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El Papa Francisco en un reciente viaje a Indonesia. Reuters

El viaje antichina del Papa del Vaticano a Asia Pacífico · por Nazanín Armanian

​Descargo de responsabilidad

Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Antes de empezar, aclaro dos cuestiones en un Occidente cada vez más bajo el dominio de la extremaderecha de diferentes religiones medievales: 1) separo la espiritualidad, esa relación privada y personal del creyente con su dios, de la religión que es (más o menos) un sistema integral de ideas fantasiosas-primitivas-infantiles sobre la creación, y normas sociales dictadas y controladas por castas-organizaciones criminales masculinas, que administran un gigantesco negocio universal basado en la fusión de los miedos humanos con la fe, sexo, drogas, y asesinatos. Aquí, hablamos de estas instituciones que además son legales, y los medios de comunicación afines les han conseguido un enorme prestigio, incluso entre las fuerzas progresistas; y 2) hablo del dirigente del Vaticano, que no del ciudadano Jorge Bergoglio.

El anuncio de la visita del Papa Francisco al sudeste asiático, en un mundo-mercado, que todo se evalúa con la ecuación coste-beneficio, plantea la siguiente pregunta: ¿qué gana el Vaticano enviando a su líder, un anciano de 87 años en silla de ruedas que sufre diverticulosis, y problemas respiratorios (por la extirpación de gran parte de uno de sus pulmones), a un viaje de 12 días, a 33.000 kilómetros lejos de casa, para visitar a dos países en el lejano oriente como Indonesia y Singapur? Además, el primero es el principal país «musulmán» del mundo, 240 millones, con 8 millones de católicos, y en el segundo, de los 5,5 millones de habitantes, sólo el 7%  reza a Jesús mirando al Vaticano. También estuvo en su agenda visitar Timor Oriental, donde su obispo Carlos Felipe Ximenes Belo, premio Nobel de la Paz, ha sido acusado de pederastia, condenado por la Iglesia y no ha ido a prisión.

Nos hicimos la misma pregunta cuando en 2017, el pontífice visitó otros Estados próximos a China: Bangladesh, que acaba de sufrir un «golpe de Estado» que favorece al militarismo de EEUU; Mongolia, ubicado en el medio de China y Rusia, donde elogió a su héroe, el invasor Genghis Khan, un criminal de guerra que masacró a varios millones de personas en sus conquistas, como «tolerante con las religiones«; Myanmar, con 2000 kilómetros de frontera común con la tierra de Mao Zedong, y Tailandia, llamado el «51º Estado» de EEUU, y su bastión anticomunista durante la Guerra Fría. Para completar el cerco, sólo le queda volar a Afganistán, otro país vecino de la República Popular, estrechar las manos de los talibanes que protegen las bases militares del Pentágono, y firmar una alianza interreligiosa.

Otros viajes extraños del Papa, también relacionados directamente con la política de «Occidente», tuvieron lugar en 2016, cuando el pontífice hizo una escapada al patio trasero de Rusia: Georgia (un solicitante a ingresar en la OTAN, cristiano, pero ortodoxo), y Azerbaiyán (tierra del islam chiíta, con sólo el 0,01% de sus 9,3 millones de habitantes fieles a Jesús).

Objetivos políticos de la gira del Papa

El declive de la Iglesia, la progresiva secularización de Europa, y el avance de rivales como el pentecostalismo y el islam, empujan al Vaticano a renovar su discurso sin retocar sus prácticas, a practicar el proselitismo e intentar proteger a las minorías cristianas en los países no democráticos (¡que al resto de su población que sufre la misma dictadura -como en Irán o Afganistán-, les zurzan!). Para ello, la política de Francisco ha girado en torno al «Diálogo Interreligioso», que es la nueva denominación de la patraña «Diálogo de civilizaciones», de la era de Bush, con otras religiones semíticas como el judaísmo y el islam, para un reparto civilizado del «mercado de fieles», fomentando la cooperación contra el enemigo común: el laicismo. En España los obispos se unen a los imanes musulmanes para apoyar el velo en las escuelas, y seguir fabricando «fieles, obedientes y sumisos», en un espacio donde debería reinar una visión crítica y científica sobre el mundo que nos rodea.

En Indonesia, y tras ser recibido por el Imán de la mezquita Istiqlal de Yakarta, la más grande del sudeste asiático, el Papa cruzó el túnel subterráneo llamado «Dusti» («Amistad» en persa), que la conecta con la principal catedral católica de la capital, como símbolo de armonía entre los dos credos. A Francisco se le olvidó recordar a las víctimas del «Genocidio indonesio» del 1965, auspiciado EEUU y ejecutado por los escuadrones de la muerte, compuestos por fanáticos islamistas y lumpen y dirigidos por el general Suharto, a quien la CIA había facilitado la lista de los nombres de los dirigentes y miembros del Partido Comunista, uno de los más grandes del mundo con alrededor de 2.000.000 miembros oficiales. Hizo exactamente lo mismo el MI6 británico en Irán en 1983: pasó los datos de los dirigentes y cuadros del Partido comunista Tudeh al régimen de Jomeini, que en pocos días encarceló a al menos 10.000 militantes.

Los matones de Suharto asesinaron a entre uno y tres millones de marxistas, personas de origen chino, feministas de la organización Gerwani (vinculada al PCI, con cerca de 650.000 miembros), sindicalistas, «infieles», etc. Pero, la vida de los militantes de izquierda «no importa«.

En cuanto a Singapur, no es exactamente donde Jesús perdió sus zapatos, sino un país ubicado en el centro marítimo del Sudeste asiático y el mar de la China Meridional, con sus católicos de origen chino.

Patear los Estados cercanos a China refleja el sueño frustrado del Papa de pisar el aeropuerto Internacional de Pekín-Daxingde. Sin embargo, debido a que, a) el Gobierno chino respeta la naturaleza atea del Estado y que la religión es un asunto personal y privado, y b) conoce bien la peligrosidad de los carteles religiosos y a sus vendedores de humo, por el bien de la estabilidad, el progreso, la igualdad de derechos (por ejemplo, entre la mujer y el hombre), y el bienestar de sus ciudadanos «en esta misma vida», no tiene ninguna intención de invitarle. La estrategia del Partido Comunista de China es la «sinización» de las religiones extranjeras, como el cristianismo y el islam, que son ajenas de la cultura de la nación.

El Vaticano, salvado

La izquierda «ultramoderna» fan de Francisco, que se ha volcado con las identidades personales (sexuales, religiosas, origen, raciales, etc.), ha dejado al margen las cuestiones colectivas de los oprimidos del mundo, perdiéndose entre los árboles para no ver el bosque: ¡Oigan! la religión nunca ha dejado de ser el opio del pueblo. Les preocupa la farsa de la «islamofobia», pero no la «cristianofobia/occidentefobia», y mucho menos la aporofobia.  ¿Qué posibilidades hay de que un dirigente instruido en un «sistema-casta», unido con mil lazos con «familias» poco recomendables, y designado por él, aún teniendo buena voluntad consiga cambiar su rumbo?

Sin duda, la operación de «cambio de imagen» realizada en el Vaticano, tras las nefastas políticas de Juan Pablo II y Ratzinger, ha dado resultados, para que nada cambie y la institución siga siendo uno de los principales pilares del dominio del capitalismo global liderado por EEUU.

Los presidentes de EEUU tiene su «par» en el vaticano, tanto que realizaron dos «ingeniería» en la cúpula del poder del Vaticano, para avanzar en sus planes geopolíticos. Dos hechos sin precedentes: Ronald Reagan sin Juan Pablo II (el primer Papa eslavo de la historia, y no casualmente un polaco profundamente anticomunista y antirruso) no podía haber desmantelado a los países socialistas y haber aplastado la Teología Cristiana de Liberación; ni Barak Obama que remplazaba a George Bush, el genocida de Irak y Afganistán, sin su pareja en la Santa Sede, Francisco, que hacía lo mismo a un Ratzinger, bajo la sospecha de cuestiones inmorales, convirtiéndose en el primer Papa en ser apartado del poder en 600 años (¡ya que no fallecía, ni podían fallecerle!).

El presidente del imperialismo simpático, Barak Obama, que ordenó los bombardeos sobre millones de civiles en Libia, Siria, Afganistán, Irak,Yemen, Pakistán y Somalia, necesitaba una cara amable y un hombre campechano en el Vaticano, el poder blando del capitalismo liderado por EEUU, para la nueva era.

La Doctrina estadounidense del ‘regreso a Asia’

«Regreso a Asia» es el nombre de la doctrina del Partido Demócrata de EEUU, lanzada por Obama en 2018, para desmantelar el modelo económico, social y diplomático que representa la República Popular de China, como la alternativa a un capitalismo empobrecedor, militarizado y belicista representado por EEUU: una China, que no sólo no ha invadido a ningún nación, y ha propuesto hojas de ruta para poner fin a los actuales conflictos internacionales, como el de Israel contra los palestinos, sino que en pocas décadas, según el Banco Mundial, ha sacado de la pobreza a 800 millones de personas, algo sin precedente en la historia.

Con un estudiado lavado de imagen, el Vaticano de siempre, la organización religiosa más poderosa  y adinerada del mundo, (sólo el valor del Banco Vaticano se ascienda a 1,245 billones de dólares, a la vez que EEUU es el mayor donante del Óbolo de San Pedro), la joya de la corona del capitalismo, con 1.300 millones de católicos potencialmente a sus órdenes, consiguió que hasta las fuerzas laicas progresistas, dejasen de criticar la palabrería de la institución, cayendo rendidas a los pies de su entrañable líder.

Frente unido de las tinieblas contra la Luz

En esta tarea reaccionaria de «alianza de las religiones» contra el progreso, la razón y la ciencia, fortaleciendo el control de los profesionales de manipulación sobre las masas, el Papa viajó en 2019 a Emiratos Árabes Unidos y firmó con el gran imán de al-Azhar, centro coordinador de los Hermanos Musulmanes (de la corriente sunnita del islam, que fue patrocinada por el Partido Demócrata de EEUU para abortar la Revolución anticapitalista y antidictatorial de Tahrir de Egipto en 2011), un documento para comprometerse a trabajar juntos para combatir el extremismo. ¡Sí, lo han leído bien!

Contribuir a mantener la hegemonía global del imperio capitalista «cristiano» EEUU, frente al socialismo «ateo» de (antes la Unión Soviética, y ahora) China, que desafía el orden unilateral dirigido por Washington, es la principal misión del Vaticano de Francisco.

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