La educación puede esperar, la sanidad, los servicios sociales, los dependientes, los desahuciados, los tupper, los funcionarios, los interinos, los viejos. La vida puede esperar como puede esperar el cielo, ese cielo donde los pobres serán más felices que todos los felices. Habrá estómagos llenos, túnicas blancas, sandalias de pescador por el Jordán. No habrá sexo porque los ángeles no tienen testículos por no decir otra cosa. No los necesitan porque las mujeres no se abrirán el alma, permanecerán cerradas con una virginidad de cremallera como si el Opus fuera el apoderado de las camas celestiales.
Hay leucemias en cola esperando, y cánceres en fila. Infartos a la espera, aguantando dos meses, ordenados por orden de dolor precordial. Escuelas de inocencia amontonada. Comedores como cuando la cartilla de racionamiento, como cuando el bocadillo de pan duro y chocolate terroso. Han vuelto los cubitos de sopa a medio día, comida única pero caliente. Cuatro millones setecientos mil parados sin una esperanza que llevarse a la esperanza. Vuelva usted mañana. Y se hace fila el tiempo para terminar suicidándose en las esquinas de la vida. Comedores de solidaridad para llevar el hambre con elegancia.
Todo puede esperar menos Rouco en la puerta de la Iglesia. Dios, el-sin-tiempo, tiene prisa. Montoro le ha dicho a Rajoy lo que tiene que hacer porque Rajoy no sabe nunca lo que tiene que hacer. Merkel quiere un café calentito y Mariano-camarero le pone los presupuestos en un platito de plata. Doña Angela tira los presupuestos y se queda con el platito escondido en la abundancia de sus senos por no decir otra cosa. “Mariano, por favor, tráeme un déficit bien hecho, no vuelta y vuelta porque se me queda entre los dientes del alma y me lo echa en cara Draghi y estos fabricantes de miseria que por no comprar no compran ni deuda” Y Mariano-camarero se dobla en dos como un barquito de papel. “He eliminado la educación, la sanidad, las pensiones, las sillas de ruedas, las ambulancias, los quirófanos. Estoy eliminando derechos de manifestación, de opinión, de reunión. Los antidisturbios cuestan un dinero y se evita con prohibiciones. Tengo un remanente para un general de brigada que me ha dicho Alex Vidal por si Cataluña…”
¿Y qué has hecho con Dios, Mariano? “Dios tiene urgencias, mi señora. Anda Rouco por las esquinas con frío, con lluvia, con viento. Me parte el alma ver al dios de siempre, al Gran Poder, al Cachorro, al Manue, a Macarena y Triana morenas de verde luna. Me ha impresionado su pobreza, su portal de Belén con su vaquita y un Platero traído desde Moguer por Juan Ramón.
“Y el déficit?” pregunta la calvinista. “Dios no influye. Dios es superavit. Reparte bienaventuranzas entre los que tienen hambre, entre los perseguidos por los antidisturbios, entre los que lloran porque a su padre se lo llevó un recorte de Ana Mato, entre los que padecen ignorancia porque Wert los parió para analfabetos vitales. Le he dado mucho dinero a Rouco porque ya tiene bastante con la abstinencia de cinturas calientes, de labios entreabiertos, de sacrificar sus testículos por no decir otra cosa…”
“Dios te salve, Mariano. Concebirás y darás a luz un feto bífido. No abortes Se puede enfadar Rouco aunque te premie con indulgencia plenaria si le aumentas el dinero en los próximos presupuestos”.
Eructó Doña Angela. Buen provecho, mi señora” España es eunuca por no decir otra cosa.
Rafael Fernando Navarro es filósofo