La ministra Fátima Báñez encomendó a la virgen del Rocío la solución al problema del desempleo en España. Ahora, el ministro Wert deja en manos de la Iglesia parte de los problemas educativos. Condenada la filosofía y, por consiguiente, el pensamiento crítico y autónomo, el objetivo es devolver a la minoría de edad incluso a aquellos que todavía no tienen la mayoría.
El nuevo proyecto de reforma de la enseñanza (LOMCE) que el gobierno aprobó en el Consejo de Ministros, no sólo garantiza las subvenciones a los colegios que separan por sexo o rescata un modelo de educación mercantilista o privatizador, sino que cede a las exigencias de la Iglesia. Lanota de religión tendrá el mismo tratamiento que la dematemáticas o lengua y contará para las becas, la nota media y a efectos de repetición de curso.Es la estrategia de la Iglesia para conseguir que las ovejas jóvenes no se salgan del rebaño intentando frenar el hecho de que cada vez menos niños optan por la religión. A ello hay que añadir una oferta de notas altas, muy altas, unas actividades extraescolares al estilo de “québuenos son que nos llevan de excursión” y la desinteresada e inestimable colaboración estelar de la administración educativa que pone el desarrollo normativo al servicio del Arzobispado S.L., la empresa subcontratada que, a su vez, contrata el personal que imparte la asignatura, es decir, una especie de ETT (Empresa de Trabajo en la Tierra) que tiene la virtud de ser garante de sí misma.
No es extraño que la irrupción triunfante de la religión católica coincida con el ostracismo al que la LOMCE somete a la asignatura de filosofía. Contra el criterio del Consejo de Estado y de la Unión Europea, la nueva Ley elimina la Educación para la Ciudadanía en todos los niveles educativos, la Educación Ético-cívica del cuarto curso de ESO y relega la Historia de la Filosofía a una optativa de segunda, pasando a ser ofertada junto con la Religión católica en el segundo curso de bachillerato para que los alumnos puedan elegir, con libertad, entre Nietzsche o el catecismo católico.
La radicalidad filosófica se esfuerza por llevar al límite nuestra característica más preciada: la capacidad de pensar de forma crítica y creativa. Frente a ello, la creencia es en lo que se “está” por tradición, herencia o circunstancia no decidida, porusar un conceptoorteguiano. Todos los seres humanos son filósofos por el hecho de ser seres humanos, sea dicho a la manera de Popper o de Gramsci, pero esa condición estorba a un Gobierno mediocre que miente en la oposición para poder mentir cuando gobierna.
“Si nos hubiéramos comportado éticamente, no tendríamos una crisis como la actual”, asegura Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política, argumentando que la ética sirve para abaratar costes y crear riqueza, no solo en dinero, sino sobre todo en sufrimiento.
Nuevamente la creencias frente las ideas, el rezo frente al discernimiento, la religión expulsando a la filosofía del paraíso educativo.Y no nos engañemos, en la sociedad española no hay conflicto religioso, sino más bien envites estratégicos de un ente que no renuncia a sus cuotas de poder, con una larga historia de hechos ignominiosos que luego se traducen socialmente en el “Que inventen ellos” o en el “Vivan las cadenas”. No sólo somos un país para comérselo, también somos un país para mirárselo, al menos desde la óptica regeneracionista, un país sujeto a unos acuerdos caducos (entre el Estado español y la Santa Sede) con una institución caduca e intolerante que engaña cuando insiste en que su reino no es de este mundo.
Ni podemos, ni tal vez debemos ser Finlandia, país en el que el 98% de la educación es pública y gratuita. Pero ni podemos ni debemos ser el Vaticano, un lugar en el que lo divino y lo humano se entremezclan con una escenificación efectista y perfecta.
Si el problema del empleo lo dejamos en manos de la Virgen del Rocío, la educación en manos de la Iglesia, y el aborto en manos de la voluntad de Dios, no hay que detenerse ahí. Encarguemos la reforma de las pensiones a San Joaquín, el asunto del tráfico a San Pancracio, la deuda del fútbol a San Mamés, las cuotas pesqueras a la Virgen del Carmen, el mantenimiento de los pantanos a Santa Bárbara… ¡Será por ministros imbuidos de santidad! Y que de la corrupción se encargue San Francisco ya sea en rezo simulado o diferido, por usar términospropios de la inefable Dolores de Cospedal.
A este paso acabaremos trayendo el cielo a la tierra y, por fin, se terminarán las injerencias en la razón y el ansia de adoctrinamiento. Ya no habrá educación, solamente bendita educación acerca de la verdad única en pos de una única verdad. Amén.
Luis Alfonso Iglesias Huelga Profesor de Filosofíay miembro de Europa Laica.
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