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Y luego está la Iglesia reaccionaria · por Eduardo Montagut

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

En nuestra última pieza de opinión calificábamos de delirante la crítica de la extrema derecha a la Iglesia a cuenta de lo ocurrido en Jumilla, y escribíamos que, sobre todo, nos había servido para comprobar que la Iglesia es diversa, valorando el trabajo de Cáritas. Pero, además, hemos visto como un miembro de la jerarquía desde Cataluña reaccionaba recordando la imposibilidad de que un católico fuese xenófobo.

Pues bien, no ha tardado mucho en salir a la palestra la parte reaccionaria eclesiástica, o como se decía antes, la caverna, a dar su opinión. Esta vez ha venido de la mano de otro miembro de la jerarquía, pero desde Asturias, con unas declaraciones en las que se quejaba de que los “moritos” no condenan los crímenes que en algunos países islámicos se cometen contra los cristianos.

Ya lo de hablar de “moritos” nos indica la categoría moral de este personaje, anclado en el estereotipo que creíamos ya trasnochado y superado. Pues no. Pero eso no es lo más grave, siéndolo. Al parecer, mientras haya fundamentalistas musulmanes que persigan a los cristianos en sus países y los residentes de aquí no reaccionen, en el nuestro, que es un Estado de libertades y de derechos garantizados, debemos limitar sus derechos. Además de odio, e incomprensión, este señor olvida, precisamente, que existe un Estado de Derecho que no puede tolerar que se discrimine en función de la religión se haga lo que se haga en otros países que no siguen estos principios establecidos con tanto trabajo y sufrimiento, por cierto. Esto demuestra que los extremos se necesitan. Los fundamentalistas cristianos necesitan a los fundamentalistas musulmanes, y éstos a los otros porque así se justifican los discursos de odio y enfrentamiento.

Estamos ante una mentalidad reaccionaria, ya conocida, por cierto, y afín a quienes en este país están generando odio, manipulación y enfrentamiento.

Una vez más, la Iglesia española está bien dividida. Está la razonable, la que busca entendimientos, y ayuda a quien sufre, y luego la de siempre, la heredera del nacionalcatolicismo, esa que si pudiera intentaría volver a aquella época, la del “Imperio hacia Dios” o la de la “reserva espiritual de Occidente”, esa misma que detestaba al anterior papa.

El señor arzobispo de Oviedo se ha cubierto de gloria, eso sí, no de la divina, sino de otra muy distinta.

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