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El catolicismo en los inicios del siglo XX · por Edmundo Fayanás Escuer

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La cuestión clerical fue un factor clave en el desarrollo político de la España del siglo XX. La realidad del mundo católico era un factor de renovación de la vida pública de la sociedad española, al menos potencialmente.

En la década final del siglo XIX ya se estaba produciendo un proceso de politización del mismo que habría de tener amplias consecuencias en el futuro. Mientras que la desunión impidió fórmulas de organización que se habían empleado fuera de nuestras fronteras como sucedía con los Congresos Católicos.

El padre Andrés Manjón

Sin embargo, la iglesia se movía en esos momentos históricos con unos principios muy reaccionarios lo que estuvo en el origen de un fuerte movimiento anticlerical que estaban encabezadas por los nuevos planteamientos políticos de las distintas corrientes de la izquierda política que estaban surgiendo.

Durante la celebración de los Congresos católicos numerosos obispos tenían profundas diferencias entre ellos y se destacaban siempre por su claro conservadurismo. Los asistentes que no formaban parte del clero mostraban posturas claramente antiliberalismo que eran incompatibles que eran contrarias a cualquier tipo de secularización.

A partir del año 1902 no se volvió a reunir ningún Congreso más. Un obispo describió la división de los católicos españoles según tres categorías:

  • La de quienes pretendían practicar la verdad íntegra, de la que excluían a los demás.
  • La de quienes se concentraban solamente en una cuestión secundaria como era la dinástica planteada por los carlistas.
  • Los que habían optado por el posibilismo.

Un documento pontificio publicado en el año 1906 donde trataba de lograr la paz entre las diversas corrientes católicas. El resultado de este proceso fue que poco a poco empezó a imponerse la postura posibilista moderada o liberal conservadora, consistente en admitir como mal menor un sistema como el de la Restauración.

Los católicos se apoyaron en personajes como Silvela, Polavieja o Maura, pero también significó una escasa movilización del mundo católico, precisamente porque existía la tentación de que si esta no se daba se evitaba la tentación de la aparición de tendencias integristas.

El marqués de Comillas jugó un papel importante en la Junta permanente destinada a dar continuidad a la obra de los Congresos católicos que posteriormente se convertirán en la Junta de Acción Católica.

Ortega y Gasset
Ortega y Gasset

Comillas fue el representante más importante del catolicismo de la época siendo una persona muy cercana al rey Alfonso XIII. Comillas creó “la Asociación para el estudio y la defensa de los intereses de la clase obrera”, pero ésta nunca perdió su carácter caritativo y nunca tuvo un carácter social.

Alrededor suyo surgieron los llamados Círculos Católicos Obreros, que prácticamente representaba una beneficencia.

Durante la monarquía de Alfonso XII, se dio que en las instituciones estatales dedicadas a la cuestión social cooperaron personas procedentes de los medios católicos junto con liberales u algunos socialistas. El principal exponente del mundo católico fue el jesuita P. Vicent.

Vicent partía de una mentalidad tradicional que veía en la revolución social el resultado de una degeneración desde Lutero, y donde añoraba el tiempo de los gremios, condenaba a los liberales y no le gustaban las huelgas.

Al comienzo de la segunda década del siglo existían casi trescientos círculos centrados principalmente en la parte norte de España y tenían no sólo una función educativa, pues contaban con cooperativas, mutualidades y otros aspectos sociales.

Apoyados en cooperativas y cajas rurales, sin voluntad reivindicativa y tenían una composición interclasista. Los sindicatos católicos tenían una fuerte implantación en Navarra y Castilla la Vieja y en el año 1914 tenían unos 200.000 afiliados.

Se fundaron las Semanas Sociales en el año 1906 y existió una amplia difusión de la doctrina social de la iglesia. Pero no debió traspasar de algunos círculos intelectuales. Los sindicatos profesionales para evitar el calificativo de católico y para poder llevar una acción más reivindicativa aparecieron a inicios de la segunda década del siglo XX.

La última fase del pontificado del Papa Pío X tuvo un efecto negativo sobre estos intentos de acción sindical católica, Los principales líderes sindicales católicos fueron separados de sus responsabilidades.

Este pontificado marcó de forma muy intensa al catolicismo español de la época, en el momento que parecían ya superadas las tensiones creadas por el integrismo, lo que provocó una vuelta atrás que tuvo graves consecuencias para el país.

En España no fue posible un mínimo modernismo en la iglesia. El liberalismo de raíz Krausista tenía una gran sensibilidad religiosa y esto provocó por ejemplo en Ortega y Gasset un renacer al leer algunos autores modernistas.

El propio Miguel de Unamuno que estaba interesado en estas cuestiones, reconocía que el modernismo no despertó ningún interés en España e incluso él mismo se encontraba más próximo al protestantismo liberal que al modernismo católico.

José Canalejas
José Canalejas

Algunos teólogos y filósofos parecen que tenían dificultades para hablar de temas como el evolucionismo, por el temor de ser acusados de modernistas, pero este movimiento no tuvo ninguna repercusión, a no ser solamente de algunos sacerdotes.

Todo ello muestra la ortodoxia católica, pero también el aislamiento y la limitación de la cultura religiosa. Según Canalejas el inconveniente que tenía el clero español era su escaso nivel cultural, porque en los seminarios se enseñaba poco y mal.

Llamaba la atención que la iglesia dominara la educación y sobre todo la secundaria. Incluso los innovadores en la pedagogía católica, como era el caso de Andrés Manjón, el cual al referirse a la enseñanza no religiosa la valoraba como inútil y vana, cuando no maestra del suicidio.

Estas limitaciones del mundo cultural católico aparecen incluso en aquellas iniciativas más brillantes de la época. La que estaba destinada a tener más posibilidades como fue la Asociación Católica de Jóvenes Propagandistas, que había sido fundada en el año 1908, fracasó porque se dedicó únicamente a extender el pensamiento más tradicionalista.

Ángel Herrera era el presidente de la Asociación Católica de Jóvenes Propagandistas y expandió las doctrinas tradicionalistas pero destacaba por su forma de actuar. Todas las iniciativas del mundo católico en España hasta la guerra civil, partían siempre de la Asociación Católica de Jóvenes Propagandistas.

Antes de la I Guerra mundial, Herrera y sus católicos no habían ampliado su influencia en la prensa pero sí que a partir de entonces fueron ganando en relevancia y que se iría ampliando en el futuro.

Miguel Unamuno
Miguel Unamuno

La prensa católica fue alcanzando una notable difusión, teniendo prácticamente cada provincia un periódico católico, aunque los contenidos variaban desde el puro clericalismo hasta actitudes más modernas.

Herrera creó el periódico El Debate con capital vasco que mantuvo una línea editorial precisa y constante y se convirtió en la base intelectual de la presencia católica en la vida política y social del país. Se dejo a los obispos la posibilidad de intervenir en la marcha del diario aunque fuera redactado por jóvenes propagandistas.

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