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Artículo publicado en Rojo y Negro nº 394, noviembre 2024
El 3 de octubre de 2024, el periódico «El Mundo» publicó un artículo titulado ‘España, santuario pro-yihadismo’ apoyado en “fuentes israelís”. Se dice que toda publicidad es buena aunque sea negativa, sin embargo, mencionar como supuestos grupos “pro-yihadismo” a ETA, a Podemos y a la CGT en la misma noticia puede resultar en conclusiones erróneas, sobre todo, cuando en este asunto se están mezclando muchos conceptos.
No en vano, el anarcosindicalismo abrazó el lema de “Sin Dios” que, posteriormente, fue utilizado como descalificativo desde el marco ideológico tradicional para lanzarlo contra distintos grupos que no iba a permitir: laicos, socialistas, comunistas o anarquistas. O una cosa o la otra.
Los Estados-nación europeos incluyeron el elemento religioso cristiano, aunque poco a poco fueran avanzando hacia la libertad de cultos y al secularismo, por lo que al final del siglo XIX se dio un choque mental entre una sociedad confesional frente a “los otros” (los sin Dios, los ateos) multiplicándose las políticas encaminadas a la separación del poder religioso y civil, la libertad de cultos, etc. como eran los anticlericales o las corrientes del movimiento obrero de clase.
España se encontraba atrasada en la cuestión religiosa o, más bien, todo lo contrario a decir de sus defensores, ya que el nacionalismo se había enquistado en la fusión de la Patria (con mayúsculas) con el catolicismo y las clases dominantes gozaban de esa confesionalidad en todas las escalas sociales. La Segunda República intentó un laicismo de Estado, pero la Guerra Civil y luego la Dictadura mantuvieron ese binomio como sostén de su régimen caduco y anacrónico a pesar de que la propia Iglesia Católica, después del Segundo Concilio Vaticano (1962-1965), se había abierto respecto a otras religiones, a la libertad de culto y a la separación de la religión y el Estado. Actualmente, el Régimen del ’78 se mantiene como “aconfesional” pero con ciertos privilegios hacia el catolicismo con la excusa de ser la religión mayoritaria y en base al Concordato entre el Estado español y la Santa Sede de 1953.
Nuestras filas anarcosindicalistas tienen posiciones similares a las del Concilio Vaticano II respecto a la cuestión religiosa: se basa en el respeto y, por ello, se admite que las personas puedan tener sus inquietudes o creencias religiosas siempre y cuando respeten la libertad individual y sexual, el feminismo, se alejen del adoctrinamiento y no sobresalgan al espacio común. Es más, nuestro movimiento habla de pueblos y culturas, la nuestra (europea, española, mediterránea, ibérica…) está impregnada por su pasado grecolatino y judeocristiano, condicionantes intrínsecos al ser humano y a su forma de entender a su mundo.
Queda bien claro que la CGT nunca va a apoyar o apoyará a cualquier movimiento religioso que pretenda dominar la esfera pública o la libertad grupal, la religiosidad debe quedar en el espacio privado. En otro tiempo fueron los ultracatólicos, ahora son, además, otros movimientos de otras religiones con los que también chocamos y chocaremos tales como son los islamistas. Nuestro rechazo es total, son la misma gente con religiones distintas. Y la confusión surge cuando se entrelazan términos que no son sinónimos, un musulmán es una persona de cultura y religión musulmana y un islamista es un musulmán que defiende la fusión de Estado y Religión: lo primero es una cuestión íntima y personal, lo segundo una posición política fundamentalista.
La situación se complica cuando se habla de un conflicto como el genocidio de Israel (dominado por los sionistas ultraortodoxos judíos) contra el pueblo palestino y otros pueblos invadidos. Las poblaciones invadidas y masacradas tienen en común que son en su mayoría de religión musulmana, pero eso no puede ser motivo para generalizar. Nosotros apoyamos el derecho a defenderse aunque después existan grupos con otros intereses. Entre estos se encuentra Hamás, un movimiento que ha sabido encauzar la resistencia armada con posturas ultrarreligiosas. Por tal anterior descripción, la CGT no apoya sus posturas ideológicas, apoyamos la defensa legítima de los hogares, pero no por ello apoyamos una determinada vertiente política o religiosa.
La CGT forma parte de la plataforma RESCOP (Red Solidaria contra la Ocupación Palestina). Los acuerdos mínimos de esta plataforma van desde el fin de la masacre del Estado sionista hasta la formación de un Estado libre y democrático para Palestina. En ese camino, la CGT convocó una huelga general el 27S junto a Solidaridad Obrera y, gracias a nuestra cobertura, muchos grupos que denuncian el genocidio en Palestina se sumaron a la protesta.
Debido a la peculiaridad y complejidad de cada organización “propalestina” no se puede generalizar sobre los diferentes planteamientos o matices que defienden cada una de ellas, pero sí sumarnos al clamor por el fin del genocidio y el apartheid y exigimos investigar los crímenes de lesa humanidad cometidos por Israel sobre el pueblo palestino. Y desde una perspectiva internacionalista, apoyamos a toda organización que busque el fin del Estado sionista y que defienda la emancipación del pueblo palestino, desde el laicismo, la democracia radical y su derecho a la libre autodeterminación como pueblo colonizado.