El Consejo de Ministros ha dado luz verde a la reforma educativa no universitaria, al anteproyecto de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la Educación (LOMCE) para su remisión inmediata al Congreso de los diputados. Si para el ministro de Educación, José Ignacio Wert, y para el Ejecutivo en peso se trata de la ley más importante de la legislatura, desde nuestro punto de vista, en cuanto a la lengua catalana, estamos ante una de los embates más brutales de la derecha cavernícola. Con la ideología del monolingüismo como trasfondo, esta ley intenta devolvernos a la coyuntura pre-democrática, própias de hace más de treinta años. El "lingüicidio" es la obsesión enfermiza de esta ideología que atenta sin tregua contra las libertades más elementales estipuladas en la Carta de los Derechos Humanos. Y esto ha sido así siempre que el PP ha obtenido mayoría absoluta en España. Sino ¿cómo se entiende que se ordene por ley que el ministerio se hará cargo de las cuotas de colegios privados de los alumnos cuyas familias quieren que estudien en castellano, y que después pasará la factura a la Generalidad de Cataluña?; ¿cómo se entiende que, en palabras exactas del ministro, esta medida se considere "excepcional y transitoria a la espera de que se introduzca el castellano como lengua vehicular en las escuelas públicas catalanas"?
Este rancio imperialismo castellano anclado en el Siglo de Oro español es, como mínimo, patético. Cuando el oro y la plata llegaban del nuevo mundo la realeza y la aristocracia los dilapidaban a mansalva en su beneficio y en guerras de religión para consolidar su poder. Y, mientras hacían prevalecer despiadadamente su orgullo de clase, el pueblo se moría literalmente de hambre. Puesto que desde ahora los libros de historia también se redactarán en Madrid, de esta parte de la Historia los del PP darán una visión hecha a su medida, bien alejada de la realidad. Y basados en esa ideología unitarista que perpetran amorrados en su pasado de privilegios pretenden derribar el modelo catalán, un modelo integrador y de convivencia. Un modelo que, además, ha hecho posible hasta ahora unos excelentes resultados académicos.
Dividir la población de edad escolar entre catalanes y castellanos es una aberración pedagógica sólo sustentable con la ideología antidemocrática del unitarismo monolingüe. La ley Wert (LOMCE) es la última y quizás la más fuerte acometida de esta ideología y Cataluña no debe permitir de ninguna de las maneras el retroceso al que nos conduce. Pero no sólo por un sentimiento de país sino y sobre todo por un modelo de sociedad que es el que corresponde al siglo XXI; no lo debemos permitir por muy poderosas que sean las fuerzas retrógradas que intentan hacernos caminar como los cangrejos hasta llegar no sólo a años sino a siglos atrás.
Permítanme que les hable de las escuelas inclusivas, de este concepto tan altamente democrático y respetuoso con la diversidad de las personas, los grupos etnolingüísticos y los pueblos. Permítanme que cite mi libro "De la picaresca a los videojuegos" (2013, Ed.. UOC), diciendo que "el origen del concepto inclusión educativa se sitúa en el foro internacional de la UNESCO que marcó importantes pautas en el campo educativo, celebrado en Jomtien, Tailandia, en 1990. La educación inclusiva se presenta como un derecho de todas las criaturas, y no sólo de aquellas calificadas con necesidades educativas especiales. Pretende pensar las diferencias en términos de normalidad (lo normal es que los seres humanos sean diferentes) y de equidad en el acceso a una educación de calidad para todos. La educación inclusiva no sólo postula el derecho a ser diferente como algo legítimo, sino que valora explícitamente la existencia de esta diversidad. Se asume así que cada persona difiere de otra en una gran variedad de formas y que por eso las diferencias individuales deben ser vistas como una de las múltiples características de las personas. "
De modo que los principios de la escuela inclusiva están ideológicamente vinculados con las metas de la educación intercultural y multilingüe y, por tanto, son diametralmente opuestos a la segregación de los alumnos por razón de lengua como sí permite hacerlo la ley Wert. Los programas de inmersión son uno de los mayores éxitos conseguidos de inclusión y de cohesión sociales en Cataluña. Son reconocidos internacionalmente salvo por los partidos españolistas que una vez más son la nota discordante. ¿Cuándo se situarán en el siglo XXI y con lo que ello conlleva? ¿Cuándo serán partidos europeos y no sólo para hacer políticas neocapitalistas? Es una lucha que ya dura demasiados años.
Bellcaire d'Empordà, 17 de mayo, 2013
Dra.Maria Ángeles Viladot y Presas
Profesora consultora de las asignaturas: Bilingüismo y educación, y Comunicación intergrupal e intercultural (UOC)
Miembro de la Comisión Permanente del Consejo Social de la Lengua Catalana
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El malson del retornar al passat
Aquest ranci imperialisme castellà ancorat en el Segle d’Or espanyol és, com a mínim, patètic. Quan l’or i la plata arribaven del nou món la reialesa i l’aristocràcia els dilapidaven a mansalva en benefici seu i en guerres de religió per consolidar el seu poder. I, mentre feien prevaldre despietadament el seu orgull de classe, el poble es moria literalment de fam. Com que els llibres d’història també des d’ara es redactaran a Madrid, d’aquesta part de la Història els del PP en donaran una visió feta a la seva mida, ben allunyada de la realitat. I basats en aquesta ideologia unitarista que perpetren amorrats en el seu passat de privilegis el que pretenen és enderrocar el model català, un model integrador i de convivència. Un model que, a més, ha fet possible fins ara uns excel·lents resultats acadèmics.
De manera que els principis de l’escola inclusiva estan ideològicament vinculats amb les metes de l’educació intercultural i multilingüe i, per tant, són diametralment oposats a la segregació dels alumnes per raó de llengua com sí que permet fer-ho la llei Wert. Els programes d’immersió són un dels èxits més grans aconseguits d’inclusió i de cohesió socials a Catalunya. Són reconeguts internacionalment excepte pels partits espanyolistes que una vegada més són la nota discordant. ¿Quan se situaran en el segle XXI i amb el que això comporta? ¿Quan seran partits europeus i no només per fer polítiques neocapitalistes? És una lluita que ja dura massa anys.
Dra.Maria Àngels Viladot i Presas
Professora consultora de les assignatures: Bilingüisme i educació, i Comunicació intergrupal i intercultural (Universitat Oberta de Catalunya)
Membre de la Comissió Permanent del Consell Social de la Llengua Catalana