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Busto de Aurora Picornell en Palma de Mallorca. DANI DOMÍNGUEZ

David Ginard, historiador: “Aurora Picornell es un símbolo perfecto, casi como de diseño”

El historiador David Ginard es autor de dos obras que recuperan la historia y la biografía de la histórica activista mallorquina Aurora Picornell

A los 18 años es directiva de la Liga Laica, siendo la única mujer.

Una docena de claveles han sido depositados hace escasos minutos encima del pedestal que sostiene el busto de Aurora Picornell en el barrio de Molinar, en Palma de Mallorca. Apenas han pasado 24 horas desde que el presidente del Parlament, el ultraderechista Gabriel Le Senne, de Vox, rompiese una foto de la activista fusilada durante la Guerra Civil, y su nombre haya resonado por todo el país.

Una de las personas que mejor conocen a la figura de este símbolo antifascista mallorquín es David Ginard, profesor titular de Historia en la Universitat de les Illes Balears y autor de los trabajos Aurora Picornell (1912-1937). De la història al símbolAurora Picornell. Feminismo, comunismo y memoria republicana en el siglo XX, publicados en 2016 y 2018.

¿Cómo le presentaría Aurora Picornell a alguien que solo ha oído hablar de ella en los últimos días?

Aurora Picornell fue una militante comunista mallorquina de los años de la Segunda República, asesinada en enero de 1937, cuando tenía 24 años. Obrera textil, era la activista de izquierdas más conocida de la isla debido a su carisma y poderosa oratoria y por su presencia destacada en ámbitos sociales y políticos muy variados, desde el feminismo al sindicalismo pasando por el laicismo y el activismo de barrio. 

De hecho, era célebre desde la adolescencia, y ya en enero de 1931, con 18 años, se habló de rendirle un homenaje público. Fue intensamente admirada por las izquierdas y odiada por las derechas de la época. Se le adjudicó, yo creo que principalmente por parte de sus enemigos, el sobrenombre de «la Pasionaria de Mallorca», y durante la guerra hay un texto de Ferrari Billoch, un escritor de extrema derecha, que se refiere a ella como «arpía».

Por otra parte, era la compañera de Heriberto Quiñones, un célebre agente de la Internacional Comunista nacido en Moldavia, ejecutado en 1942 por el régimen franquista, y al tiempo enfrentado en sus últimos años con la dirección exiliada del PCE.

Por tanto, se trata de una activista política muy singular, pero al mismo tiempo muy representativa de un fenómeno de alcance general: la incorporación de las mujeres jóvenes a la lucha política y social en la década de los treinta del siglo XX, que fue vista entonces en términos de profunda transgresión no solo por los sectores conservadores sino también por una parte del propio movimiento obrero (que por supuesto era entonces en la práctica profundamente patriarcal, por mucho que en teoría no). Es significativo que se hayan podido localizar numerosas «pasionarias locales» en toda España.

Lo habitual es que las personas represaliadas caigan en el olvido. Sin embargo, Aurora Picornell es un auténtico símbolo en Mallorca. ¿Por qué?

Es que Aurora Picornell es prácticamente un símbolo perfecto, parece casi como de diseño. Para empezar, debe tenerse en cuenta su nombre, el más representativo de un catálogo de nombres alternativos al santoral católico que usaban en la época las familias de izquierdas como parte del proceso de construcción de un ritual laico. Además, su intensísima vida política la convierte en un ser legendario ya en tiempos de la República: la prensa obrera se refiere a ella como «la heroica Aurora Picornell», jóvenes obreras la tenían como modelo de referencia, etc.

Su muerte, muy joven, en circunstancias particularmente brutales, propicia que se empiecen a difundir por la isla leyendas sobre las circunstancias concretas del asesinato: desde que se enfrenta a los asesinos diciéndoles que las balas no podrán matar las ideas, hasta que uno de estos se pasea al día siguiente por el barrio de Aurora blandiendo su ropa interior ensangrentada. Naturalmente, no sabemos si son leyendas ciertas o falsas, pero son muy indicativas de la conmoción que genera el suceso entre determinados sectores de la población y contribuyen poderosamente a la iconización de Aurora.

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El historiador David Ginard en una foto cedida

La difusión de fotografías suyas, ya poco después de la muerte de Franco, en las que aparece con un aspecto sereno y sonriente, también ayudan mucho, así como los homenajes que se le dedican periódicamente desde entonces y que la consolidan como la víctima más conocida de la represión franquista en Mallorca.

Y, para acabar de redondearlo, el hallazgo e identificación de su cadáver, acompañado de una pluma estilográfica en octubre de 2022.  

El nombre de Picornell ha vuelto a resonar en los últimos días después de que el presidente del Parlament balear, Gabriel Le Senne, de Vox, decidiese romper una foto de la activista que portaba una de las miembros de la mesa. ¿Qué cree que esconde este gesto de Le Senne?

Al margen de otras consideraciones, que son del todo evidentes, me parece una torpeza indicativa de que el discurso del odio promovido por la extrema derecha lleva en ocasiones a algunos de sus representantes institucionales a cometer errores garrafales que ayudan a los sectores democráticos y progresistas a reactivarse. 

¿Por qué ha habido que esperar a este suceso para que el nombre de Aurora Picornell se divulgue fuera de la isla?

Porque, salvo en ocasiones muy puntuales como esta, Mallorca ha formado parte siempre de la ultraperiferia en términos de interés informativo y en términos de construcción del relato de los medios de comunicación sobre la historia española del siglo XX. De todos modos, sí que había un cierto conocimiento previo. La primera edición de mi libro sobre Aurora Picornell se editó en catalán en 2016 (hay una reedición ampliada de 2023), pero además en 2018 publiqué una versión sintética en castellano en la editorial Comares, de Granada. Tuvo mayor aceptación en términos de valoración por parte de los especialistas que de interés público, pero creo que ya contribuyó modestamente a que la figura se conociera un poco más, al menos entre los interesados en historia de las mujeres. Además, el homenaje público que se realizó en 2023 a raíz de la identificación del cadáver tuvo un cierto seguimiento en los medios de comunicación de toda España.

El franquismo se curó para evitar dejar información acerca del paradero de Picornell, y su asesinato se produjo al margen de cualquier procedimiento judicial. Sin embargo, su cuerpo fue encontrado en la fosa de Son Coletes, en Manacor, en 2022. ¿Qué supuso este hallazgo para la memoria democrática de Mallorca?

Fue. sin duda. el máximo éxito de las políticas de Memoria Democrática desarrolladas en el período 2015-2023. Fue, posiblemente, la noticia más importante del año en Mallorca, y durante días acaparó las portadas de los medios de comunicación locales. En enero de 2023 tuvo lugar el solemne acto de entrega de los restos a sus familiares. Naturalmente ha habido otros muchos hallazgos y acciones de recuperación a cargo de instituciones y sociedad civil durante las últimas décadas, pero no se puede ignorar el poderoso impacto que tiene este caso en concreto a efectos de concienciación cívica.

Usted recordaba antes que junto a sus restos se encontró una pluma estilográfica. Simbólico, ¿no?

Sin lugar a dudas; como te decía, redondea un símbolo que era ya prácticamente perfecto: nombre simbólico, vida intensa, muerte joven y en actitud combatiente, leyendas sobre su asesinato, frases célebres, imágenes con fuerza icónica… y luego, además, la pluma. Pluma con la que redactó, podemos suponer, algunos de sus célebres textos de combate en el periódico comunista Nuestra Palabra o un último manifiesto que escribió desde la prisión dirigido a sus compañeros de partido emplazándolos a que continuaran la lucha. Es una de las poquísimas plumas que han hallado los arqueólogos junto a una víctima de las desapariciones forzadas en España y la única en el caso de una mujer. Obviamente, tiene un punto de azar, pero es tremendamente significativo.

Una de las características de Aurora Picornell que apenas se oye durante estos días es que era comunista, militante del PCE. ¿Por qué cree que se obvia este detalle?

Aurora, por supuesto, era militante comunista, y este es un elemento esencial de su identidad, pero esto se combina con la circunstancia de que desde su adolescencia tuvo un perfil muy transversal. En realidad, ella empezó su activismo como feminista y como laicista (a los 15 años escribe el prólogo de un libro sobre la superioridad femenina y a los 18 está en la dirección de la Liga Laica de Mallorca), después fue unos meses como militante republicana federal y, en septiembre de 1931, ingresa en el PCE, donde va ganando peso hasta su asesinato.

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En determinados momentos (por ejemplo, después de octubre de 1934) es, de hecho, la máxima dirigente comunista en las islas y en la primavera de 1936 Dolores Ibárruri le plantea que resida en Madrid y se incorpore a su equipo. En términos conmemorativos, la transversalidad ha estado también presente: el homenaje que se le prepara en 1931 surge de socialistas y republicanos, y ya después de la muerte de Franco, el PCE, cuando la homenajea, aspira (y yo creo que es un acierto por parte de este partido) a que sea una figura admirada y respetada por todos los demócratas y progresistas. Como todos los símbolos se ha ido resignificando con el tiempo y esto ha acentuado todavía más este perfil suyo de patrimonio colectivo del progresismo y el feminismo, que yo diría que aparte de ser coherente con su biografía, engrandece el icono.

Picornell es también un símbolo feminista. ¿Qué barreras rompió hace 90 años?

Es otro de los aspectos particularmente extraordinarios de esta figura. Pensemos que las mujeres estaban entonces marginadas de la participación política y social, y más en una isla más bien católica y conservadora. Pues ella, para empezar, en 1928, con 15 años, ya prologa el libro de la escritora Margarita Leclerc (en realidad, un pseudónimo) titulado La mujer, ¿es superior al hombre? con un texto muy maduro para una adolescente.

A los 18 años es directiva de la Liga Laica, siendo la única mujer. Militando en el PCE, se pone al frente del Secretariado de la Mujer de este partido y organiza, en 1934, la primera celebración del Día de la Mujer Trabajadora (en una época en la que esta fecha era muy poco conocida en España). En la de 1936, según las crónicas, consigue reunir a centenares de mujeres en la Casa del Pueblo de Palma en medio de un entusiasmo generalizado. Sus artículos en la prensa obrera, sobre todo en Nuestra Palabra, están dirigidos principalmente a estimular la incorporación de las mujeres a la lucha política y a defender los derechos de las trabajadoras. Organiza el sindicato de sastrería, uno de los ámbitos laborales en los que trabajaban más mujeres. En definitiva, alcanza unas dimensiones nada frecuentes en la época como dirigente política y sindical y es de suponer que si no hubiera tenido lugar el golpe contra la República su ejemplo habría germinado múltiples a medio plazo, ya que hay muchos indicios al respecto en la prensa de las semanas previas al golpe.

¿Cree que el actual Gobierno de PP y Vox en Baleares le va a dar a Aurora Picornell el reconocimiento que merece?

Lo dudo muchísimo.

Como extremeño, permítame que le pregunte también por Matilde Landa, quien une a su tierra y a la mía, y a cuya figura le ha dedicado también un libro. ¿Cómo se conjugan las biografías de Matilde y de Aurora? ¿Qué une a ambas mujeres?

Matilde Landa es otra figura excepcional que ha alcanzado una gran dimensión en toda España por su condición de dirigente estatal del PCE y del Socorro Rojo, su labor en la prisión de Ventas, en Madrid, en 1939-1940, y su suicidio (en la prisión de Palma) en septiembre de 1942 ante el chantaje al que fue sometida para que se bautizara. Ella sí que ha sido un icono de alcance en toda a España, al nivel de las Trece Rosas. Por supuesto, Aurora y Matilde, aunque estuvieron en la misma cárcel, no se conocieron, porque Aurora murió en 1937 y Matilde llegó a la prisión de Palma en 1940.

Hay diferencias importantes de edad (Matilde era ocho años mayor), de origen social (Matilde era de clase media acomodada, Aurora obrera) y de formación (Matilde era universitaria -aunque no acabó la carrera-, y Aurora abandonó la escuela a los 13 años, aunque se siguió formando de manera autodidacta).

Como investigador, un detalle muy significativo de estas diferencias de perfil lo he hallado en la metodología que he tenido que aplicar en cada caso, porque el archivo familiar de Landa era riquísimo, y el Picornell, prácticamente inexistente. Aparte de circunstancias derivadas de la guerra, Matilde pertenecía a una familia en la que constantemente se tomaban fotos y se escribían cartas, y Aurora, no. Pero también hay puntos en común, por su compromiso político, por su fidelidad a unas ideas, por su muerte trágica y por los interesantes procesos de emblematización que han generado. Sin duda una de las mayores satisfacciones que me ha dado mi tarea como historiador es que los libros de carácter académico que he escrito sobre ellas hayan tenido una proyección social y, sobre todo, hayan permitido a sus familias reencontrarlas. Recuerdo que Carmen, la hija de Matilde, por ejemplo, siempre me decía que había ido conociendo a su madre al mismo ritmo en que yo avanzaba en mis investigaciones.

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