De todas las atrocidades que se practican regularmente en casi todo el mundo, pocas son tan repugnantes y extendidas como la violencia contra las mujeres. Y probablemente ninguna pase tan desapercibida o disculpada como ella.
Por eso la Organización de Naciones Unidas designó al 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, con el objetivo de denunciar esa violencia que se ejerce contra la mitad de la población, sensibilizar a la sociedad y reclamar políticas públicas para erradicarla.
Pero la violencia contra las mujeres es una manifestación extrema de otro fenómeno aun más extendido: el desprecio. Por eso, para erradicar la violencia contra las mujeres, además de las medidas dirigidas directamente contra la violencia, es imprescindible combatir las creencias, discursos, costumbres, que apuntan a convencernos de que las mujeres son humanos de menor importancia y capacidad que sus compañeros varones.
La construcción mental que conforma esta creencia falsa se llama patriarcado, y es muy antigua. Hay construcciones más modernas, como la ciencia, que en modo alguno la apoyan. Pero hay otra construcción tan antigua como el patriarcado que la incorporó desde el principio, y no ha hecho el menor esfuerzo por apartarse de ella: la religión.
Las distintas religiones compiten entre sí, declarando cada una que las demás son falsas. Sin embargo, curiosamente, coinciden en retratar a las mujeres como seres de valor inferior a los hombres, menos inteligentes, más proclives al pecado, y peligrosas, porque les hacen caer en él.
Y las medidas que se toman para erradicar el desprecio hacia las mujeres, que serían también necesarias incluso si no tuviera esa manifestación extrema, la violencia contra ellas, son muy tibias o inexistentes. Por ejemplo, aunque la Constitución española proclama la igualdad de todas las personas, y la ley prohíbe la legalización de organizaciones donde ellas sean relegadas, las iglesias las excluyen de todo cargo, la jerarquía está reservada a los varones, sin que eso les cree el menor problema. Es más, la autoridad no solo les permite operar con esa normativa anticonstitucional, es que además las financia y ayuda a inculcar sus principios en la población, formando parte del sistema educativo. Y así haciéndolos perdurar por los siglos de los siglos.
Este 25 de noviembre, como todos los demás días, Europa Laica reclama medidas para defender los derechos humanos. En particular, en esta fecha apoya las manifestaciones de rechazo a la Violencia contra las Mujeres y hace un llamamiento al Gobierno, a las instituciones y a la ciudadanía, para construir un Estado y una sociedad laica que garantice la igualdad y, en consecuencia, combata la violencia y el desprecio.