Los ciudadanos laicistas no tienen porque ser ateos o creyentes. Simplemente piensan que la religión es algo que nada tiene que ver con el Estado, que es parte del fuero individual de las personas y que no se pueden utilizar las instituciones públic
Quizás algunos piensen que este no es el día más apropiado para hablar de educación y de laicismo, quizás consideren que hoy, precisamente hoy, los que no estamos de acuerdo con su visión mística dela existencia y la no existencia, tendríamos que permanecer callados por respeto -un respeto que no recíproco que no nos demuestran las cornetas castrenses altisonantes, las saetas desafinadas y las calles cortadas durante estos días a a aquellos que creemos que la mitológica crucifixión de un hombre no es más importante que la muerte real y documentada de cientos, de miles en idénticas circunstancias a lo largo de la historia.
Pero, como en otras muchas cosas, se equivocan de medio a medio. Hoy es el día perfecto para hablar de educación, laicismo y adoctrinamiento.
“Las mujeres maltratadas no deben separarse porque eso es amor”. “El aborto en el caso de violación no es tolerable porque dentro de lo terrible de la violación sacas algo bueno, que es un hijo, un don de Dios”.
Cualquiera podría decir que estas frases las ha dicho el nuevo Papa Curro durante el lavatorio de pies o el viejo y cansino arzobispo Rouco Varela durante uno de sus discursos y arengas -Uy, perdón, quise decir homilías- que tienden a la eternidad no por misticismo sino por duración.
Y si fuera así no habría que decir ni coma sobre ello. Son representantes de una entidad que tiene derecho a tener sus creencias, sus opiniones y su ideología aunque esta nos resulte chocante, arcaica y simplemente que no soporta el más mínimo análisis formal ni material a través de la razón y la lógica.
Pero no. Lo ha dicho una profesora universitaria. Una docente de la universidad privada -y religiosa- San Pablo CEU que tiene también todo el derecho del mundo a pensar lo que quiera sobre el aborto, la violación o el maltrato, eso que conste.
Y resulta curioso que el PP valenciano, el mismo que ha lanzado a sus cachorros de la nuevas generaciones del Castellón arrasado por Fabra contra el adoctrinamiento en las aulas guarde silencio al respecto o incluso hable -por lo bajo, eso sí- defendiendo a la profesora.
De modo que le piden a un estudiante que denuncia a su profesor critica a los militares que intentaron el golpe de estado franquista que desembocó en la Guerra Civil o que los recortes no sirven para contener el déficit -cuando hasta el ministro de Economía lo reconoce ante Bruselas y pide más margen a los inflexibles hombres de negro merkelianos- pero luego no se indignan ante el adoctrinamiento que supone defender una visión del aborto que ni siquiera tiene Roma.
Así que solicitan a los alumnos que reciban clases sobre el concepto de Genero y el maltrato -desequilibrada e injusta, por otra parte- se conviertan en militantes estalinistas –"todo camarada proletario tiene la obligación para con el padre estatal de ejercer de comisario político, identificando y denunciando la traición, la disensión y la agitación capitalista en su entorno", dijo el bueno de Joseph, Stalin, se entiende, en su discurso de conmemoración de la Revolución de Octubre de 1948-, mientras que ignoran, dejan pasar o incluso aplauden cuando una profesoras católica ultramontana valenciana afirma que soportar con estoicismo clásico los puñetazos en la cara y las violaciones dentro de tu propia casa es un gesto de amor.
Conminan a los estudiantes que escuchen hablar sobre la Ley del aborto o sobre el sexo fuera del matrimonio o los derechos de la familia homosexual a que se transformen en arios policías de Gestapo –"todo ciudadano ario tiene la obligación de mantenerse alerta y poner en conocimiento de los poderes y autoridades cualquier actitud que ponga en peligro los intereses y la visión de la grandeza de la Nación Alemana", sentenció el otro Joseph, Goebbels, por supuesto, en el acto de creación de la primera promoción de la tristemente famosa policía política nazi"-, pero consideran que no hay que denunciar el adoctrinamiento que supone que alguien diga que la consecución de un hijo a través de un acto de violencia es un don de su dios.
Y todo ello después de que la única defensa que esgrime la profesora en cuestión que, por cierto no tendría por qué defenderse de nada, es que estaba exponiendo la Doctrina Social de la Iglesia, -católica, se entiende-.
Más allá de que eso es más falso que el beso de Judas -por seguir con el tono pascual de las fechas- porque ni siquiera los jerarcas doctrinales romanos mantienen esas cosas sobre el maltrato y la violación -aunque los confesores de los Legionarios de Cristo, los directores espirituales del Opus Dei y los responsables de Comunidad de los neocatecumenales sigan intentando vendérselo a sus feligreses-, la frase de la profesora encierra en sí misma todas las acusaciones que pretende rebatir.
Si estás enseñando la Doctrina Social de la iglesia católica estás adoctrinando. Es la mano cerrada convertida en puño de perogrullo. Y las Nuevas Generaciones del Partido Popular de Castellón deberían haber saltado sobre la situación si de verdad estaban dispuestas a evitar el adoctrinamiento en las aulas.
Ese es el problema del laicismo. No importa que creas o no en un dios invisible que manda a su hijo a morir a manos de aquellos a los que había elegido como pueblos porque lo considera necesario para cambiar las reglas que había impuesto unos cuantos milenios atrás. No es relevante que dios exista o no, que creas o no en su existencia.
Los ciudadanos laicistas no tienen porque ser ateos o creyentes. Simplemente piensan que la religión es algo que nada tiene que ver con el Estado, que es parte del fuero individual de las personas y que no se pueden utilizar las instituciones públicas para hacer proselitismo ni a favor ni en contra de ello.
La religión para el Estado es -o debe ser- irrelevante.
Y todo esto no tiene nada que ver con El Vaticano , sus jerarcas y sus seguidores que tienen derecho a pensar lo que les de la gana, ni siquiera tiene nada que ver con la profesora y la institución en la que imparte clases, que están tan amparados por la Libertad de cátedra como lo están los profesores a los que pretende denunciar la prole del PP por "adoctrinar" en sentido contrario.
Esto solamente tiene que ver con el Partido Popular.
Pero no con su condición de partido "demócrata" cristiano, lo que le permitiría integrar en su ideario la doctrina cristiana y ni siquiera con su condición de laico, que realmente debería mantener si fuera una formación tan "constitucionalistas" como perora y repite constantemente en otros entornos.
Tiene que ver con su condición de totalitario y de fascista.
Porque todo aquel que considera que hay que impedir la difusión de unas ideas que no comparte es un fascista. Y cualquiera que permite y fomenta el adoctrinamiento sobre las ideas que le son propias es un totalitario. Rojo o azul, pero un totalitario.
Y los dos Joseph dan constancia de ello.
Y si alguien cree que hoy no es el día más apropiado para hablar de ello que vaya al oficio de Pasión y en lugar de mostrar su magnifico modelito de marca, su excelso peinado y su estupenda corbata que presten atención a lo que se lee.
Escucharán que un individuo harto de una polémica baladí entre el poder terrenal y divino sentenció "Al César lo que es del César y a dios lo que es de dios". Y no se llamaba Poncio Pilato, ni Judas Iscariote. Se llamaba Jesús Y si siguen atendiendo escucharan que alguien, harto de que pretendieran incrustar sus palabras en la política, afirmó "mi reino no es de este mundo". Y su nombre no era Herodes Antipas ni Caifás. Era Joshua ben Josef. Y luego, si atienden en lugar de utilizar el móvil para reservar el restaurante en el que el domingo se meterán medio cordero entre pecho y espalda, recibirán el embellecido relato de como al tío le cogieron y le clavaron en una cruz -castigo reservado a los sediciosos, no a los blasfemos- porque el Estado no admitió que le dijera que no tenía derecho a imponer una fe -o la falta de ellas, ya puestos- y el poder religioso no toleró que le enmendara la plana y le dijera que no podía imponer su fe al Estado.
¡Cojones -sin perdón-, si a su propio mesías le mataron por ser laico!
Claro que él no tenía ningún privilegio que mantener ni riquezas que proteger como los cachorros "anti adoctrinamiento" del Partido Popular. Y ellos si pretenden reinar en este mundo.
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