Loado sea Alá y el Estado español, tan munífico como para pagar sueldos por enseñar religiones salvándonos de Gog y Magog, del laicismo y el relativismo.
Nadie duda de la buena voluntad del ministro Wert. Pero si de la luz de su lógica cuando declara, voluntarioso, su intención de mejorar los resultados académicos de asignaturas instrumentales como Lengua o Matemáticas restando valiosas horas a esas enseñanzas para dedicarlas a la Religión. Pero hay miras más altas, aunque inconfesables públicamente para Wert; pagar a los obispos los servicios prestados y salvar a España, un país de misión, según la prédica del cardenal Rouco, de los demonios del laicismo y el relativismo.
Pero prima, como tantas veces, la visión cortoplacista, incapaz de calcular todas las consecuencias de bien intencionadas y salvíficas decisiones.
Empezando por el carácter evaluador, y no sólo de los alumnos; los profesores de Religión han sido siempre evaluados por los obispos en función del número de alumnos matriculados en esa opción. Es parte de su idoneidad. Como resultado se dejan llevar por la tentación de poner notas muy altas, atrayendo así nuevas cohortes de pupilos. No desconozcamos la naturaleza humana. Los profesores encargados de impartir esa alternativa llamada "Valores sociales y cívicos" o "Valores éticos" no perjudicarán a sus alumnos en el cómputo de la nota media con calificaciones inferiores a las de Religión. La carrera finalizará con sobresaliente general para todos. Fin del carácter evaluador de la ley Wert.
Sigamos por las otras confesiones. El art. 84.3 de la nueva legislación establece como en ningún caso habrá discriminación por motivos religiosos, y su Disposición Adicional 2ª menciona al respecto a católicos, federaciones evangélicas, israelitas e islámicos, así como cualquier otra confesión con la que se llegue a unos acuerdos similares en el futuro, decretando en esos pactos la disponibilidad de locales adecuados en los centros para las enseñanzas de esas confesiones.
¿Alguien ha pensado en la dificultad de organizar, a la misma hora, a tres, cuatro o cinco subconjuntos de alumnos de un mismo grupo en función de sus creencias en tres, cuatro o cinco aulas distintas cuando en muchos centros no hay disponibilidad física ni para desdoblar grupos en dos optativas? ¿Pagará el estado a cinco profesores para un mismo grupo a la misma hora? De ellos uno será funcionario, otro propuesto por el obispado, otro por la Federación Evangélica, otro por la israelita y el quinto por el imán o mulá correspondiente.
Con esa financiación exprimida de los impuestos de todos se enseñará a unos alumnos la infalibilidad bíblica y el creacionismo en una asignatura, y un rato después, en Biología, se les explicará la teoría de la evolución. Otros aprenderán las suras relativas a la "jihad", al martirio o la sura 4:34 del Corán: "Los hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Alá ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan. Las mujeres virtuosas son devotas y cuidan, en ausencia de sus maridos, de lo que Alá manda que cuiden. ¡Amonestad a aquéllas de quienes temáis que se rebelen, dejadlas solas en el lecho, pegadles! Si os obedecen, no os metáis más con ellas. Alá es excelso, grande".
Consagrados por la ley los conciertos económicos con colegios segregados por sexos se abre la puerta a la fundación por los sauditas de estrictas madrazas islámicas wahabitas cuyo funcionamiento pagaremos los españoles.
Loado sea Alá y el Estado español, tan munífico como para pagar sueldos por enseñar religiones salvándonos de Gog y Magog, del laicismo y el relativismo. Ya pueden apuntarse también los de la Cienciología, la Wicca y los mormones de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Todo por mejorar los resultados académicos rezando, ministro Wert, mientras vamos empedrando el infierno de rodillas con leyes orgánicas, adoquín tras adoquín.
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