La Compañía admite ante los miembros de un grupo espiritual la “conducta inapropiada” de un jesuita, pide perdón y confirma que se le apartó sin más: “J. nunca ha sabido el origen de las acusaciones, pero mostró una firme voluntad de revisar sus conductas del pasado”
Los miembros del autodenominado “El Grupo”, una comunidad espiritual de la Compañía de Jesús para catequesis, retiros y oraciones en Madrid, recibieron el pasado lunes una carta oficial con membrete de su organización. En ella, los guías espirituales les relataban que los rumores que habían oído y por los que habían preguntado eran ciertos: el conocido cura J. M. había sido denunciado en el pasado por abusos mientras fue religioso allí, cuando había tenido contacto permanente con cientos de niños, jóvenes y adultos, a muchos de los cuales acompañó en retiros y a solas.
“En el año 2015, el entonces Provincial de la Compañía de Jesús recibió dos denuncias contra J. M. por comportamientos no adecuados en el contexto del acompañamiento espiritual durante su etapa como cura de la Comunidad de Grupos Católicos Loyola –como se conoce también a esta comunidad, con sede en el barrio de Salamanca–. Posteriormente se recibieron cuatro nuevos testimonios”, dice la misiva, a la que ha tenido acceso elDiario.es.
¿Qué es un “comportamiento no adecuado”? La Compañía de Jesús ha contestado a las preguntas de este medio diciendo que fue “una denuncia de comportamiento impropio” y que “hay que entender que el concepto de abusos engloba conductas muy distintas”. Añaden que “no tenía recorrido judicial” y repiten que “en este caso se trataba de conductas inadecuadas en la relación de acompañamiento”, sin especificar más ni referirse a los otros cinco testimonios de los que habla la carta.
Los hechos que se denunciaban eran anteriores al año 2009, año en el que el religioso había dejado esta comunidad, y afectaba a menores de edad, pero también a mayores de edad. ¿Qué había hecho la Compañía de Jesús? En la carta recién enviada, fechada el día 23 de este mes, el grupo de oración explica que en 2015 se abrió una investigación “que culminó en un Decreto canónico con unas medidas por 5 años”.
Entre las medidas se encontraba “la prohibición explícita a J. M. de actividad pastoral con menores, también la participación en actividades de los Grupos Loyola así como cualquier acompañamiento espiritual”. elDiario.es ha preguntado a la Compañía adónde se le trasladó, sin haber obtenido respuesta concreta. De los mayores de edad, pese a que también se habían relatado abusos o “comportamientos impropios”, no se le apartó específicamente.
Un secreto a voces
Es el caso de Miguel (nombre ficticio, ya que prefiere no ser identificado), miembro de la comunidad en los años en los que J. M. orientaba a jóvenes: “A mí me pasó siendo ya universitario, mayor de edad, a principios de los 2000. Estando de retiro, me acompañé con él individualmente en jornadas de silencio. En un par de sesiones me abrazó de una manera fuera de lo común, me respiraba encima como jadeando. Me metió la mano por debajo de la camiseta y empezó a palparme la espalda. Encima eran jornadas de silencio, en las que no está permitido hablar, con lo cual el contexto era muy propicio para alguien así”.
Por aquel entonces, el religioso no había sido denunciado oficialmente a las autoridades eclesiásticas y tenía vía libre en todas esas sesiones, pese a que era un secreto a voces. “Muchos lo sabían”, relata Miguel. “De hecho, recuerdo que se lo dije a un religioso y no hizo absolutamente nada, realmente no hubo ninguna consecuencia”.
En la misiva enviada a su comunidad, los jesuitas admiten que en 2021 se revisó el caso y todo siguió igual, pese a que la conciencia social de los abusos era mayor, las denuncias públicas se multiplicaban y el Vaticano había pedido más controles. “Se revisaron las medidas y a día de hoy se mantiene la prohibición pastoral y de acompañamiento con menores, así como la participación en actividades y se le pide que el contacto que mantenga sea personal y no apostólico”. Preguntada la Compañía qué quiere decir cuando permite el contacto personal o dónde está ahora, no da una respuesta concreta.
Tanto el reciente plan de la Iglesia contra los abusos como el propio protocolo específico de la Compañía de Jesús, colgado online, obligan a ayudar a denunciar o a reparar a las víctimas de diversas maneras, también económicamente. Según la misiva oficial, “en uno de los casos la Compañía de Jesús facilitó a la víctima el proceso de reparación que solicitó”. Del resto, nada se sabe. Los jesuitas tampoco han respondido las preguntas concretas a este respecto.
La carta recoge también las palabras textuales del actual Provincial, el líder de la Compañía desde 2023, en las que pide perdón y justifica la actuación de la organización: “Aunque ahora duela esta revelación y la sombra que representa, no anula mucho de lo que en la vida de J. también ha sido entrega, servicio y el deseo de acertar al compartir el evangelio. Como provincial actual de J., en nombre de la Compañía de Jesús os pido perdón, como ya en su momento hicimos con las víctimas”, relata la carta.
También pone de manifiesto que el abusador asumió implícitamente la culpabilidad: “De acuerdo con la voluntad expresada por los denunciantes, J. nunca ha sabido el origen de las acusaciones, pero mostró desde el primer momento una firme voluntad de revisar sus conductas del pasado y las raíces profundas de éstas, lo que ha supuesto un proceso de revisión personal”.
Con eso y con todo, no ha sido expulsado de la Iglesia ni denunciado, y continúa su vida espiritual sin que haya habido más consecuencias públicas o legales. “En todo momento se ha atendido a la voluntad de las víctimas, en lo que respecta al anonimato, y a los procesos de reparación cuando lo han pedido. Pero no nos corresponde a nosotros dar más información sobre ello”, concluyen fuentes oficiales de los jesuitas de manera genérica.