El cardenal Antonio Cañizares, ex arzobispo de Toledo y primado de España, ha sido designado recientemente académico de honor de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental, con sede en Granada, un nombramiento aparentemente no problemático que, sin embargo, ha originado una significativa polémica interna en la institución, con dimisión incluida.
Algunos de los académicos han entendido que Cañizares no reúne méritos suficientes para ser acádemico de esta institución, entre otras razones porque, según dicen, profesa una religión incompatible con la ciencia, y eso ha disparado las suspicacias. El propio cardenal lo admitió en su discurso de ingreso: "No tengo méritos", pero, según ha contado el diario Público, los académicos que lo propusieron consideraron que su "pasión por la defensa de la vida" bastaba para formar parte de una institución meramente científica.
La decisión, como decimos, no gustó a todos y se ha producido una dimisión. Guillermo Olagüe, catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad de Granada, renunció inmediatamente a su sillón como numerario de la Academia de Medicina, donde ingresó en 1989, porque "la Academia es una entidad específica para el cultivo de la ciencia médica". Y según Olagüe, Cañizares "carece de méritos médicos y científicos. Su único bagaje cultural es un conjunto de creencias religiosas, básicamente, dogmáticas, que están reñidas con la ciencia", explicó a Público el dimisionario.
El ingreso del primado del Papa Benedicto XVI como miembro de la Academia, una corporación privada que tiene su sede física en la Facultad de Medicina, rompe las normas que ha mantenido hasta ahora la institución, donde todos sus académicos de honor han sido personas cultivadoras de la medicina y reconocidas por su trayectoria científica. Esto "desvirtúa el sentido de la Academia", señala Olagüe quien tiene las cosas muy claras: "No soy anticlerical y respeto las creencias religiosas, pero han de formar parte de la esfera privada y deslindarse de la actividad científica".