Organizaciones civiles y legisladores de la oposición cuestionaron la medida que decreta asueto en el turno de la mañana porque vulnera el principio de la educación laica. «Para muchos chicos será un día vacío», dijo Sileoni.
“Para muchos chicos será un día vacío”, advirtió Alberto Sileoni, ministro de Educación de la Nación, en desacuerdo con el asueto escolar por la asunción del papa Bergoglio, dictado por los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires y de las provincias de Chaco, Formosa, La Rioja y Santa Cruz. La medida también fue criticada por las legisladoras María Rachid –que la consideró “una imposición del culto apostólico romano”– y Virginia González Gass, para quien el asueto “contradice los principios laicos de la Ley 1420”. El diputado Alejandro Bodart vinculó la medida “con los crecientes subsidios estatales a escuelas religiosas” dispuestos por el gobierno de Mauricio Macri. Para la ONG Familias por la Escuela Pública, la medida constituye “una imposición a toda la comunidad”. La Asociación por los Derechos Civiles (ADC) pidió al Gobierno de la Ciudad la anulación del asueto, que “viola el principio de neutralidad religiosa del Estado”. En cambio, Esteban Bullrich, ministro de Educación porteño, defendió el asueto, ya que la asunción de Bergoglio “es un hecho histórico que no sabemos cuándo se va a repetir: nos pareció importante que se pudiera compartir en familia y, después, el docente que quiere lo menciona”.
Sileoni destacó que siempre es preferible “que no se discontinúen los días de clases”, y sostuvo que “hubiera sido mejor que se trabajara en las escuelas sobre la asunción del Papa”, lo cual “es mucho más rico en términos pedagógicos. Se podría haber trabajado en clase, en todas las escuelas, con la biografía de Francisco, con el orgullo de haber llegado a ese lugar, con las posibilidades de trabajar, como él, sobre la pobreza. En las escuelas del Estado, que son laicas, ese tema podría haber tenido lugar”, sostuvo el funcionario, y estimó que “se perdió una oportunidad. En ese día sin clases, quizá algunos chicos en las casas puedan hacer una reflexión, pero para muchos será un día vacío”.
María Rachid, legisladora de la Ciudad de Buenos Aires (Frente para la Victoria), subrayó que “por el artículo 24 de la Constitución de la Ciudad, ésta asume la responsabilidad indelegable de asegurar y financiar la educación pública, estatal, laica y gratuita, pero, al dictar ese asueto, el Gobierno de la Ciudad manifestó su imposición del culto apostólico romano, fomentando el interés por un rito de esta religión entre niños, niñas y adolescentes que no la profesan”.
La diputada porteña Virginia González Gass (Partido Socialista Auténtico) presentó un proyecto de declaración de repudio a la resolución que establece el asueto, ya que “esta decisión desconoce los principios laicos que rigen desde la sanción de la Ley 1420 en toda la Nación”.
El diputado Alejandro Bodart (MST en Proyecto Sur) sostuvo que el asueto “es un nuevo avance contra la laicidad del Estado y de la escuela pública, además de los crecientes subsidios estatales a las escuelas religiosas”.
La ONG Familias por la Escuela Pública consideró el asueto “una imposición a toda la comunidad, donde coexisten practicantes de diferentes religiones. Más ofensiva aún resulta la valorización del Gobierno de la Ciudad como ‘argentinos de buena voluntad’ a quienes deseen celebrar, declarando implícitamente ‘argentinos de mala voluntad’ a aquellos que no deseen hacerlo”.
La Asociación por los Derechos Civiles (ADC) solicitó ayer al Gobierno de la Ciudad la anulación del asueto, que “viola el principio de neutralidad religiosa del Estado y los derechos de todos los habitantes a la educación laica y a ser tratados igualitariamente, sin ningún tipo de discriminación por motivos religiosos” y “elimina las diferencias, que son condición de la comunidad plural, multicultural y diversa, y tiene el efecto simbólico de crear ciudadanos de primera y de segunda, incluidos en las mayorías o excluidos de ellas”.
El ministro Bullrich, en cambio, defendió la medida que dispone el asueto, ya que la asunción de Bergoglio “es un hecho histórico que en más de dos mil años de historia no sabemos cuándo se va a repetir. “Mantengo y sostengo la división de Iglesia y Estado”, afirmó Bullrich, y señaló que “no suspendimos el día de clase: termina el acto y hay que ir a clase”. Pero “nos pareció importante que esto se pudiera compartir en familia y, después, el docente que quiere lo menciona, libremente, o no” en la escuela. El funcionario agregó que “la católica es una de las tres religiones más importantes del mundo, y un argentino llegó por sus propios méritos ahí. Y lo hizo con valores que nos faltan en la dirigencia argentina, como la austeridad y la tolerancia”. Bullrich dijo que “cuando murió el papa Juan Pablo II, Néstor Kirchner (entonces presidente) declaró tres jornadas de duelo y jornada obligatoria de reflexión, y eso es meter la religión en la escuela”.
En la sede principal del Gobierno de la Ciudad se colocaron banderas argentinas y del Vaticano.
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