John Shelby Spong, obispo americano retirado, casado y padre de cinco hijos, afirma que el clero «no siempre tiene el conocimiento adecuado de las cosas que condena»
John Shelby Spong (Carolina del Norte, EEUU, 1931) viste americana negra, jersey lila, alzacuellos y un colgante con la cruz cristiana. Cuando ve aparecer a su mujer, Christine, la saluda con un beso en los labios. Padre, abuelo, obispo retirado y profesor de la universidad de Harvard, está de visita en España para participar en una conferencia en la V Jornada de Filosofía Clásica organizada por el Ateneo de Madrid, pero antes ha pasado por la sede de la Federación Española de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB).
"El reino de Dios se identifica con la vida, así que cuestionará el racismo que devalúala vida de la gente de color. Cuestionará el patriarcado que devalúa la vida de las mujeres. Cuestionará la homofobia consciente e inconsciente que devalúala vida de los homosexuales, las lesbianas, los transexuales". Este fragmento de su libro Un nuevo Cristianismo para un nuevo mundo resume la esencia de su mensaje, tras casi 20 años de experiencia como obispo en varias parroquias estadounidenses.
"Cuando me hicieron obispo, era homófobo. Tenía 44 años", reconoce Spong antes de exponer su teoría. Este obispo, hoy a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, confiesa que siempre tuvo una posición liberal sobre la homosexualidad: "Aunque no conocía a ningún gay, pensaba que la homosexualidad era una enfermedad o una maldición y que, por tanto, los gays tenían que curarse o convertirse". Cuando se trasladó a una parroquia de una zona "abierta de miras" de Nueva York, algunos de los curas más representativos de su Diócesis le confesaron que eran gays. "Y yo no los veía enfermos ni depravados. Me di cuenta de que no encajaban con mis estereotipos y que no sería un buen obispo si no afrontaba mis prejuicios".
En ese momento, se puso en contacto con un grupo de médicos y quiso saberlo todo sobre la orientación sexual. "Aprendí que la homosexualidad y la heterosexualidad son moralmente neutrales y que no es posible decidir la orientación sexual, igual que yo no decidí a los 12 años que me empezaban a interesar las niñas de mi clase. Descubrí que los homosexuales no eran enfermos ni perversos, sino simplemente, una minoría. Mis ideas cambiaron y cuando las ideas cambian, el corazón debe seguir a esas ideas", explicó ayer.
Spong actuó de acorde a lo que había aprendido y estableció que en su Diócesis los homosexuales pudieran ser sacerdotes. Recibió 16 amenazas de muerte por ello. "No de gente atea, ni budista. Sino de los que recitan la Biblia y creen que son los mejores cristianos. Mucha homofobia proviene de gays reprimidos que no quieren ser descubiertos", puntualiza. En 1989 ordenó al primer sacerdote homosexual en su Diócesis, por lo que buena parte del clero le dio la espalda y acabó yéndose.
Spong está convencido de que la homofobia de la Iglesia Católica en España no durará para siempre "Llegará un día en que la Iglesia se arrepentirá y pedirá perdón por haber tratado mal a los homosexuales. Y pasará mucho antes de lo necesario para que los obispos estén preparados", sentencia. "La Iglesia no siempre actúa con el conocimiento adecuado cuando condena", explica Spong, que cita ejemplos como los zurdos, a los que el clero trataba de convertir en diestros porque desconocían por qué no lo eran, o las personas que se suicidan, a las que negaban el funeral por desconocer las enfermedades mentales o la depresión. "Hoy no harían nada de todo eso y la homosexualidad seguirá el mismo camino", asegura. "Cuando algo se debate públicamente, el debate está ganado porque el prejuicio de lo que es normal está bajo ataque".