No se andan por las ramas y van al fondo de la crisis. Los teólogos de la progresista Asociación Juan XXIII denuncian la mala gestión y "la corrupción de algunos" políticos como las causas principales de la actual situación, acusan a la jerarquía de la Iglesia de cometer "pecado de omisión" por guardar un silencio interesado y cómplice, al tiempo que señalan el objetivo que los poderes persiguen: instaurar "un modelo de sociedad desigual".
"La crisis ha sido provocada, no sólo por la economía, sino, como componente muy decisivo, por la corrupción. Los desastres que está causando han sido motivados por el dinero y el capital, pero también, y quizá en mayor medida, por la falta de ética y la desvergüenza de quienes han tenido la mayor responsabilidad en este desastre". Así de tajante comienza el análisis que realizan los teólogos en su comunicado, titulado 'La crisis, desastre humanitario'.
Y es que "la pésima gestión de muchos políticos y la corrupción de algunos de ellos está produciendo daños graves a la democracia y generando descrédito de la misma en mucha gente".
Corrupción y falta de escrúpulos de "personas y grupos influyentes", sin moral ni ética, absolutamente convencidos de que "lo que importa en la vida es el lucro y la ganancia, el disfrute y el derroche, sin reparar en los medios ilícitos con los que eso se ha conseguido".
"La consecuencia inevitable" o el objetivo predeterminado de este estado de cosas es muy claro, para los teólogos: "Nos están llevando hacia un modelo de sociedad desigual en el que un reducido número de ciudadanos goza de unos ingresos económicos y de unos derechos de los que carece el resto de la población".
Otro modelo social
Éste es el gran problema de fondo, del que "muchos ciudadanos no acaban de tomar conciencia". O no acaban de asumir que "los poderes públicos están poniendo las bases de otro modelo de sociedad, que las personas mayores recuerdan con espanto: el viejo modelo en el que un grupo de familias poderosas gozaban de privilegios económicos, educativos, sanitarios y legales, que no estaban al alcance de la gran mayoría de los españoles y de las españolas".
Y ya hay signos evidentes y concretos de este proceso: "La cultura, la educación y la sanidad se están convirtiendo en poco tiempo en privilegios de los pocos afortunados que pretenden dominarnos a los demás".
El "pecado de omisión" de la jerarquía de la Iglesia católica
Tras denunciar este "proyecto opresor, que se nos oculta intencionadamente mediante mentiras incesantes", los teólogos de la Juan XXIII reprochan duramente la actitud que mantienen la jerarquía de la Iglesia. De ahí que acusen "a un sector importante de la Iglesia jerárquica" de mantener "una postura condescendiente con las injustas medidas gubernamentales".
Tanto es así que llegan a decir que "los obispos, en España y en Europa, están cometiendo el mayor escándalo de los últimos tiempos". Y lo explican: "No se puede comprender cómo nuestros obispos protestan por las cuestiones que afectan a la moral sexual, tal como ellos la entienden y la proponen, o por la defensa de sus privilegios económicos y legales, al tiempo que se muestran insensibles ante el sufrimiento de tantas personas que se ven obligadas a cargar con el yugo más pesado que los empobrecidos tienen que soportar".
Convencidos de que en esto "se juega el ser o no ser de la Iglesia", los teólogos reprochan a sus obispos el haberse integrado "en el sistema económico-político que se nos ha impuesto es parte del sistema, lo justifica, lo legitima, lo defiende y lo protege".
Y, tras señalarlos con el dedo, les piden a los prelados que "dejen de callarse o de hacer declaraciones tibias", que opten claramente por los empobrecidos y por "la mesa compartida con quienes carecen del sustento diario". Con una advertencia final muy clara: "Que renuncien a los privilegios que les otorgan los Acuerdos de 1979, ya que les impiden optar por los sectores marginados".