Ayer leí dos noticias muy parecidas sobre mujeres, esos seres ignotos. Una decía que una noruega violada ha sido condenada en Dubai a 16 meses de cárcel por tener sexo fuera del matrimonio. La otra proviene también de otro país remoto y machista, pero sin petróleo, llamado España: el ministerio de Ana Mato, también llamado de Sanidad, va a dejar a las mujeres solteras fuera de la reproducción asistida pública. Los periódicos hemos titulado que “las lesbianas y las mujeres solteras quedan fuera de la sanidad pública”, titular casi insultante. Ser lesbiana no es dejar de ser mujer y de tener los mismos derechos. No entiendo el pleonasmo mujer y lesbiana. Como si alguna lesbiana no fuera mujer. Y es perverso marcar la orientación sexual de nadie, ni siquiera en un titular, si consideramos que la sexualidad es libertaria e íntima. Porque si empezamos a hacer eso, yo, que soy muy bruto, podría escribir tranquilamente frases como “el maricón del presidente” o “el salido del jefe de la oposición”. Y Sostres se quedaría sin trabajo.
El problema de esta nueva norma no son las lesbianas ni las solteras. Es la igualdad de derechos. Si todos los hombres y mujeres de este extraño país tenemos los mismos derechos, es inconstitucional restringir la atención sanitaria pública a nadie por su estado civil o sus ganas de follar con quien quiera. Y eso es lo que propone Ana Mato, que no se caracteriza precisamente por elegir con buen tino a quien se folla. Su ex marido es Jesús Sepúlveda, uno de los urdidores de la trama Gürtel. Yo propongo que permitan inseminarse a las mujeres solteras por lo público y que prohíban a las ex esposas de los Gürtel pensar leyes y cosas. Mi proposición es tan constitucional como la de Ana Mato, la chica que se desmenelaba en el asiento de atrás de un Jaguar sin saber de dónde había salido la pasta para el Jaguar.
Este gobierno, más que ningún otro, nos está dando lecciones cada día sobre la diferencia entre lo moral y lo ético. La moral es lo que imponen los que no tienen ética, tal que la iglesia y el PP. ¿A qué viene negarle el derecho a tener un hijo a una mujer soltera? La propia Ana Mato tiene tres hijos y está soltera, ya que Sepúlveda se ha fugado con Correa. Tampoco sería muy anticonstitucional quitarle la custodia de los niños, según su forma de legislar. Esos niños nacidos de la corrupción necesitan una custodia diferente.
Yo creo que Ana Mato es un tío, porque nunca había conocido a nadie tan machista. Si su proyecto va adelante, podríamos también retomar aquella ley franquista que, hasta 1975, impidió a la mujer abrir una cuenta bancaria sin permiso del marido o del padre. Pero seguro que Ana Mato no quiere renunciar a su cuenta bancaria.
A uno le acaba dando la impresión de que este gobierno, sabedor de que ya toda España es consciente de que son unos trincones inmorales y contraéticos, se ha visto con carta blanca para dejarnos sin derechos en los años que le quedan. Todo vale hasta las próximas elecciones. Quitar a las mujeres solteras el derecho a tener un hijo también vale. La mayoría absoluta es un arma cargada de pasado.
Los decentistas, de derechas y de izquierdas, esos que tienen menos dedos de frente que de ceja, dicen que permitir a una pareja homosexual adoptar un hijo va a traer al chaval un montón de traumas. Como el de insultarle otros niños, en el colegio, diciéndole que sus padres son un par de maricones. Vale. Esas cosas pasan. Pero, hace 60 años, que es poco tiempo, menos de lo que vive un hombre, aquellos niños de aquellos colegios también eran insultados bajo el lema “tus padres son rojos”. Y era una vergüenza hasta más enorme.
Nuestros viejos no dejaron de ser rojos, resistieron el insulto, y ahora eso ya no pasa. Ya no es una vergüenza para los niños el “tus padres son rojos”. Aunque aun no se haya conseguido que sientan vergüenza los niños a los que se les dice “tus padres son unos fascistas”. País, que diría Forges.
Los hijos de Ana Mato han celebrado sus cumpleaños con confetis pagados por la Gürtel. Deberían ser apartados de sus corruptos padres y ser acogidos en un centro especial. Pues eso sí es motivo de vergüenza y premonición de una educación no muy honesta. Los hijos de Anita Aznar y de Alejandrito Agag nacieron de una boda pagada y apadrinada por la Gürtel. Y no se lo reprocharán en sus carísimos colegios públicos, porque esta gente es de educación pública carísima de toda la vida. Los niños y niñas adoptados por parejas homosexuales van a ser insultados, jodidos y vilipendiados en la escuela pública y en la escuela privada. Y tendrán que solucionar ese problema a hostias. Y, si les enseñamos a dar un par de hostias, quizá dentro de una generación un maricón no sea un maricón, sino un hombre, una bollera no sea una bollera, sino una mujer, un negro no sea un negro, sino un compañero, y, entre los vestidos de la Barbie, se incluirá un mono obrero. Y la Barbie estará que se sale con su mono obrero azul. Y entonces no seremos machistas ni feministas ni racistas ni izquierdistas ni derechistas ni pollas. Seremos una banda de seres humanos, que es de lo que se trata desde el origen de los tiempos. En España y en Dubai. Aunque no lo entiendan ni el emir Mohammed bin Rashid Al Maktoum ni la jaguaresa Ana Mato.
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