Como ejemplo de estos innumerables vituperios valga el botón de muestra de un comentario realizado por un lector de La Gaceta que se hace llamar “iluso2” y que dice: “Es muy fácil asesinar en manada a gente indefensa, estos musulmanes siempre por la espalda (…) ¡quedaros en vuestros paraísos poniendo burkas, lapidando a mujeres y niñas, ejerciendo la pedofilia, haciendo ablaciones hasta que os dure el petroleo! ¡que gente mas fanática, ignorante y subdesarrollada y como les gusta vivir en las sociedades cristianas desarrolladas!”. No obstante, ante estas exacerbadas críticas habrá que convenir en que, justamente, los católicos son los menos indicados para rasgarse las vestiduras como lo están haciendo
Quizás convendría recordarle a “iluso2”, y a tantos y tantos católicos que están soltando espumarajos por sus bocas contra el incivismo de “otra” religión, que la suya no ha sido menos bárbara a lo largo de cientos de años de dominación directa de la Iglesia Católica o cuando ha tenido gran influencia en el poder político.
Que no se pongan medallas que no les corresponden porque si actualmente no se comportan de forma cruel y violenta con aquellos que no comparten sus creencias no es debido a sus méritos; sino a pesar de sus deméritos. Tendríamos que meternos en el pellejo de algún que otro obispo, que comparte a regañadientes -por narices que diría aquél- las normas del Estado de Derecho en cualesquiera de esas “sociedades cristianas desarrolladas” a las que se refiere “iluso2”, para saber a ciencia cierta cuáles serían sus auténticas intenciones en relación con divorciados, abortistas, homosexuales y, en general, con todos aquellos que incumplen con sus dogmáticas doctrinas.
No tenemos que alejarnos excesivamente en la historia para comprobarlo. Ejemplos muy actuales los tenemos en nuestro propio país hasta 1975 -año en el que muere Franco y con él supuestamente el nacionalcatolicismo, aunque aún quedan rescoldos que parecen estar avivándose- o más recientemente en otros lugares y situaciones como en las dictaduras argentina o chilena, o sea, prácticamente hasta nuestros días.
¡Pensar que fue Jesús quien les dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!” … y qué poco caso le hacen, pareciera que, a pesar de todo, prefieren la hipocresía de la apariencia a mostrarse como realmente son! ¡Pero ya no engañan a casi nadie!
Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas