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[Chile] Evangélicos que “torturan” con el ruido: El caso de la Iglesia Cruzada de Poder · por Benjamín Escobedo

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Recientemente la llamada Iglesia Evangélica Cruzada de Poder vuelve hacer noticia por su paupérrima forma de entender la fe y espiritualidad en el ser humano, esa que subyace a la búsqueda personal de aquellos valores cristianos en reflexión, libertad y respeto, algo que parece no formar parte de la comunidad evangélica enunciada. Los vecinos del Barrio Victoria se encuentran muy molestos dado los constantes “ruidos espirituales” que emergen del templo aludido, aprensión que parece no importar a uno de sus lideres, don Hugo Albornoz.

Primero, la Iglesia Evangélica Cruzada de Poder a través de su web [www.radiofe.cl/radio/declaración] declara lo siguiente: “Nuestra Corporación Iglesia Ministerio Evangelístico “Cruzada de Poder”, desde su fundación en el año 1994 en Valparaíso, goza de la personalidad jurídica número 01089 la cual se encuentra vigente, el fundador es nuestro amado Obispo Moisés Israel Ampuero Flores, quien es el Presidente del directorio y es quien dirige nuestro concilio […] somos diametralmente contrarios a la política, a las demandas sociales, a la doctrina católica, al modernismo y secularización, al humanismo cristiano, que hoy se ha visto envuelta la iglesia del Dios Viviente”. Dichas palabras, parecen no resultar extrañas al proceder y argumentos de Hugo Albornoz quien enfatiza el deber que tienen los cristianos evangélicos de predicar la “Palabra de Dios”, por tanto, el “amplificar” el mensaje salvífico sería consecuencia de pregonar a todo pulmón las verdades de la Biblia frente a la ciudadanía. Tal vez, el pastor Albornoz olvida que vivimos en un Estado laico, donde aquella secularización que su Iglesia rechaza a través de su web oficial forma parte del avance de las modernizaciones y libertad que el individuo moderno ha experimentado, más aún, donde el respeto y libertad de culto tienen formas y fondo en Chile, no se trata de un mensaje religioso sin parámetros, o bien, dislocado, por el contrario, se trata de que haya espacio y libertad para protestantes, católicos y otras formas de expresión de fe en el denominado espacio público, ese donde la liturgia evangélica empieza a molestar no por el fondo, sino por la forma en que se ejecuta en el Barrio Victoria.

Segundo, la declaración confesional de la web aludida, entre otras cosas, también asevera el tomar distancia de “las demandas sociales, de la doctrina católica y del modernismo”, un grosero error si consideramos que claramente el mundo evangélico efectúa proselitismo religioso en espacios donde las personas tienen pleno derecho a libertad de opinión, creencias e intereses. En otras palabras, cada ciudadano es dueño de adherir a la religión católica, protestante, evangélica u otra que le parezca viable, de lo contrario, se corre el riesgo de caer en un absolutismo religioso, dogmático y autoritario que, dicho sea de paso, no resulta extraño en la figura de Hugo Albornoz que tozudamente menosprecia la demanda de los vecinos que piden tranquilidad dominical, mesura en la liturgia pública y empatía con el bienestar ciudadano. Albornoz, además enfatiza que “los cristianos tienen derechos y libertades que la constitución otorga”, claro, pero olvida que sus propias creencias evangélicas no son el “maná” del cielo que convierte en mentira otras aproximaciones hermenéuticas del cristianismo de Chile, ello refleja intolerancia por parte de su persona y ministerio donde milita eclesiásticamente. Tal vez, necesitamos una relectura de lo que verdaderamente significa evangelizar, que en ningún caso es homologable con imponer o colonizar la fe de otro. La excesiva efervescencia religiosa amplificada en la vía pública generalmente es absorbida por los deseos de impresionar, intimidar, forzar e incluso asustar a través de la proclamación del mensaje bíblico, uno que parece estar siendo “fosilizado” en la Iglesia Evangélica Cruzada de Poder al no considerar la voz de esos vecinos que habitan en los alrededores del templo. A veces es necesario hacer una pausa y meditar, de esa forma, cercenar los resabios mal pavimentados de la fe evangélica que ignorantemente podrían ser aceptados o defendidos, tal es el caso de un novato Hugo Albornoz.

Benjamín Escobedo (Teólogo e Investigador de Historia)

Doctorando en Historia (Universidad San Sebastián)

Escritor y Columnista de Opinión

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