hayan peregrinado con ellos [las víctimas del accidente] hasta el Pórtico de la Gloria celestial. Nada podrá arrancarnos del amor de Dios, nuestra paz y fortaleza”.
¿Será mucho pedir a los que nos gobernaron antes y nos pueden gobernar después, a los que nos gobiernan hoy y a los que nos gobernarán mañana, que sean ellos los primeros en acatar la Constitución y, por ende, a respetar a todos los ciudadanos seamos o no de su misma cuerda ideológica?
Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas
Los Príncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia, la infanta Elena, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, entre otras autoridades, a su llegada a la catedral de Santiago de Compostela, para asistir al funeral oficial por las 79 víctimas mortales del accidente ferroviario ocurrido el miércoles día 24 en las proximidades de la capital gallega, que será oficiado por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio. EFE
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